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El indomable Lawrence de Arabia

Siendo todavía joven ya sabía hablar con fluidez varios idiomas, como el francés, alemán, árabe, turco, griego e incluso latín. Todo esto aparte de su inglés nativo. Su fama póstuma se debe sin duda a un film. No ha habido, ni habrá nunca, una película como ‘Lawrence de Arabia’ (David Lean, 1962) en la que este militar inglés insubordinado, pero de exquisita educación, por nombre Thomas Edward Lawrence, fue interpretado por un soberbio Peter O’Toole en el papel de su vida

Anthony Quinn, Peter O’Toole y Omar Sharif en una escena de Lawrence de Arabia.

Nos tenemos que remontar a la Primera Guerra Mundial, en la que Lawrence actuó como consejero del príncipe Faysal, uno de los cuatro hijos del jerife de La Meca Husayn y el único que poseía el carisma necesario para encabezar la revuelta árabe. Sin embargo, las cosas no se pusieron fáciles para aquel oficial británico de corta estatura (medía 1,66 metros), vestido con ropas árabes y montando en camello, cuya táctica y estrategia era hostigar a los otomanos con atentados a base de explosivos contra el ferrocarril del Hiyaz, que unía Damasco, la capital intelectual y política del mundo árabe, con la ciudad sagrada de Medina, y que era un enclave para inmovilizar las tropas otomanas en Arabia y que no les llegaran los suministros.

Lawrence necesitaba un éxito más rotundo que le diese carisma y lo encontró en la espectacular conquista del puerto de Aqaba, el 6 de julio de 1917, lo cual tuvo gran trascendencia para el mundo árabe. Gracias a esa victoria, Lawrence se ganó la estima de los árabes beduinos y ascendió a la categoría de mito. Los jeques beduinos combatían por la gloria, por el dinero y por el bienestar de su tribu no por una nación islámica unida. En este contexto, T.E. Lawrence se dio cuenta de que la toma de Aqaba había sido inútil. En mayo de 1916, mediante el acuerdo de Sykes-Picot, franceses y británicos se habían repartido en secreto el Imperio otomano: los primeros se reservaron Siria (incluida Damasco) de donde luego se desgajaría el Líbano y los ingleses, el territorio situado más al sur. Allí podrían gobernar bajo su tutela los hachemitas, la dinastía de guardianes de los lugares sagrados del islam: el jerife Husayn y sus hijos Faysal y Abdullah. El problema es que este acuerdo quedó ratificado con el tratado de paz de Versalles de 1919, firmado al finalizar la IGM, y sentenciaba que Faysal no recibiría ninguna de las concesiones prometidas por sus aliados antes de la contienda. Los beduinos, decepcionados, empezaron a dudar de Lawrence al considerarle un traidor y un simple espía británico sin palabra ninguna y a veces lo llamaban Aurans Iblis «Lawrence el Diablo».

Se alistó como soldado raso en la fuerza real inglesa (RAF) con el nombre de John Hume Ross, pero fue expulsado cuando se descubrió su verdadera identidad. Más tarde fue readmitido con otro nombre y con un nuevo destino.

En su libro “Los siete pilares de la sabiduría” (1926), cuenta sus vivencias personales y aventuras contra los turcos, obteniendo un gran éxito de ventas. Se retiró a una pequeña propiedad que tenía en Chingford y permaneció en la RAF hasta ser licenciado en marzo de 1935. Falleció el 19 de mayo de 1935 tras un accidente de moto en Dorset, a los 46 años. Sobre su final se ciernen algunas dudas. Hubo autores que dijeron que su muerte fue en realidad un falso accidente... Así empieza la película Lawrence de Arabia

 
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