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John Banville: “Somos la especie más sanguinaria, cruel y despiadada del planeta, el COVID no fue nada comparado con nosotros”

El escritor, que firma bajo el seudónimo de Benjamin Black en España, nos presenta 'Los ahogados', nueva entrega de sus novelas negras protagonizadas por el doctor Quarke y el inspector Strafford

John Banville: "Somos la especie más sanguinaria, cruel y despiadada del planeta, el covid no fue nada comparado con nosotros"

John Banville: "Somos la especie más sanguinaria, cruel y despiadada del planeta, el covid no fue nada comparado con nosotros"

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John Banville tiene casi cien años, dice e insiste en que es un señor mayor. Nació en Wexford, Irlanda, en 1945. El escritor, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014, entre otros muchos reconocimientos como el Booker, regresa a España a presentar su nueva novela policíaca bajo el seudónimo de Benjamin Black. Este miércoles ha estado en Madrid y mañana viernes en el festival BCNegra. "Creo que se me conoce más en España que en Irlanda. La gente me para por la calle en Madrid, en Barcelona, es algo super gratificante. A ver, soy muy mayor, pero creo que me debería mudar aquí", bromea. Lamenta, eso sí, la gentrificación de las ciudades. "El turismo y los teléfonos inteligentes son los dos fenómenos más perniciosos de nuestro tiempo", advierte.

Los ahogados (Alfaguara) es la segunda entrega de la serie que unió al doctor Quirke y al inspector Strafford. Nos sitúa en los años cincuenta, en la Irlanda rural. Un tipo solitario se encuentra con un coche misteriosamente vacío en medio de un campo con niebla. Sabe que no debe acercarse, pero es incapaz de evitarlo y pronto se ve envuelto en un inquietante caso de desaparición: un hombre asegura que su esposa podría haberse arrojado al mar.

Cubierta de 'Los ahogados', de John Banville

Cubierta de 'Los ahogados', de John Banville / Alfaguara

Cubierta de 'Los ahogados', de John Banville

Cubierta de 'Los ahogados', de John Banville / Alfaguara

Este pasado otoño ha sido escritor invitado en el Museo del Prado. ¿Cómo ha sido esa experiencia de poder recorrer a puerta cerrada un museo que visitan cada año casi 3 millones y medio de personas? ¿Qué obras o qué artistas le han cautivado más?

Fue maravilloso estar allí. Me sentí como un niño el día de Nochebuena. No fui al museo cuando estaba cerrado, solamente una vez a ver Las Meninas antes de la hora de apertura oficial. Y ese cuadro me miraba, me asustaba. Así que prefiero tener gente alrededor cuando voy a verlo. La primera vez que vine a Madrid fue a principios de los años 60, visité El Prado y me enamoré de Velázquez inmediatamente. Para mí sigue siendo uno de los mejores artistas, de los más grandes pintores, y Las Meninas, cada vez que vengo a Madrid, voy a visitarlo. Sigue siendo igual de misterioso para mí que la primera vez que lo vi. Y esa es la esencia de una obra de arte, que siempre sea misteriosa y siempre se sienta como nueva, como la primera vez, por eso vuelves constantemente a ella y nunca se desgasta.

Las meninas, Velázquez

Las meninas, Velázquez / MUSEO DEL PRADO

Las meninas, Velázquez

Las meninas, Velázquez / MUSEO DEL PRADO

Esa sensación que describe es compartida por otros artistas que se han quedado a solas delante de las obras del Prado, la de sentirse abrumados e intimidados por la mirada de los personajes retratados en los cuadros. No sé si los personajes de los cuadros le hablaban también, si lo hacen los personajes de sus libros y si le ayudan también, como la gente, a sentirse menos solo, más acompañado.

Sí. De hecho, el filósofo Friedrich Nietzsche dice que cuanto más miras al abismo, más te mira a ti el abismo. Y cada obra de arte es una especie de abismo en el que caes, entras y te pierdes. Las obras de arte pueden dar miedo. Asustan por lo vívidas que son, por lo reales y auténticas que son. Y necesito a gente alrededor cuando las miro. Pero mis personajes no me intimidan ni dan miedo, los he inventado yo, son mis marionetas, mis muñequitos. En un evento público con mi amigo Richard Ford, el novelista estadounidense, nos preguntaron si nos enamorábamos de nuestros personajes o si nos intimidaban. Y él dijo que cuando termina un libro, lo guarda en una caja, lo deja en el ático y se acabó. Un personaje de una novela no es lo mismo que el de una obra de arte, el de una obra de arte es un objeto completo, el de una novela no está completo.

