Sonrisas asimétricas, problemas para tragar, expresiones desconfiguradas: el riesgo de la peligrosa moda del ácido hialurónico y el bótox

Madrid

Empezamos a solo unos pasos del quirófano. En un cartel se lee: Sala de adaptación al medio -es la primera puerta a la izquierda de la clínica Bruselas- y hace bastante calor. Los enormes cojines y la luz indirecta convierten la estancia justo en eso, en un híbrido de habitación de hospital y casa. Paula está sobre la cama con su cirujano y los papeles del alta médica. Le acaban de arreglar un estropicio en el pecho: "No puedes coger peso, no puedes mover los brazos, no puedes apoyarte", le recuerda el doctor Oyola. Paula promete que será muy obediente justo cuando el cirujano recuerda que la operación ha ido mejor de lo que se pensaban.

Temían muchos más problemas a la hora de acceder a las prótesis, prohibidas en Francia y que exigen control en nuestro país. Nadie se puso en contacto con Paula para advertirle del riesgo. De hecho las prótesis estaban encapsuladas desde el primer día y con riesgo de rotura. "Es duro" -subraya Paula-. "No solo emocionalmente al tener que pasar por todo el postoperatorio y más en mi caso, ya que mi entorno no sabe nada. Además económicamente esta operación vale mucho más que la primera. Estamos hablando de unos 8.000 euros". Casi el doble que la primera operación -la del estropicio-. Al dinero hay que sumar que no se valdrá por sí misma durante un buen puñado de días.

Top de errores

El doctor Oyola reconoce que los errores a la hora de poner prótesis en el pecho y las lipoesculturas están en el top de fallos estéticos que tienen que arreglar en el quirófano, aunque nuestra creciente obsesión por rellenarnos la cara también tiene consecuencias "A mí me han llegado con biopolímeros. Sobre todo en labios. Unos granulomas enormes que han requerido cirugía".

Es el caso de Inés de 27 años. Con solo 25 decidió hacer lo que todas sus amigas ya habían hecho: ponerse labios. "al principio el resultado fue maravilloso pero según iba pasando el tiempo el labio se iba deformando y me dolía. Cuando llamaba a la clínica me decían que era normal, que era fibrosis, pero la gente de mi alrededor me decía que eso no era normal".

No era normal pero sí eterno porque los biopolímeros pueden tardar 60 años en desaparecer. Inés hizo un estudio de mercado -con poca fortuna, la verdad- y se decidió por una clínica con solo unas pocas malas opiniones y un buen precio. Debió sospechar cuando la atendió una comercial tan buena en su trabajo que cuando quiso quejarse por lo que le habían hecho en los labios la convenció para hacerse algo parecido en los ojos y facturar así otros 400 euros. "Como yo seguía llamando dejaron de contestarme. No me cogían el teléfono. No sé si me tenían bloqueada. Pedí otras opiniones y me dijeron que me habían inyectado un producto que no ser reabsorvía y eso se me iba a quedar de por vida. Gracias a la mascarilla he podido salir a la calle. He llegado a cancelar reuniones sociales".

Inés siempre creyó, porque así se lo dijeron, que lo que le habían inyectado era "ácido hialurónico", el más popular y con mejor prensa de todos los inyectables. También el que más denuncias acumula por mala praxis. "El ácido hialurónico tiene muy buena fama porque es un producto que tenemos en nuestra piel de forma natural y eso anima a mucha gente sin información a aplicárselo. Los efectos secundarios más temibles del ácido es cuando se comprime una arteria y se produce un fallo vascular que puede producir incluso una isquemia en ciertas zonas de la piel" avierte Eduardo de Frutos, coordinador de la comisión de instrusismo en la Sociedad Española de Medicina Estética.

Ni ético ni legal

El bótox está mucho más regulado y solo se puede conseguir si eres médico. Lo malo es que existe un mercado negro y el doctor Frutos insiste: inyectar cualquier producto dentro de nuestro organismo es un acto médico que solo puede hacer un médico. Hemos infravalorado los riesgos que conlleva la medicina estética. Tanto, que basta escribir tres palabras en cualquier buscador: "botox a domicilio" y encontrar quien acuda y eso no es ni legal ni ético como aseguran desde la Sociedad Española de Medicina Estética.

Sin embago es muy fácil encontrar quien acuda a tu salón a inyectarte bótox. Las redes bombardean con este tipo de servicios pero nosotros llamamos a una clínica física bien situada en Madrid "En casa se hace el tratamiento de ácido y bótox sin problema". Contestan. Puedo elegir entre fines de semana o noches si prefiero de lunes a viernes. Pregunto tarifas: "eso se lo tendría que preguntar al doctor que es el que lleva el tema pero en este momento está ocupado. Está en consulta".

La página de este servicio a domicilio contine numerosos errores gramaticales y una fotografía del médico tocando un portero automático -debe ser para animar-. La web advierte de que a los 200 euros de una sesión de botox o ácido hay que sumar 55 más por desplazamiento.

Cómo parecer un emoticono y los foxy eyes

Sonrisas asimétricas, problemas para tragar, expresiones desconfiguradas. Si no es grave el perjuicio se pasa en unos meses, salvo que hayas elegido tinta en lugar de botox. Entramos en el centro Niño Tatoo, en Madrid: "hemos llegado a ver cejas tatuadas que hacen a la persona parecer un emoticono. Es un tema complicado porque en la cara tienes que tener mucho más cuidado".

Hablando de cejas, la ultimísima moda en estética son los llamados Foxy Eyes (ojos de Gata), una mirada más abierta y, -con suerte-, felina que se consigue a bases de bótox, hilos tensores y unos 600 euros. 18 meses después tu mirada vuelve a ser la de siempre.