María Fernanda Ampuero: "Estamos en 2024, españoles, Franco ha muerto y España, un paraíso para los diferentes, está retrocediendo"

Cuenta María Fernanda Ampuero (Guayaquil, 47 años), una de las escritoras de cabecera de una nueva generación de autoras que está marcando la ficción en español, que le gusta que sus libros impacten en las lectoras y los lectores. Visceral es una prueba de ello, un libro que transita lo autobiográfico para narrar los traumas y miedos, las obsesiones y los deseos de la autora, pero que también son reflejo de toda una sociedad. "A la gente no le importa nada. Es como el poema de Brecht, de vinieron a por alguien y como no era yo, pues no me importó. Eso ha pasado, primero a por los migrantes y manteros, pero yo no hice nada porque no era mantero. Luego a por los LGTBI, pero yo no hice nada porque no soy LGTBI. Y luego vinieron a por las mujeres feministas, pero yo no hice nada porque no soy mujer feminista. Al final se van a quedar este grupo de hombre blancos, heterosexuales, ricos, etcétera, mirándose y preguntándose quién nos va a limpiar la casa ahora, quién nos va a atender. Igual piensan que debieron decir algo de Vox antes de que cogieran tanto poder", dice en esta entrevista en la Cadena SER.

La autora saca su rabia en este libro que es la rabia de muchas y muchos. Una rabia que comienza con esas imágenes de la impotencia durante la pandemia, una rabia ligada al racismo, a la violencia contra las mujeres y a la disciplina que la sociedad pone en aquellos cuerpos que no son como el patriarcado quiere. "¿Quién decidió la cantidad de grasa o el peso ideal? Eso lo decidieron unos señores hace mil años y no tomaron en cuenta culturas, características físicas. Yo soy latina con ascendentes afro. Puedo ser más voluptuosa. Nadie pensó en eso, solo en los gringos. Y entonces es un canon inalcanzable. Y aprender a querer tus curvas y aprender a querer tu cuerpo y a vestir como te guste y no ocultarlo, es un proceso. Y el día que te agarra con la guardia baja, es como una enfermedad que está latente y entonces cuando te bajan las defensas pues te sale".

La reapropiación del insulto es algo que reivindica Ampuero. "El colectivo LGTBI se ha apropiado de los insultos para llamarse a sí mismos y eso es maravilloso. Nosotras nos hemos apropiado de gorda y no nos parece peyorativo, pues es lo que somos, y zorra también", dice sobre la polémica canción de Nebulossa, que ella ha defendido en estos últimos meses. Gorda es el insulto que la marcó de niña, donde empezó a sufrir la primera violencia, el acoso escolar de compañeros y compañeras en Guayaquil, Ecuador. La infancia como el mayor de los terrores es algo que ha indagado el cine, ahí está Carrie, y la literatura de la autora.

Ampliar

Su formación de cronista emana en los capítulos de Visceral, que nos llevan a una realidad muy cercana y conocida, pero donde el terror emerge en cada página. Grita es un texto que habla de su propia violación. "A pesar de que tenía 41 años, no estaba segura de que lo que me había pasado era una violación. Soy feminista, he leído todo, pero cuando lo aplicaba a mí, no estaba segura, porque yo fui voluntariamente con ese hombre y quedé con un desconocido. Soy una mujer deseante en un mundo de mierda que castiga a las mujeres por querer tener sexo. Yo fui castigada", cuenta Ampuero, que habla también de otras violencias. "Es violencia química, por ejemplo, la cantidad de drogas que me dieron a mí de niña para adelgazar, los tratamientos tremendos que llevaban anfetaminas y llevaban también somníferos. Es fuerte cómo a mis padres les escandalizaría que yo hubiese sido una yonki, que yo fuera adicta a las anfetas, pero me daban anfetas". Precisamente el físico es un tema recurrente en el libro. "El valor máximo era la delgadez. A pesar de que no es normal que una adolescente mamífera en crecimiento no tenga hambre. Pero ellos aplaudían eso". Es algo que ocurre todavía, se siguen vendiendo píldoras y tratamientos que no sabemos qué conllevan en términos de adicción o de daños corporales.

"Vivir ya es un trabajo, pagar las cuentas, tener todo en orden. A parte de esos trabajos vitales, está también el de decir 'no te odies'. La batalla diaria, decidir qué comes o qué no comes, cómo te mueves, y luego pones la televisión y hay gente delgadísima". Luego está la vejez. "Estoy hablando de Boyero, que se atrevió a criticar a nuestra Jodie Foster, que está fantástica. Si Foster se hubiera puesto bótox y se hubiera hecho de todo, él también la criticaría. Es que no hay cómo ganar. Es una actriz como la copa de un pino, el True detective de Jodie Foster es extraordinario. Pero a él no le gustó porque está envejeciendo mal. Señor Boyero, le recomiendo un espejo", dice la escritora, que no tiene problemas en apelar a la familia y, sobre todo, a la madre. Con ella, el núcleo familiar, la ciudad familiar (Guayaquil como lugar literario). "Llevo 20 años fuera de allí, son muchos. Además, me hice adulta y tomé las decisiones vitales que me iban a convertir en quién soy yo, aquí. España significa para mí todo mi proceso de convertirme en la mujer que soy, que soy ahora", reconoce sobre cómo ha configurado su identidad entre dos países. Su relación con Ecuador es compleja. "Mi madre todavía está allí y creo que la patria es, como decían, la infancia. Tengo terror de que muera y yo estar a 10.000 kilómetros, que fue lo que me pasó con mi padre. Hay mucha culpa, porque soy mujer y, como tal, tenemos ese estigma de cuidadoras, y debería estar al lado de mi madre anciana".

Desde el cambio climático y la deforestación de la Amazonia, que es una de sus grandes preocupaciones, a la ultraderecha de Vox, hay muchas razones para escribir relatos de terror, afirma Ampuero. Le sorprende que en 2024 la separación Iglesia y Estado sea una entelequia en España, dice, un país que hace 20 años era un paraíso para los diferentes y que hoy esta retrocediendo. "Con lo que fueron los 80 y la movida madrileña, ¿por qué no retomar aquella libertad?, ¿qué miedo hay?", se pregunta. Aunque quizá lo que vertebra todo el libro es la salud mental. "Hay una obsesión con la normalidad", explica la autora que cuenta una anécdota de su madre, que siempre dice a sus amigos que ella es normal. "Todavía avergüenza la salud mental, sigue habiendo estigma, fíjate que había un montón de nombres para la depresión en el siglo XVIII y XIX. Loco sigue siendo un insulto, que es otra palabra de la que nos hemos apropiado. Hoy luchamos por un derecho a la salud mental digna. La sanidad pública tiene esa deuda con los que somos neurodivergentes. Todavía se compara, te dicen, pero mira esta persona que superó la muerte de su hijo y que está bien. Bueno, pues esa persona será más fuerte, yo no. Somos distintos, yo me tengo que medicar para estar aquí".

Este 2021 fue finalista del Premio Tigre Juan, por su novela Sacrificios Humanos. Su obra más emblemática hasta el momento es Pelea de Gallos, por la cual recibió el premio Joaquín Gallegos Lara y fue elegida como uno de los 10 mejores libros de ficción del 2018, según un artículo de The New York Times. Ella también ha recibido el premio Ciespal de Crónica, el Cosecha Eñe por el relato de Nam, en 2016, entre otros.