Alberto García-Alix, Fantasías en El Prado

He leído en una crítica, creo que en el Finantial Times, que quien no se haya acercado a su obra, esta novela es una buena forma de hacerlo. No sé si está de acuerdo, quiero decir, Strafford y Quirke tienen una historia detrás, individual y compartida; otros personajes que aparecen tampoco son nuevos. ¿Se puede leer sin haber leído nada anterior? ¿Le condiciona a la hora de escribir el tener que pensar en quienes no sepan nada del pasado?

Sí que es un muy buen libro para empezar. Todo el mundo debería salir y comprar este libro [sonríe]. Es bastante representativo de la serie y escribo cada uno de estos libros como si fuera autoconclusivo. O sea, realmente no necesitas leer los otros, cada uno es un trabajo en sí mismo. Y me gusta este libro. No esperaba que me gustase, pero me gusta. No estoy muy seguro de por qué. Parece que he profundizado más en mi imaginación para hacer este libro. Me gusta, lo cual es sorprendente para mí.

Es usted muy conocido, pero insisto, para quien se acerque por primera vez, ¿por qué Benjamin Black para firmar sus novelas negras?, ¿no ha tenido la tentación de matar alguna vez al seudónimo también?

A ver, Benjamin Black solo existe en el mundo hispanohablante, que es como los gánsteres retirados que vienen a España a refugiarse. Pues igual. Ya lo maté en el mundo angloparlante. De hecho, cuando estaba escribiendo uno de mis libros, tuve que volver a consultar otro anterior y no soporto leer mis libros. Así que escuché el audiolibro para ver qué es lo que pasaba y pensé: no es tan malo, ¿por qué me estoy escondiendo detrás de un seudónimo? A ver, no me escondo, todo el mundo sabe que Benjamin Black soy yo, por eso lo maté en algunos países. Pero la editorial española me dijo: por favor, no, no lo hagas, no lo mates, es super conocido en España. Y dije bueno, ok, lo dejamos vivo en España.

El escritor irlandés John Banville durante una entrevista con la agencia EFE este miércoles en Madrid

El escritor irlandés John Banville durante una entrevista con la agencia EFE este miércoles en Madrid / Borja Sánchez-Trillo

El escritor irlandés John Banville durante una entrevista con la agencia EFE este miércoles en Madrid

El escritor irlandés John Banville durante una entrevista con la agencia EFE este miércoles en Madrid / Borja Sánchez-Trillo

Hablando de gánsteres. Quiénes son sus referentes en este género, un género, el de la novela policíaca, el thriller o la novela negra, que es de los más vendidos y vistos también. Porque hay muchas referencias a las películas de gánsteres y policiacas en Los ahogados.

No me gusta la idea de género, no me gusta lo de escribir novela negra u otro tipo de género. De hecho, me cuesta entender que a la gente le emocione cualquiera de mis libros, en el sentido de que puedan sentir miedo con ellos. Una de mis inspiraciones es Raymond Chandler. Raymond Chandler dijo que le daba exactamente igual quién mató al profesor Plum en la biblioteca con una tubería de acero. Me dan igual los crímenes. Me da igual lo que pasa. Lo que me gusta es la reacción de las personas frente al crimen. Cuando publiqué mi primera novela negra, como la llaman, mi amigo John Gray, el filósofo inglés, me envió un email y me dijo: acabas de inventar un nuevo género. Es una ficción criminal donde el crimen no tiene consecuencias. Y también dijo algo que me sorprendió, porque si pensamos en la mayoría de las novelas negras, como Agatha Christie, por ejemplo, la persona asesinada no es más que un cuerpo, un cadáver en la librería. Pero para ti, la víctima está tan viva como un personaje más. Y eso para mí fue un cumplido muy bonito.

¿Es un buen género o son emociones, si no quiere hablar de género, ideales para definir el mundo que habitamos, es el más pertinente en un mundo cada vez más violento y enfrentado, "sediento de sangre y caos"?

