Cuando la explotación está a la vista de todos: 30 euros por jornada de 12 horas de trabajo
Da igual el día de la semana, da igual el mes, da igual el año. Siempre están ahí. Son la imagen de la necesidad, de la explotación. Unos, apoyados en la barandilla que les separa del intenso tráfico. Otros, en la calle de enfrente recostados en un muro confiando en que la siguiente furgoneta pare lo más cerca posible de ellos. Es la Plaza Elíptica, en Madrid
Cuando la explotación está a la vista de todos: 30 euros por jornadas de 12 de trabajo
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Madrid
Furgonetas que buscan trabajadores que no pregunten, que no exijan, porque no están en condiciones de hacerlo. Ellos no tienen papeles, los que les buscan para trabajar doce horas en una obra por 30 euros, sí. Son decenas de hombres los que cada día esperan desde la madrugada, horas y horas, confiando en que haya suerte. Las furgonetas apenas paran unos minutos. No hay negociación. No hace falta.
Manuel tiene 37 años, lleva desde las cinco de la mañana esperando. Son las 12 y sigue en la misma barandilla. Hace menos de un año que llegó a Madrid desde Perú con sus tres hijos. Allí trabajaba en Repsol, pero decidió venir a España por ellos, "para sacarles de la violencia que hay allí". "Saben que estamos sin papeles y que tienes que agarrar lo que te dan porque tenemos familia".
A su lado, Juan Carlos, venezolano, 45 años. Los dos sabían que no iba a ser fácil, "porque sin papeles aquí nada es fácil" por eso en su caso decidió viajar solo. Pintor industrial, ahora "si uno tiene suerte se va a trabajar, si no, vuelvo al cuarto sin nada en el bolsillo, así es".
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"Hay gente que es buena y te da un sueldo de 50 o 60 euros, pero es raro", explica.
Cuentan que un compañero de barandilla se fue el día anterior a Valencia en una de estas furgonetas. "45 euros al día, pero al final no le pagan la comida y duerme en la obra". La necesidad va de la mano de la explotación "cuando no hay papeles" por eso "si nos pudieran dar documentos solo para trabajar sería distinto, porque trabajo hay".
Ana Ercoreca, presidenta del Sindicato de Inspectores de Trabajo repite que no tener papeles no significa que pierdan sus derechos laborales, no los pierden". Ningún trabajador puede ser objeto de explotación laboral, por eso hay que denunciar porque "el más vulnerable no puede ser objeto de desprotección. "Todas las denuncias son confidenciales", concluye.
