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Opinión

Lo que vale un peine

"Una recta secante es la que entra en el meollo. Por otro lado, siendo uno tangente, siempre queda aparte, se mantiene a resguardo. De este modo, me hice tangencial, y abracé lo marginal en los libros, en los discos..., en lo fácil"

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¡Triángulos, rectángulos y circunferencias!, parecía una exclamación de la Bruja Avería, pero era el maestro explicándonos la trigonometría, convirtiéndose en un Carl Sagan del mundo sexagesimal. El porta ángulos era nuestro medio de transporte, nos convertía en camareros de bandeja llevando en equilibrio un montón de cosas difíciles, de un sitio a otro, sin que se nos cayeran. Allí comprendí que en la vida había que ser secante, y sin embargo, mi espíritu era tangente. Un carácter secante atraviesa el ojo del huracán, se tira a la piscina. Una recta secante es la que entra en el meollo. Por otro lado, siendo uno tangente, siempre queda aparte, se mantiene a resguardo. De este modo, me hice tangencial, y abracé lo marginal en los libros, en los discos..., en lo fácil. Pero no era por rebeldía, era por comodón. Había descubierto que, si negaba la mayor, no tenía que trabajar. Pasar de refilón por las cosas, como los meteoritos que nunca se estrellan, como los autos de choque que, en el último momento, evitan el trompazo. De rasqui no paga, lo decíamos jugando a las canicas. Como medio de locomoción, los autos de choque no llevaban muy lejos, pero allí ponían música. En esa época, sonaba todo el rato la canción Tragedy, de los Bee Gees, y los mayores llevaban aquella correa con la hebilla en forma de pies de una pareja acostada. Aquellos chavales eran tangenciales respecto a la sociedad, y también lo eran respecto a su propio cuerpo; pues, por la curva del culo, por el bolsillo de atrás, les salía tangencialmente el mango redondo de un peine. Fueron el eslabón perdido. Los últimos de una especie, y los primeros de nuestro mundo. Hoy, todo es tangencial. Por ejemplo, para saber cómo va la política, tienes que mirar una foto, y recordar lo que vale un peine.

 
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