Recuperar la autoridad de la política para oponerse al autoritarismo

Madrid

No hay más cera que la que arde. Al ver que se ha hecho realidad el previsible triunfo de la extrema derecha en Italia, me acuerdo de un panal de abejas en Edimburgo. La semana pasada estuve en una reunión de trabajo en el Parlamento de Escocia. Como el edificio se debe al arquitecto español Enric Miralles quise hacer una visita a las originalidades de la construcción. Son muchas. Pero lo que más me impresionó fue un huerto con un panal de abejas. La cera de ese panal se utiliza después para lacrar los acuerdos y las leyes aprobadas.

¿Con qué tipo de cera estamos elaborando la colmena del siglo XXI? La Unión Europea asistió al Brexit y ahora analiza la llegada al poder de una heredera de Mussolini. El país del antifascismo y de la Bella Ciao grita Dios y Patria para devolverle, según dicen los triunfadores, el prestigio a la política. Más que polemizar con el veneno de la extrema derecha deberíamos pensar en lo que está haciendo mal la democracia a la hora de producir la cera con la que vamos a arder.

¿Es compatible el sentimiento de pertenencia con una sociedad que convierte la política en la perra faldera de los millonarios? ¿Es posible creer en la patria que perdona los impuestos a los ricos mientras la sanidad pública se hunde y Madrid quiere robarle empresas a Cataluña y Andalucía a Madrid? ¿Se pueden confundir los derechos humanos universales con la fragmentación del bien común en un sindiós de sectas y minorías? Hoy no desayuno café y tostadas. Prefiero aliñar una convicción que escribo en el papel de la servilleta: la única manera de oponerse al autoritarismo es recuperar la autoridad de la política. Antonio Machado me comprende: hay en mis venas gotas de sangre jacobina.