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Opinión

Las vacas flacas

"Cuando una enfermedad contagiosa acaba, empieza otra. En realidad, están todas siempre a la vez; pero la salud no es tan importante como el fútbol, y por eso no hay un Carrusel Deportivo de los ambulatorios que retransmita todo lo que está sucediendo simultáneamente en las diferentes consultas y hospitales de España"

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Lo bueno de madrugar, por ejemplo, es que se puede atentar contra la salud pública desde bien temprano. Esto se hace siempre en nombre de la libertad, y en defensa del derecho de los pobres a ponerse malos, que son quienes más lo merecen. Porque, detrás de todo pobre, se esconde un rico en males y desgracias. Para que enfermen todos los pobres como Dios manda y, de paso, la espichen los parias más recalcitrantes, basta con una doble acción combinada, como el Filvit, la cual consiste, por un lado, en no poner barreras a las enfermedades contagiosas, y dejarlas campar a sus anchas y, a la vez, desmantelar la sanidad pública. Si un pobre la palma, no pasa nada. Se pone otro más nuevo en su lugar y la vida sigue. Cuando una enfermedad contagiosa acaba, empieza otra. En realidad, están todas siempre a la vez; pero la salud no es tan importante como el fútbol, y por eso no hay un Carrusel Deportivo de los ambulatorios que retransmita todo lo que está sucediendo simultáneamente en las diferentes consultas y hospitales de España. Más que de poner barreras, los dueños del cotarro son mucho de usar vallas y cercados. En el campo, lo que no es valle es valla. En la ciudad, sin embargo, las vallas están siempre junto a las obras, en conocido porcentaje. Cuando las gentes del cercado se enfadan, asaltan las sedes democráticas. Esto las vincula al movimiento ocupa, pero no les importa porque llevan torta, que es lo que están acostumbradas a dar. Siempre que pueden, dan un golpe. A los animales, les dan libertad para ponerse malos, como a los pobres, y hasta les dejan tener tuberculosis. Son gente de bien. En España, La montaña mágica es una dehesa llena de vacas con febrícula. Vivimos en un mundo donde las vacas flacas les votan a las vacas gordas.

 
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