Cómo las democracias iliberales limitan los derechos humanos con el consentimiento de la ciudadanía

Madrid

Aunque estudie en profundidad la historia de Europa, haya cubierto como enviado especial diversos conflictos armados y ahora sea jefe de la sección de Cultura en el diario El País, Guillermo Altares reconoce que es difícil saber quién puede convertir su gobierno en una dictadura. “El autoritarismo toma muchas formas y a veces sabe esconderse muy bien”, explica el periodista, que publica 'Los silencios de la libertad: Cómo Europa perdió y ganó su democracia'. El libro, editado por Tusquets, hace un análisis de la formación de dictaduras a partir del terror y el odio, además de su sostenimiento gracias al apoyo de quienes viven en estas dictaduras. A su vez, plasma resquicios que han permitido buscar la libertad en periodos donde salvar la vida propia suponía arriesgar la de otras personas.

Estudiando la Antigua Grecia, la Alemania nazi, la Francia de Vichy o el origen veneciano del término "gueto", Altares analiza la historia con los matices que han definido el mundo como lo conocemos. “Las causas justas pueden ser despiadadas y violar los mismos preceptos que defendían”, escribe en su libro. Toma como ejemplo el rapar las cabezas de las mujeres, una práctica utilizada tanto por los fascistas contra mujeres republicanas en la Guerra Civil Española, como por los integrantes de la Resistencia francesa contra las colaboracionistas con el nazismo.

Para Altares, escuchar lo que han cubierto compañeros como Mikel Ayestarán o Luis de Vega en la invasión rusa en Ucrania y estudiar la historia de Europa le ha producido la sensación de que los golpes de violencia "podrían estallar en cualquier momento y en cualquier periodo”. Altares también pone el ojo en la paradoja de sociedades que, a la vez que son más mestizas o amables con la diversidad sexual, al mismo tiempo han normalizado en el ecosistema político partidos que no comparten la idea de igualdad entre los seres humanos. A su entender, el rechazo a lo distinto "muchas veces tiene que ver con el miedo, con cambios enormes”.

Además de buscar un hilo común respecto a las actitudes tiránicas que han tenido gobernantes como César Augusto, Benito Mussolini o Adolf Hitler, Altares también usa el libro para buscar apuntes poco conocidos sobre la historia Europea. Uno de ellos es que durante la Alemania nazi, el país estaba lleno de "trabajadores extranjeros", eufemismo para nombrar a personas esclavizadas cuyo estatus le permitía al régimen controlarles aún más. Sin embargo, de forma imprevisible respecto al temor de las SS y la Gestapo de que se produjera un levantamiento de estos trabajadores explotados, "nunca tuvieron miedo de que se produjera un levantamiento de alemanes”, señala el periodista.

Bukele, el presidente que "gobierna como tuitea"

Tras un repaso por el estudio teórico de gobiernos autoritarios en la historia de Europa, en 'A vivir' fuimos a un caso práctico en pleno desarrollo: el gobierno de Nayib Bukele en El Salvador. El país centroamericano lleva en Estado de excepción desde poco más de un año, y entre las más de 60,000 personas detenidas, donde una mayoría pertenece a las maras, hay también personas arbitrariamente privadas de su libertad, como ha denunciado Human Rights Watch. Sin embargo, Nayib Bukele sigue teniendo porcentajes del 90% de aceptación, como explicó Florent Zemmouche García, director de la versión en español de la revista Le Grand Continent y columnista en La Prensa Gráfica. Como es ineludible que las maras están saliendo de la calle y la estrategia de comunicación de Bukele es tal "que El Salvador ha olvidado que estaba en Estado de excepción", expone Zemmouche García.

“La democracia no es algo importante para Bukele", apunta el columnista. “Las reglas poco importan, lo que importa es el resultado”. Incluso, el vicepresidente Félix Ulloa dijo en la BBC, en palabras de Zemmouche García, que, si hay errores cometidos por la administración, "no importa porque una mayoría de los salvadoreños está feliz y satisfecha con las medidas”.

De no ser por las redes sociales, Nayib Bukele no se entendería ni gobernaría El Salvador. “Gobierna como tuitea. [... ] Hay mucha improvisación. Es muy difícil seguir una hoja de ruta porque básicamente no existe”, explica el director de Le Grand Continent.

A pesar de que el mandato actual en El Salvador no se puede catalogar de dictadura, según Zemmouche García, porque "Bukele arrasó en elecciones libres", la gran pregunta es hasta dónde llegará su mandato, aunque sea inconstitucional su reelección en 2024. Y aunque Bukele diga que su jefe es “la gente honrada”, queda ver si respeta las normas que él mismo promulga en su país.