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Malena Alterio y David Lorente: "Solidaridad con los argentinos, el ataque a la cultura también lo sufrimos aquí con la censura"

Los actores protagonizan 'Los amigos de ellos dos', una obra escrita y dirigida por Daniel Veronese. Un matrimonio ha quedado para cenar con una pareja de amigos, pero no se presentan. Mientras esperan y esperan, se desata una tormenta de confesiones íntimas y colectivas

Malena Alterio y David Lorente: "Solidaridad con Argentina, el ataque a la cultura también lo sufrimos aquí con la censura"

Malena Alterio y David Lorente: "Solidaridad con Argentina, el ataque a la cultura también lo sufrimos aquí con la censura"

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Malena Alterio es Elisa, una psicóloga que trabaja en un hospital público. David Lorente es Nicolás, su marido, un abogado que cobra menos, por horas, que la niñera que tienen contratada para cuidar a su hijo Daniel. Elisa y Nicolás son los amigos de ellos dos. Ellos dos son otro matrimonio con el que quedan para cenar, cada jueves, desde hace 12 años. Ellos dos tienen una vida aparentemente perfecta o así presumen de ella. Elisa y Nicolás no tanto, al menos si la comparamos con la de ellos dos. Es jueves, estamos en el reservado de un restaurante y los amigos de ellos dos no aparecen. Esperando a Godot, se desata la tormenta.

'Los amigos de ellos dos' es una obra escrita por Matías del Federico y Daniel Veronese, este último al frente de la dirección también. Estrenaron en el Teatro Palacio Valdés de Avilés en diciembre y ya han recorrido decenas de ciudades españolas colgando el cartel de localidades agotadas, según han comentado en la rueda de prensa en Naves del Español, en Madrid, a donde acaban de llegar. Alterio y Lorente, dos actores muy conocidos y queridos por sus papeles en cine y televisión, son un gran reclamo. Sin hacer spoilers, sí diremos que el diablo se esconde en los pequeños detalles, que es una obra de matices, como otras del director y dramaturgo argentino. Que todo lo que se dice tiene un porqué y que si se ve por segunda vez, como hemos hecho, las cosas se perciben de otra manera.

David Lorente, Daniel Veronese y Malena Alterio

David Lorente, Daniel Veronese y Malena Alterio / Sergio Parra

Hablamos con Daniel Veronese el pasado Festival de Otoño y nos decía que a él lo que le interesa, por encima de todo, más allá de la puesta en escena y demás, es el trabajo actoral, los gestos, el poder de la palabra, los pequeños movimientos. ¿Cómo ha sido ese trabajo actoral con Daniel?

Malena: Ha sido una delicia. Es mi segunda vez y no hay dos sin tres, no descarto que en el futuro nos volvamos a encontrar. Es una maravilla trabajar con Daniel, porque es verdad que le encantan los actores, le encanta el ser humano. En realidad, él viene de El Periférico de Objetos (compañía argentina de teatro de objetos y de títeres) y llegó un momento en el que tomó otro camino, que es trabajar con los actores. Prioriza sobre todo eso, el trabajo con los mimbres que somos cada uno, la especificidad de cada uno, lo que podemos aportar cada uno. No te impone cómo hacerlo, te demanda que lo hagas tú a tu rollo, pero que lo saques de adentro y luego es muy generoso y contradictorio, a ver si me corrige David o no. Él es muy teatral, pero a la vez no quiere lo teatroso, la impostura. Cualquiera que haya visto algún texto de Daniel, bajo su dirección, podríamos ser los actores con nuestra ropa, nuestra ropa de calle, en un sitio sin luces y hacer la obra. No le gusta el artificio, no le gusta lo que sea impostado y yo comulgo con eso. Me encanta, me encanta. Ha sido otro placer volver a encontrarme con él.

David: Para mí ha sido un antes y un después y lo digo de corazón. Trabajar con Veronese, desde luego, y con la suerte de tener de compañera a Malena. Creo firmemente en esta manera de hacer teatro, esta manera efectivamente teatral, pero no teatrosa, que es un concepto que ya me quedo para el resto de mi vida. El director diciéndome no seas teatroso, no seas teatroso. Y además es alguien que te pilla en todo, en el mejor sentido. Lo tiene tan claro, que escucha. Para mí, el hombre o la mujer sabia lo es porque escucha. Y Veronese escucha dirigiendo y eso es una maravilla, porque el rebote es de una sensación de libertad. No se puede pedir más.

A propósito de escuchar. Nos obligáis a los espectadores, como estáis obligados vosotros, a estar encerrados en el reservado de un restaurante durante una hora y 20 minutos. ¿Es precisamente eso lo que necesita el ser humano en estos tiempos? Parar, encerrarse para poder escucharse a sí mismo y escuchar a los demás.