Bueno... ¿cuánto tiempo tenemos? Somos una especie extraña. Hace muchos milenios, en Mesopotamia, desarrollamos la autoconciencia, desarrollamos el lenguaje, empezamos a contarnos nuestra propia historia. Y con eso vino la conciencia sobre la muerte. Siempre estamos asustados o nos persigue la noción de que vamos a morir. Y esto nos causa terror, tristeza, pero también nos da sentido de belleza de las cosas, porque en algún momento las vamos a perder. Pero también somos la especie más sedienta de sangre, cruel y despiadada que hay sobre la faz de la Tierra. Somos el virus más exitoso que ha tenido, el covid no fue nada si lo comparamos con nosotros. Tenemos mucha suerte de vivir en el mundo en el que vivimos, aunque sea violento, aunque esté regado de sangre. Porque si miramos la historia del Imperio Romano o de la Grecia antigua, si miramos la Guerra de los Cien Años, eso sí que era caos. Eso fue una masacre infinitamente mayor a lo de ahora. Se supone que ahora estamos civilizados, hasta cierto punto, aunque, por supuesto, siempre vamos a ser monstruos en la Tierra. Pero tenemos momentos de amabilidad y hacemos objetos preciosos también.

Cuando recogió el Príncipe de Asturias, dijo en su discurso que la ambigüedad es la esencia de la vida. ¿Cree, como piensa Strafford en Los ahogados, que todos mienten, todo el mundo miente hoy? ¿Somos ambiguos, lo es el lenguaje, lo son todas las frases como lo puede ser un presunto saludo nazi?

Hay que distinguir las mentiras necesarias y las mentiras destructivas. Tenemos que vivir como si no fuésemos a morir nunca y tenemos que vivir como si fuésemos a amarnos entre nosotros para siempre. Si te enamoras, lo que le dices a tu pareja es te voy a amar siempre. Los dos, sabiendo que puede durar cinco años como mucho. Y luego, si tenemos suerte, pues se mantiene el afecto. Esto es una mentira necesaria. Tenemos que mentirnos a nosotros mismos. A veces tenemos que decirnos que somos sumamente especiales. Tenemos que caminar por el mundo fingiendo que no tenemos esa herencia genética que nos ha tocado, porque si no, no podríamos vivir. Pero luego tenemos otras mentiras. Y si miramos a Estados Unidos en este momento, es una nación de mentiras. Y esto va a ser algo muy difícil de abordar para esta generación. Yo tengo miedo de mis hijos y su futuro. Esto lo pienso no como escritor, sino como ciudadano. No es que tenga un conocimiento especial del mundo solo porque escriba.

En todo buen thriller o novela negra tiene que haber una historia de amor y celos. ¿Son el miedo y la violencia un sentimiento más universal y unificador que el amor?

Esto es una entrevista de radio, no deberías hacer preguntas como esa, dame un par de días para pensar la respuesta. Mira, nos encantan las novelas negras y las series de crímenes en televisión porque, miremos donde miremos, hay violencia por todos lados. Un bombardeo en Gaza, por ejemplo, o un ataque suicida en Madrid. Lo que sea, siempre está automáticamente en una pantalla. Y esto nos da el sentimiento de que no estamos viviendo de manera auténtica, porque la mayoría de nosotros no va a ver ni una bomba en su vida. Entonces vamos a las series de televisión escandinavas donde tenemos a mujeres jóvenes violadas, asesinadas, cortadas en trocitos. O vas a mis libros a ver cómo matan a alguien en Irlanda en el año 1950, porque eso nos da el sentido de autenticidad, que es una de las cosas que nos faltan como especie. Yo soy como un antiguo existencialista.

¿Cómo es la relación de sus protagonistas masculinos hacia las mujeres? No sé si "cerdos insensibles", pero sí son bastante torpes y machistas, la verdad, con un tufillo homófobo, no saben tratar a las mujeres e incluso quienes critican determinadas actitudes machistas, tengo la sensación de que lo hacen desde la mirada de un hombre blanco, cis, heterosexual. Que estén ambientadas en los años 40 o 50, ¿le permite huir de cierto condicionante de género, que es algo que también ha impregnado a la novela negra? O al contrario, y sí hay cierta crítica de género.

