Hay tierras más raras que otras

Las tierras siempre han sido raras. Lo aprendíamos desde muy pequeños, cuando el suelo de las calles era de tierra. El primer instinto de una criatura es coger un puñado de tierra y metérselo en la boca. Así descubríamos que el sitio donde vivíamos era duro. La Tierra es rara. Basta con echarle un vistazo para darse cuenta. Es esférica y achatada por los polos. Nadie se ha atrevido, jamás, a fabricar bolas del mundo con ese aspecto. Se hubiera arruinado por excéntrico. Antes, la bola del mundo daba mucha autoridad. Walt Disney salía en su despacho con un globo terráqueo. Era la manera de que la gente le tomara en serio. También Félix Rodríguez de la Fuente sacaba una bola del mundo cuando presentaba el programa Planeta azul. Es injusto llamarle Tierra a un planeta lleno de agua. Pero hacemos lo que podemos, y por eso le hemos dado al planeta el nombre de Tierra y a la vez le llamamos planeta azul. Los primeros que se dieron cuenta de que no podemos traicionar lo rara que es la vida en la tierra fueron el Greco, Van Gogh, Gabriele Münter, Kandinsky, Suzanne Valadon, Hilma af Klint... Las pintoras, los pintores, saben que en el color hay más verdad que en la forma. Cada vez que hablan de tierras raras, me acuerdo de Woody Guthrie, el cantante que convirtió el folclore americano en canción protesta. Bob Dylan vio que esto era poético y con ese material escribió canciones de amor. Le dieron el premio Nobel de Literatura. La canción más famosa de Woody Guthrie se llama Esta tierra es tu tierra. La escribió porque quería que ninguna tierra fuera rara para nadie. Y también para que nadie se sintiese raro en ninguna tierra. Aunque no lo parezca, la tierra de Woody Guthrie es la misma tierra que la de Donald Trump. La tierra siempre ha sido muy rara.