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Opinión

Los mapas mudos

"Con el mapa mudo, quedaban mudos los gritos que salían de las descargas eléctricas, de las palizas, de las quemaduras que se aplicaban en las torturas. Preferían romper a la gente, que romper España"

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Ahora nos gusta mucho ver debates; pero, antes, íbamos al colegio con un mapa mudo. Era otra época. El mapa mudo reflejaba una España muda. A diferencia del mapa político, el mapa mudo daba una uniformidad, una igualdad. Esto era porque estaba vacío de palabras. Le faltaban los nombres de las montañas, de los ríos, de los pueblos. Resultaba más confuso el mapa político. La política siempre lo complica todo. Ya se lo decía Franco a sus ministros: “Haga usted como yo, y no se meta en política”. Los adictos al régimen, la dictadura franquista, se pasaban el día defendiendo España. Veían por todas partes enemigos que querían romperla. Ahora, a esto se le llama conspiranoia, pero en aquellos días no era gracioso, pues detrás de sus discursos se amontonaban sótanos dedicados a la tortura y a la persecución. Al mismo tiempo que los perseguidores insistían en que España estaba en peligro, Blas de Otero escribía versos que decían que, aquí, quien estaba en peligro era el hombre. Y si los hombres estaban en peligro, imagínense las mujeres. Con el mapa mudo, quedaban mudos los gritos que salían de las descargas eléctricas, de las palizas, de las quemaduras que se aplicaban en las torturas. Preferían romper a la gente, que romper España. Para ellos, España no era su gente. Cada vez que dicen que España se rompe, me imagino un mapa mudo. Nunca hay que callar. Por eso ha denunciado a sus torturadores franquistas el militante histórico comunista Carlos Vallejo. La fiscalía ha pedido que se investigue a seis mandos policiales. Le detuvieron y torturaron en la comisaría de Via Laietana, en Barcelona, por llevar octavillas con un poema de Alberti contra las seis penas de muerte del proceso de Burgos. En aquel tiempo, estaban rotos hasta los huesos de la gente. Pero quedaba la palabra.

 
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