[Me temo que esta va a ser otra pregunta complicada, comenta antes de que se la traduzca la intérprete]

Otra vez la pregunta. Si miras las novelas del siglo XIX, todas son novelas históricas. En el siglo XIX nunca pensaron que la novela fuese sobre la vida contemporánea, siempre se desarrollaban en el pasado. El hecho de que la novela esté escrita en pasado ya la hace histórica. El presente es demasiado incoherente para poder plasmarlo en una página. Después del 11-S, la gente empezó a hablar de la novela del 11-S. Recuerdo que escribí un artículo sobre esto diciendo que nadie debería escribir una novela sobre el 11-S hasta que no pasasen al menos 50 años, incluso probablemente ni entonces. Porque eso no es lo que hace la novela, la novela no es abordar grandes eventos públicos, ni siquiera Guerra y paz. Lo que recordamos de la novela Guerra y paz son los pequeños detalles de la vida cotidiana de las personas, las pequeñas historias de amor, los celos, las esperanzas, los miedos. Eso es una novela. La novela va sobre los detalles.

Hay dos temas que subyacen en sus novelas y que también aparecen en Los ahogados. Por un lado la religión, ese conflicto entre católicos y protestantes, por otro el abuso infantil. Con qué consecuencias en la sociedad de hoy.

Bueno, las consecuencias en Irlanda es que estamos intentando olvidarlo. A ver, es comprensible. Lo que permitimos hacer a la Iglesia y al poder en general a las mujeres jóvenes, a los niños y a nosotros mismos fue horrible. Y por supuesto que queremos huir de eso, pero no puedes tener ningún tipo de sociedad sana y saludable si cierras los ojos al pasado. Lo sabéis muy bien en España.

¿Le obsesiona la muerte? ¿Y cómo maneja el sarcasmo y el humor para enfrentarse a la muerte?

Todos estamos obsesionados con la muerte desde que tenemos unos cinco años y nos damos cuenta de que esto se va a acabar algún día. Guía el resto de nuestra vida. Escribí una obra de teatro para la radio hace años, sobre una charla entre el filósofo Heidegger y el poeta judío Paul Celan. Tuvieron un encuentro muy conocido en Alemania en los años 60. Heidegger había sido nazi, que nunca pidió disculpas. Se fue a la tumba sin pedir perdón. Los padres de Celan habían sido destruidos durante el Holocausto. Tuvieron un encuentro una tarde y nadie sabe de qué hablaron, así que escribí una obra imaginándome esa conversación. En un punto de la conversación, Celan le pregunta a Heidegger por qué te uniste a los nazis. Y Heidegger le dice que porque los nazis le dieron a la muerte su cometido. Ellos reconocían el poder del cometido de la muerte en la vida. Heidegger decía que la muerte estaba al lado de la matrona, diciéndole dame al niño, que yo le daré vida. Es la muerte la que da la vida. Todo lo que hacemos está configurado por la vida y la muerte en el mundo. Toda la belleza en el mundo proviene de la muerte. El poeta Wallace Stevens dice que la muerte es la madre de la belleza. ¿Ha sido una respuesta suficientemente compleja para ti? Es la venganza de mis respuestas.

[me río] ¿Y su humor es genético, algo espontáneo y natural o lo busca para enfrentarse a la muerte?

Oh, el humor es genético, es un aspecto de la vida irlandesa. Nos encanta reírnos de nosotros mismos. Es como quitarnos el viento de nuestras propias velas, como diríamos en inglés. Nos encanta desmitificarnos a nosotros mismos y a los demás. Es bueno, es saludable, aunque puede ser un poco destructivo. Pero en general es mejor reírse de uno mismo, si empezase a tomarme a mí mismo en serio, sería un desastre.

Dice que está escribiendo sus memorias. No sé si al echar la vista atrás, se ha dado cuenta de dos cosas. La primera, como leemos en el primer capítulo de Los ahogados, de que "la mal llamada vida era una fiesta de cumpleaños que se ha desmadrado, con gritos y peleas y juegos cuyas reglas desconocía". La segunda, como leemos casi al final, de que "solo hay dos tipos de personas en el mundo: las que sufren la pérdida de un ser querido y las que aún no la han sufrido".

La segunda es totalmente cierta. Y la primera también. La vida al final es como ir a una fiesta de cumpleaños, que es un caos y todo el mundo está diciendo ¡qué maravilla! Todo es precioso, hay regalos y canciones. Y tú estás ahí sabiendo que esto se va a acabar, se terminará para todos. Pero, mientras dura la fiesta, ¿no es maravillosa? A ver, yo soy super mayor. Casi tengo cien años, digamos. Y aún así me lo paso bien. La vida me parece maravillosa. Encuentro la gloria en este hecho ridículo que es la vida.

La interpretación del pódcast es de Aitana Mendioroz y la fotografía de Banville de Marta Calvo.

 
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