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Parinoush Saniee: "El futuro de Irán pasa por las mujeres y soy optimista"

La escritora nos presenta 'Los que se van y los que se quedan', un reencuentro familiar, 30 años después de la revolución de 1979 en Irán. Una familia que es el retrato de todo un país, profundamente dividido y en el que las mujeres luchan por sus derechos

Parinoush Saniee en Casa Asia, Madrid / Eva Peñuela

Parinoush Saniee (Teherán, 1949) no es politóloga, lo deja claro en la entrevista. Pero su formación e investigación como socióloga y psicóloga la ha volcado en sus novelas. "Llevo años observando y conociendo las diferentes realidades sociales del pueblo iraní. Están en mis libros, en los diferentes personajes", advierte. También tienen mucho de ella, de su propia experiencia, censurada en Irán y viviendo en Estados Unidos desde 2017. "Hace dieciséis años que me dirigí a las autoridades iraníes, para pedirles permiso para publicar. Nunca me lo han concedido y ya he perdido toda esperanza, no me importa", reconoce.

Es lo que le pasó con 'El libro de mi destino', su mayor éxito dentro y fuera de Irán, donde sufrió la censura impuesta por el régimen. En él retrataba, desde una mirada femenina y feminista, los años previos a la revolución de 1979 y el desencanto que vino después. Luego llegó 'Una voz escondida', un relato íntimo y precioso de un niño que no habló hasta cumplir los siete años. Un caso real que le sirvió para tomar el pulso a la sociedad de su país con una historia en la que el silencio cobra la fuerza de un grito de protesta.

Saniee, que maneja muy bien los silencios, recibe a la Cadena SER en Casa Asia, en Madrid, donde ha venido a participar en una conferencia y a presentar su último libro, 'Los que se van y los que se quedan', en Alianza Editorial. Nos cuenta el reencuentro de una familia iraní, separada por la revolución de 1979, durante diez días en una casa de la costa de Turquía. La matriarca lleva casi treinta años sin ver a algunos de sus nietos, no hablan la misma lengua y el exilio les ha cambiado. A los que se fueron y a los que se quedaron.

El encuentro estaba programado hace meses, nos confiesa la editorial, y ha coincidido ahora con las protestas en Irán por la muerte de la joven Amini. Una triste casualidad, muy esperanzadora para la autora, que ha suscitado más interés, si cabe, en conversar con ella, que tanto ha reivindicado el papel y la libertad de las mujeres. La entrevista la empieza ella, muy interesada en saber qué impresión se llevó este periodista de su viaje a Irán. Qué me sorprendió, qué descubrí, con quién hablé, qué mitos desmonté. Este es un libro que precisamente trata de eso, de desmontar prejuicios.

'Los que se van y los que se quedan' es, de nuevo, el retrato de todo un país en una familia. "Una gran familia o un grupo de extraños enfrentados entre sí". ¿Es la familia la esperanza para un país como Irán o un país como Irán ha dinamitado también la esperanza de las familias?

Los iraníes no podemos vivir sin esperanza. Mi propósito con este libro es mostrar qué situación tan dura estamos viviendo el pueblo iraní. Por eso, cada personaje en este libro simboliza un grupo social en Irán. La sociedad iraní está muy fragmentada, pero lo que nos une es que somos iraníes. Si queremos construir ese país de nuevo, tenemos que encontrarnos otra vez. Aunque hay tantas realidades sociales que fragmentan tanto la sociedad, como muestro en el libro, tenemos a la madre patria que nos une. Es lo que simboliza la abuela en el libro.

¿Y qué es la patria, que tanto se reivindica en la novela? Porque no es lo mismo para esa matriarca, que para las nuevas generaciones. ¿La patria es igual para quien se ha quedado y para quien se ha exiliado?

(Silencio. Piensa la respuesta). Es algo sobre lo que he reflexionado mucho, sobre el concepto de patria. Si la patria es la montaña que vemos, el límite geográfico o lo que tenemos en nuestro pensamiento, en nuestra cabeza. Para mí la patria es nuestra cultura, la que nos hace ser iraníes. Una cultura que yo llevo conmigo a todas partes del mundo.

Ha hablado de reconstruir este país. Para reconstruirlo, ¿necesita Irán a todos esos que se han ido?

Por supuesto, si no nos unimos, tanto los que están fuera como dentro de nuestro país, no podemos reconstruirlo, superar los problemas. Con una sociedad tan fragmentada, pensé que sería muy complicado que se uniera. Pero primero llegó el movimiento verde en Irán, en 2011, que sacó a mucha gente a la calle a protestar por su situación. También salimos los que estábamos fuera, hemos protestado en todo el mundo y entendí que el pueblo iraní podía unirse. Igual que ahora, con las protestas, los que estamos fuera también protestamos y estamos unidos al pueblo.

Este libro ayuda a entender, efectivamente y como sus anteriores, las protestas que sacuden hoy a Irán. En el libro se describe la situación de la mujer, su acceso a la educación, la eterna encargada de los cuidados, sus menores oportunidades y, por supuesto, el velo. Hay muchas discusiones sobre el velo, que es lo que ha sacado a los iraníes a las calles. A muchos hombres también, acompañando ahora más a ellas, a las mujeres. ¿Es este un punto de inflexión?, ¿es posible el cambio?

