‘Travy’, ingenio y absurdo para rendir tributo al clan Pla-Solina
Oriol Pla homenajea a su familia de artistas con una obra que reflexiona sobre dos generaciones de actores y dos formas de entender la actuación y el teatro
Cuenta el actor Oriol Pla que sus primeros recuerdos haciendo teatro le llevan a cuando apenas tenía 6 años. Su hermana Diana tenía 7 y los dos volvían por las tardes a toda prisa del colegio para ensayar en el patio interior de casa. Su padre, Quimet Pla, fundador de Els Comediants, y su madre Núria Solina, violinista y artífice de Picatrons y Circ Circ, eran quienes les decían qué tenían que hacer y sostenían una especie de estructura que les servía de escenario y que apenas se alzaba dos metros del suelo. Por aquel espectáculo en el que Diana tenía que hacer un giro en un trapecio y Oriol acompañar el número tocando la batería cobraban cinco mil pesetas. "Hay quien ahora lo llamaría explotación infantil" cuentan entre risas en la rueda de prensa a la que han traído un pequeño álbum familiar con las únicas fotos que conservan de aquellos años. Ahí fue donde comenzó todo. Una familia que ha vivido por y para el teatro toda la vida.
"Dedicarte a las artes es una forma de entender la vida" asegura Oriol Pla, que se lanza a la dirección con 'Travy', estrenada en Barcelona en 2024 y que ahora llega a Madrid al teatro de La Abadía donde se estrena este jueves 16 de enero. Estará en cartel hasta el 2 de febrero. Los textos son del propio Pla y de Pau Matas Nogué, una obra que lleva gestándose desde hace años y que reflexiona sobre dos generaciones de actores pero también sobre dos formas de hacer y entender el teatro. Todo comenzó con el ofrecimiento que Oriol Pla recibió por parte del Lliure, "estuve pensando y de las ideas que tenía la que más me dolía en la tripa era hacer algo con la familia porque tenía una especie de deuda, un deseo de poder poner en escena y el foco y hacer una especie de homenaje y de canto amoroso a la propia familia y a una estructura que está basada en una filosofía de vida pero también en una filosofía artística, en la que todo se mezcla, y unas ganas de poner en escena esa generación de la contracultura catalana que tanto hizo en su momento a nivel artístico, cultural y social y que debido al administracinismo se quedó perdida entre rincones". "Nuestros padres siempre celebraron mucho la libertad y la creatividad de cada uno y el juego y poder pasárselo bien y que cada cosa que hacemos sea divertida y eso es una forma de vivir".
Fue año y medio de trabajo creativo cuenta el dramaturgo Matas Nogué con quien Oriol lleva colaborando desde hace años en distintos proyectos (el último, 'Gola', escrita después de 'Travy' y estrenada en Cataluña a finales del 2024). "Hay algo de lo que a veces no hablamos, una cosa son las compañías y otra son los encargos. Y en este caso era un anfibio porque era un poco raro, era un encargo pero a la vez era una compañía. Yo creo que el espectáculo habla muy bien de esto, de que hay un choque generacional entre los padres que son compañías, de hacer sus cosas y moverlas, y los hijos que nos gusta más ser freelance, al final mercenarios, ir buscando oportunidades y que nos contraten. Fue un año y medio de creación pero los actores se conocían de toda la vida así que había mucho trabajo ya hecho. Estuvimos escribiendo y buscando ideas y al final salió todo".
Homenaje a la contracultura catalana
Explican que el espectáculo es una mezcla de muchas cosas, de clown y de teatro de calle, y que a través del humor, el ingenio y el absurdo sirve para indagar en los conflictos intergeneracionales y homenajear a toda una generación de cómicos que sufrieron una dictadura que intentaron salvar como pudieron. Como explica Quimet, "yo pertenezco a una generación del año 72 a una compañía que se llamaba Els Comendiants, allí se desarrollaron una serie de ideas y de conceptos muy ligados a un teatro onírico y contracultural, fuimos los primeros que salimos a la calle. Y entonces estaba prohibido. La guardia urbana se encontraba con padres, madres y niños a los que pintábamos y no sabían qué hacer con nosotros. En aquel momento si no rompías con todo, si no rompías con las normas no servía de nada. Esto generó que otros grupos nos siguieran". "El trabajo de salir a la calle era algo espontáneo, eran las ganas de explotar, de decir", añade Núria, "pero lo bueno es lo que recibías, si tú tenías ganas de salir, el público también tenía ganas de salir y era súper aceptado, las normas estaban pero se pasaban por alto. No se podía frenar".
El peso del clan
"¿Quién me dijo a mi a los 18 años cuando dejé mi casa que acabaría con toda una familia en un escenario haciendo un espectáculo?. La vida me ha dado lo mejor que podía de ella misma. Paso por todos los malos momentos que he vivido siempre que les tenga en un escenario a todos conmigo trabajando, riendo y pasándolo bien. Creo que es el mejor regalo de vida" asegura Quimet. "Es muy cómodo e incómodo a la vez trabajar con la familia" añade Núria "pero es exigente, es un reto. Da mucho miedo pero es un amor total". Toda una vida dedicada al espectáculo y junto a tu familia, una premisa que plantea una profunda reflexión sobre la carga que supone no irse nunca del clan y no vivirse uno fuera. "Hay una cosa muy de tribu y muy de clan", asegura Oriol Pla, "hay cierto peso, cierta responsabilidad y cierta herencia. La función habla de esas lealtades que a veces no sabemos si tenemos que responder a ellas o cortarlas. Y vivirse uno mismo fuera da pánico porque tienes que volver a empezar. Volver a casa siempre es bonito y te reconecta con quien eres tú". Y añade Diana, "yo creo que le pasa a todo el mundo en cualquier familia, hay un momento en el que tienes que separarte y vivirte tú, independientemente de lo que te hayan enseñado".
Escrita originalmente en catalán, la obra ha sido traducida al castellano, algo que no suele ser habitual, pocas obras salen del circuito catalán pero venir a Madrid les obligó a hacerlo, como explica Oriol "en las últimas semanas hemos hablado más castellano que en 32 años. El idioma propio de la familia desplazarlo cuando estás jugando con ello es un poco traicionar una esencia, cada uno tiene esa parte neuronal, con cada idioma cambia un poco la personalidad de cada uno. Pero aún así teníamos muchas ganas de poder contar esa parte y acercarnos al público. Ha sido muy divertido, tenemos muchas ganas porque hace que se convierta en un juego nuevo". "Hacemos lo que podemos" añade Quimet, "y quien hace lo que puede no está obligado a más".