David: Sin duda, sin duda. No sé si la reflexión, huyo un poco de esos conceptos de reflexionar con lo que ves en el escenario, porque creo que es una cuestión de sentir, pero lo que se consigue, efectivamente, es que todos estamos obligados a esperar. Nosotros tenemos que crear la sensación de que estos dos amigos pueden entrar en cualquier momento, en cualquier momento. Eso genera, efectivamente, una escucha hacia qué cojones está pasando aquí fuera. En lugar de qué me pasa a mí, que esto es un poco ahora el yoísmo, qué pasa fuera, cómo lo demás nos desestabiliza. Y por qué.

Malena: Estoy pensando ahora que es verdad, que hay veces que la vida te pone en esa espera y en esa reflexión, porque hace nada vivimos una pandemia en donde tuvimos que estar todos encerrados, parados, pensando. Nos tomamos el tiempo de pensar qué pasa entre nosotros, qué nos pasa en relación a los otros, en qué momento estamos. ¿Compensa seguir como estamos o necesitamos cambiar? Es verdad que la pandemia nos vino y a Nicolás y a Eli también le viene en esta espera, que de repente se está demorando más de lo que habitualmente es y se está volviendo densa. Eso también me encanta del texto y de la obra, que ante una cuestión cotidiana y de pareja, de repente se empieza a volver de una densidad y de una hondura que no corresponde a lo que están diciendo. El espectador percibe que hay algo más debajo de todo esto que yo no estoy pillando. Y bueno, a medida que avanza la obra te vamos dando más pistas.

Malena Alterio y David Lorente en &#039;Los amigos de ellos dos&#039;

Malena Alterio y David Lorente en 'Los amigos de ellos dos' / Sergio Parra

Es una reflexión o, si no te gusta la palabra reflexión, David, son conversaciones sobre la fragilidad de las relaciones humanas. La relación con nosotros mismos -qué somos y qué nos gustaría ser-, la relación con nuestra pareja y la relación con nuestros amigos, qué lugar ocupamos en sus vidas. ¿Es una terapia de pareja a lo que asistimos?

David: Es un ejercicio teatral muy divertido en el cual, desde luego, como buen ejercicio teatral, hay un poso de... de reflexión, vale, jajaja.

Malena: ¡Dilo!

David: Pero de una reflexión no intelectualizada. Es que me ha encantado lo que has dicho antes, que el público también está esperando a estos dos y, si ellos entran, todo vuelve a la normalidad. Estoy convencido de que si en cualquier momento entran, hasta en el momento más fastidiado, si entraran, todo volvería a la normalidad. Y todo se taparía con la capa de normalidad que vivimos la vida, pero no entran. No entran y por eso se desata el paréntesis. Y eso en teatro es maravilloso. Hacer un paréntesis en la vida y encima tan divertido.

¿Somos envidiosos por naturaleza o simplemente nos comparamos siempre con los demás? ¿Existimos en función de la mirada de los demás, del lugar que ocupamos en la vida de los demás?

Malena: Hombre, yo creo que es inevitable, ¿no? Otra cosa es cómo gestiones esa envidia o ese compararte. Hay gente que no la gestiona bien y que es una insatisfacción constante, pero creo que la comparación es inevitable. Y en este tiempo nuestro, con las redes sociales, donde podemos asomarnos a una realidad que no es tan real, que es lo que nos muestra el Instagram. Tenemos esa puerta abierta y es inevitable decir hostia, mira qué casa, mira qué culo, qué pelo, mira qué cuerpo, ¡hostia puta! Yo creo que el ejercicio más sano e inteligente, después de muchos años de terapia, es sentirse satisfecho con lo que uno tiene. Y eso es lo que a mí me hace feliz y trato de ir en esa dirección. Ahora, obviamente la comparación está, es inevitable.

¿Vivimos permanentemente insatisfechos? ¿Es la frustración la gran pandemia de nuestro tiempo? En la obra habláis de eso precisamente, de la rabia y la ira contenida por no poder cambiar las cosas. ¿Necesitamos enfadarnos más, manifestar esa rabia?

David: Es que es muy complicado, por un lado nos venden que seamos nosotros mismos y por otro lado no hay manera de ser nosotros mismos, es un conflicto continuo. Creo que en la función se refleja con mucho humor, que al final depende de cómo uno se encuentre. Somos dos, cada uno tiene un punto de partida y es muy interesante, porque al final consiste en cómo te levantes, cómo te sientas, qué te pasa en la vida, qué anhelas, qué envidias de los demás. No sé vosotros, pero yo desde luego hay días que soy muy envidioso, otros que no, depende.

Otra de las preguntas que lanza la obra: ¿las personas pueden cambiar o su esencia siempre permanece?

Malena: Ay, es la gran pregunta. ¿Las personas pueden cambiar? Pues mira, yo creo que, en esencia, no, no tanto.

David: Yo tampoco.

Malena: Pero sí que pueden evolucionar. Porque fíjate, acabo de cumplir los 50, me reúno con mis amigos del colegio, los vuelvo a ver y digo: pero si nosotros ya éramos cuando éramos niños. Tengo amigas que son iguales en su esencia, en su impronta personal. Yo creo que eso no cambia, pero sí que hay una evolución como ser humano, porque si no sería fatídico. Yo no me siento igual ahora que hace 30 años. Creo que sí, que he cambiado, que la vida te cambia, te modifica, te hace crecer. Pero hay algo de la esencia que creo que no cambia. No sé.

