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"Lemóniz no fue ningún triunfo de ETA, una muerte no puede ser nunca un triunfo"

Se cumplen 40 años del asesinato del ingeniero jefe de la central de Lemóniz, José María Ryan

El libro, "El ruido de entonces", recuerda aquel episodio de la mano del hijo de un trabajador de la empresa

40 años del asesinato de José María Ryan, ingeniero de la central de Lemóniz

40 años del asesinato de José María Ryan, ingeniero de la central de Lemóniz

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Se cumplen 40 años del asesinato del ingeniero José María Ryan responsable del proyecto de construcción de la central nuclear de Lemóniz, instalación que ETA convirtió en objetivo prioritario. De hecho, la banda terrorista cometió varios atentados contra esta central mediante bombas y más asesinatos contra sus responsables y trabajadores.

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Quizá el más sonado fue el del ingeniero jefe, Ryan, a quien primero la banda secuestró y fijó un ultimatum a la empresa Iberduero (ahora Iberdrola) para que cesara en la construcción de la central. Al cabo de una semana, el cuerpo de Ryan apareció en una cuneta con varios disparos en la cabeza.

Antón Arriola, hijo de un trabajador de Iberduero y entonces vecino de Ryan, ha publicado un libro, "El ruido de entonces", que rememora aquel episodio. "Eramos vecinos y amigo de mi familia. Mi padre era ingeniero de Iberduero, entró a trabajar en la empresa el mismo día que Ryan. Cuando ocurrió todo aquello yo tenía 13 años pero se me quedó metido dentro lo que se vivió aquella fatídica semana", señala.

Javier Barrondo, es un ingeniero jubilado que trabajó en Lemóniz, "yo estaba en proyectos y él (Ryan) en construcción. Yo procuro no recordar porque es muy desagradable para mí, pero claro que me acuerdo, es un recuerdo muy profundo, fue un ultimatum macabro", asegura Barrondo

"Este libro es el más personal porque refleja recuerdos de mi padre que me fue contando, como píldoras, apuntes de esos tiempos. Ahora se ha querido cerrar en el silencio, porque fue traumático pero encontré un sentido para expresarlo:  mediante la escritura. Me atraía escribir la historia de un hombre inocente, atrapado por esta encrucijada tan dura", afirma el autor del libro. "La importancia de la memoria, del recuerdo, aunque sea doloroso es importante. Como sociedad compartamos estos recuerdos para que no vuelva a ocurrir", añade

"Si hay algo que te da pena es que empiezas a perder la noción de algunas cosas. Los que estuvimos ahi es una lástima que no lo escribiéramos entonces porque fue una viviencia terrible", dice Javier . "No fue ningún triunfo de ETA, una muerte no puede ser un triunfo nunca, sea para lo que sea, asesinar no tiene justificación", añade.

"Quería hablar con las personas que empezaron aquel proyecto y me encontré con un muo de dolor y silencio. Se me hizo imposible escriibir una novela pegada a la realidad y opté por escribir una ficción alegórica, de un ingeniero, sin mencionar Lemóniz ni a José María Ryan. Pero me pareció que quedaba corta y fue en el confinamiento cuando quise alternar pasajes de esa ficción con viviencias mías y con los hechos objetivos", relata el escritor.

Los trabajadores de la central recibieron amenazas de ETA, "no sé quién sacaba las direcciones de los trabajadores. Nos mandaron a nuestros buzones cartas amanazantes, te declaraban 'enemigo del pueblo' y no sabías por qué. Yo solo cumplía con mi trabajo", recuerda el extrabajador.

"En la propia central había infiltrados, había desconcierto de quién era. Alfonso Etxegaray, un trabajador, según la Guardia Civil, que trabajaba con 18 años en la central, participó en el ataque al cuartel que la benemérita tenía para vigilar las instalaciones".

"Hay que contar las cosas con autocrítica", señala Arriola. "Por supuesto los asesinatos, en primer lugar, pero hay cosas que también se hicieron mal. Diseñar una central tan cerca de Bilbao dificil de evacuar...,Cuando se planificó podría tener sentido pero diez años después, cuando se levantó quizá no tanto. Esa memoria con espíritu ecuánime y autocrítico es importante, desmitificar algunos comportatmientos que se dieron entonces"

"José María Ryan era un muy buen ingeniero, trabajador, que convivía con su gente, salía a tomar vinos a la salida del trabajo con sus compañeros, era un chico fantástico", concluye, Javier, el jubilado de Iberdrola que trabajó en Lemóniz.

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