Estoy cien por cien esperanzada con el futuro de la sociedad iraní y, especialmente, con la situación de la mujer. He estudiado mucho la historia de Irán y en toda la historia de Irán, cuando la sociedad iraní ha atravesado problemas, dificultades, han sido siempre las mujeres las que se han levantado y han sacado adelante al país y su sociedad. Según un director de cine iraní muy importante, Bahram Beizai, las mujeres de Irán son las campeonas de los fracasos de la historia de Irán. Estoy de acuerdo, son campeonas porque, en medio del fracaso, ellas han levantado al país y han cambiado la situación. Cuando los hombres pierden la esperanza, se sienten derrotados, son las mujeres las que se levantan, enarbolan la bandera y se ponen a la cabeza de la sociedad.

Ya que me menciona a ese director iraní, esta vez hemos visto alzar la voz a algunos cineastas iraníes, alguno de ellos por primera vez, después de años de silencio, como Asghar Farhadi. Qué importantes son también estas voces.

Las protestas son tan masivas y se han extendido tanto por todo el país y su sociedad, que nadie puede quedarse indiferente. Especialmente los artistas, los directores de cine, no pueden estar callados. Si quieren estar con su gente, deben reaccionar.

¿Y qué posición tiene usted con respecto al velo? ¿Cree realmente que algún día las mujeres serán realmente libres para llevarlo o no?

Por supuesto, estoy segura de que llegaremos a un momento en el que la libertad de vestimenta sea una realidad en Irán. Llevamos más de 40 años sometidas a las imposiciones del Estado islámico, que nos quiere obligar a llevar este tipo de hiyab. Hasta ahora no han podido y no podrán nunca, aunque por miedo a la represión y al castigo, la mayoría lo lleva. Pero estamos luchando y seguro que algún día esa libertad será una realidad.

Hay otros muchos debates en 'Los que se van y los que se quedan'. La sanidad, la productividad, el empleo y los sueldos. La migración, el exilio, la cultura o la lengua. Debates que se producen en cualquier familia en cualquier país. No somos tan diferentes. Y el libro ayuda a desmontar prejuicios. Esa supuesta vida de lujos y cómoda en el exilio, frente a la vida de los que se han quedado en Irán.

Sí, ese es uno de los grandes problemas que reflejo en el libro: los prejuicios. Hay tantos prejuicios, que la gente no se acerca entre sí. Para superar estos prejuicios, esa distancia, tenemos que ser sinceros entre nosotros. Debemos contar la verdad de nuestras vidas, de nuestra realidad. Una de las características de nuestra cultura es que mentimos mucho, para aparentar que todo está bien. Tanto los que están fuera, como los que se quedan en Irán, suelen decir que su vida es perfecta y que no les falta de nada. Nos mentimos y eso nos separa. Si somos valientes y sinceros, nos acercaríamos, porque somos muy parecidos y nos pasan las mismas cosas.

Y esa sinceridad, ese diálogo y convivencia que vemos en esta familia, durante ese reencuentro de diez días, ¿es realmente posible en la sociedad, fuera del núcleo cercano, íntimo?

Sí es posible, pero hay que tener en cuenta algo que refleja el libro. Un reencuentro, después de tanto tiempo, pasa por varias fases. Al principio todo son abrazos, saludos, cariño… podemos comer juntos en una mesa y convivir. Pero, superada esa fase, cuando queda poco más que decir, empezamos a hablar de política. Cuando llegamos a este punto, empiezan las diferencias. Pero hay otra fase más. En esta familia, después de siete días hablando de política, con unas diferencias tan grandes que provocan que algunos no puedan ni verse entre ellos, hay algo que les une de nuevo. La madre patria. Nuestra patria es algo que nos une, que favorece el diálogo. Ahí está la esperanza.

Este es, quizá, su libro más esperanzador. Pero llevo muchos años leyendo declaraciones suyas en las que se muestra optimista y esperanzada con el pueblo iraní, con las nuevas generaciones especialmente. Sin embargo, poco ha cambiado. Y vemos, además, unas nuevas generaciones muy radicalizadas, polarizadas. En Europa, en Estados Unidos, donde usted vive, y creo que también en Irán. Hay quien ha celebrado el atentado contra la vida de Salman Rushdie. ¿Es realmente optimista?

La gente de Irán no se ha alegrado por eso. Es algún caso aislado, gente afín al régimen y de la que el propio régimen hace propaganda. Pero el pueblo, al revés, se ha sentido muy avergonzado por este atentado contra Salman Rushdie. Los jóvenes en Irán tienen mucha energía, esperanza en el futuro. Es verdad que los jóvenes pueden también equivocarse, sobre todo en temas sociales. Pero son las mujeres, las mujeres que están ahí, ayudando a la juventud, alejándola de los errores, sin llamar la atención, las que caminan hacia un futuro mejor, con el que estoy esperanzada.

 
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