David: Yo opino igual y creo, además, que está incluso un poco sobrevalorado el cambiar y el estar a gusto consigo mismo. O sea, creo que no hay que estar tan a gusto consigo mismo. Creo que hay una parte que es el compromiso con los demás, el sacrificio, que a veces tienes que cambiar tu manera de ser y te jodes. Te fastidias, te callas, cambias lo que no está bien, no para seguir siendo feliz de la vida, sino porque hay que cambiar lo que no está bien. Yo abogo más por eso.

La masculinidad, por ejemplo, que también tiene que cambiar. Nicolás dice: "soy un hombre y me han hecho así, competitivo". En otro momento le dice a ella: "estos mensajes tontos que mandáis las chicas. Las chicas son más informales, más relajadas que los chicos". ¿Habría que revisar un poco la masculinidad?

David: Absolutamente. Y es un claro ejemplo para mí. Quién sienta que no puede ser de esa otra manera, pues te fastidias, porque tienes que serlo. Porque con el tiempo hemos aprendido que el hombre y la mujer son iguales. Entonces, si tú no lo ves, pues te jodes. No lo veas, pero cambia, deja de ir por ese camino. Oye, es que entonces no estoy a gusto conmigo mismo. Ya, pero los demás estamos más a gusto contigo, ¿sabes?

Malena: La humanidad.

David: Claro, es importante.

Malena: Yo creo que es esencial y vamos por ese camino. Ahí sí que siento que estamos cambiando y que mi generación no tiene nada que ver con las generaciones de mi sobrina, las que vienen ahora. En cuanto a la masculinidad, digo. Pero sí, también en este texto, en estos diálogos también está la impronta de Daniel Veronese, que es muy heterosexual, masculino y tiene esa postura muy claramente definida, no lo oculta, creo que está bien reflejado, que esas posturas hay que limarlas y equilibrarlas.

Malena Alterio y David Lorente en &#039;Los amigos de ellos dos&#039;

Malena Alterio y David Lorente en 'Los amigos de ellos dos' / Sergio Parra

Habéis hecho mucho cine, mucha televisión, ¿qué os aporta el teatro?

Malena: El teatro es la artesanía pura, es el día a día, es el contrastar con un público en directo. El abismo, el no saber qué va a pasar, el ser dueño de lo que uno hace, del ritmo, de la comunión con mi compañero y con la gente que nos observa, es poder amasar y cocinar el trabajo antes de mostrarlo. Y seguir amasando y cocinando mientras lo estamos mostrando. Todas esas cosas. En el cine hay veces que uno se pierde, porque estás más a merced de un director, de un montaje y de una marca, de una posición, de una luz e incluso no puedes tener a tu compañero delante. Hay veces que uno está haciendo cine y estás mirando una chincheta o un cacho de cinta en donde tienes que imaginarte todo. En el teatro no, es directo, y eso me hace crecer y me da mucha vida, la verdad.

David: Ni una palabra mía lo mejoraría. O sea, no se puede explicar mejor.

Daniel Veronese: &quot;Hay una necesidad de cambio en Argentina, pero el cambio no puede ser incendiar la casa para eliminar las pulgas&quot;

Para terminar, Daniel Veronese también nos decía que Argentina necesita un cambio, pero que no se puede incendiar la casa para eliminar las pulgas. ¿Cómo vivís la situación de la cultura de nuestros compañeros argentinos? Especialmente tú, Malena, que naciste en Buenos Aires y ya has trabajado con Daniel.

Malena: Muy preocupados. Observando desde la distancia y apoyando en la medida de nuestras posibilidades, que son pocas desde aquí. Vete tú a saber qué se puede hacer, más que pronunciarme y expresar mi preocupación y mi disconformidad absoluta con las medidas que se están tomando con el nuevo presidente en relación a la cultura, en relación a la sanidad, en relación a la educación, en relación a la mujer, al aborto, etcétera, etcétera, etcétera. No comulgo con el camino que se está tomando y bueno, expectantes, observando a ver qué pasa.

David: Yo, desde luego, sólo añadir que está pasando aquí también, en este país, afortunadamente a una escala mucho más reducida. Pero verdaderamente pasan los años, pasan los ciclos históricos y continuamos con la misma historia, que es que cuando alguien quiere someter a la población, lo que hace también es censurar. Y eso yo creo que debería ser motivo para por lo menos estar alerta. Alguien que no me deja ver libremente lo que yo quiero ver, que me quiere llevar por algún sitio, eso no mola.

Malena Alterio y David Lorente posan durante la presentación de &#039;Los amigos de ellos dos&#039;, en Naves de Matadero de Madrid.

Malena Alterio y David Lorente posan durante la presentación de 'Los amigos de ellos dos', en Naves de Matadero de Madrid. / Inma Tapia

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