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El teatro como escenario del crimen: así es 'Asesinato de un fotógrafo', la nueva obra de Pablo Rosal

El dramaturgo trae a la Abadía su nuevo montaje dirigido por Ferràn Dordal donde homenajea y parodia al 'noir' en una obra donde la imagen y el sonido envuelven al espectador

'Asesinato de un fotógrafo', el noir llega al teatro de la mano de Pablo Rosal y Ferràn Dordal

'Asesinato de un fotógrafo', el noir llega al teatro de la mano de Pablo Rosal y Ferràn Dordal

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Toda escena de un crimen es una puesta en escena. Todo cadáver inaugura un relato. Es la idea del dramaturgo y actor Pablo Rosal, alma mater de Asesinato de un fotógrafo, su nuevo montaje que, tras unos meses en Barcelona, llega a Madrid, al Teatro de la Abadía. Una obra que se inicia con un crimen, el asesinato de un fotógrafo alemán que contrata a un detective para que adivine su inminente asesinato. Ese es el punto de partida de un texto que disecciona el género, el noir, pero también las esencias del propio teatro. "Es un homenaje a lo grande a las potencias del teatro, como la voz, que es capaz de sugerir y aludir mundos, crear mundos que aparecen y desaparecen mientras dura la experiencia artística", dice el autor en una entrevista en la Cadena SER.

Dirigida por Ferràn Dordal, la puesta en escena se apoya en un texto cuidadosamente escrito. Con un lenguaje exquisito al que Rosal ha dedicado tiempo y reflexión. El lenguaje de las cosas bien dichas en boca de una serie de personajes interpretados por el mismo actor. "Era un dispositivo que yo llevaba varios años rumiando y pensando si funcionaría. Lo había estado probando con algún amigo, con Diego Anido, el actor de As Bestas, y quería comprobar si funcionaba, si un solo intérprete era capaz de de sugerir, sugestionar muchas voces a la vez y con muy poco, apenas sugiriendo, sin hacer transformismo", nos cuenta Rosal. "Teníamos ganas de que no fuera un ejercicio de de virtuosismo actoral, sino que fuera más desde casi un mundo de sugerencias, desde una base muy fuerte de una especie de personaje troncal que después fuera como casi sugiriendo estas otras voces", apunta el director de escena.

Un único actor que no está solo en el escenario, sino acompañado por la luz, el sonido, la imagen y los espectadores, pieza clave para resolver este rocambolesco asesinato. El sonido se reivindica en este espectáculo como un elemento clave del teatro. El sonido y la música que acompañan al actor y hacen más sugerente las múltiples lecturas de una obra que evita caer en lo literal. Además, está la imagen, con el uso de una serie de fotografías de una Barcelona alejada de los centros turísticos. "Hay una especie de diálogo constante entre esta voz que lleva Pablo, las fotografías y después un mundo musical, más que sonoro. Hay un diálogo entre Pablo, las fotos y la música que nos saca del monólogo y nos acerca al one men show", explica Dordal.

Sin embargo, ambos coinciden en que la obra es totalmente clásica. "Es quizá algo que no se esperaba de nosotros, pero así es", confirman. En lugar de añadir, han quitado. Esa ha sido la norma. "Ha sido un trabajo de depuración. Podríamos hacer tantas cosas, pero hemos hecho muy poco muy significativo, como que hemos llegado a cada decisión escénica después de desechar muchas otras. Es un espectáculo que parece muy simple, pero en realidad está muy trabajado, muy imbricado en esta cosa, casi minimalista", cuenta el director.

Decía Ricardo Piglia que el género negro es el gran género de la era moderna, el género de la ciudad, que ya no se basa en valores divinos. "En este caso el género lo que hace es acotar, limitar mucho para entender la ciudad, limitar la ciudad a unos códigos morales que son deudores de lo medieval casi, del buscar la verdad por encima de todo. El género negro es un es una potencia de de sabiduría, de luminosidad, de quitar, de despejar lo que sobra, de despejar la mentira, despejar lo falso, lo injusto", dice Pablo Rosal, que ha leído a Piglia y ha tomado buena nota para este texto que funciona en diversas capas.

"Es un género que yo conocía muy superficialmente, como lector y espectador de películas, pero nunca me había sumergido en él. Lo he estudiado sistemáticamente y fue muy apasionante este proceso de ir descubriendo las todas las variantes que hay dentro del género. Hubo un campo de referencias muy, muy amplio que compartimos y que creo que también nos ayudó a encontrar un cierto imaginario en común", explica Dordal que fue el elegido por Rosal para dirigirle. Los dos tenían claro que había que buscar una explicación a las cosas, una crítica social casi sin que nos demos cuenta. "Es una crítica a toda la sociedad".

Asesinato de un fotógrafo es un homenaje y una parodia. Lo que hacía Mel Brooks desde el humor con cada género o película que amaba. Lo que hizo Cervantes con las novelas de caballería. Es lo que hace esta pareja con las historias de detectives. Entrar en las reglas del juego, en todos los clichés para romperlos sin destruir nada y destruyéndolo todo. "La clave es que nos lo hemos tomado muy en serio. Es decir, que todas estas respuestas tan elevadas, tan inteligentes del detective nos las hemos tomado muy en serio".

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 

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