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Fútbol / CD Tenerife

Las claves del derbi, por Ale Luis Rolo

El analista y comentarista de la SER ofrece algunas pinceladas para interpretar el gran derbi del domingo

Un lance del derbi de pretemporada. / CDT

Un lance del derbi de pretemporada.

Santa Cruz de Tenerife

El pasado fin de semana, contra el Real Zaragoza, el Tenerife sumó su undécimo partido oficial bajo las órdenes de Fran Fernández. Once partidos ligueros que, a pesar de ser una cuenta escasa, ya han contenido hasta tres etapas distintas entre en el inicio del proyecto del almeriense.

La primera, desde el debut liguero hasta la visita del Lugo al Heliodoro, vino marcada por la insistencia del técnico tanto en los perfiles como en los mecanismos, muy probablemente pensando en establecer lo más rápido posible unos cimientos sobre los que, a continuación, trabajar el desarrollo individual y colectivo del equipo.

Dado que lo primero no encontró ni cuerpo ni forma, la segunda etapa fue el duelo ante el Fuenlabrada. Un encuentro que a nivel general funcionó solo en la segunda mitad, y como paréntesis. Con un planteamiento inédito hasta entonces por parte de Fran Fernandez, dónde no se ubicó de partida a ningún futbolista en la mediapunta, sino se definieron dos perfiles casi idénticos en la punta de lanza, el técnico, en su continuo prueba-error, colocó a Emmanuel Apeh en el carril central, situado a la misma altura que Fran Sol, para así trabajar a ambos contra los zagueros y generar al equipo, de sus recepciones y giros, recursos para mantener las alas activadas mediante el uso de dos externos más preocupados de abrir que cerrar el campo.

Sin embargo, el entrenador no ha repetido después de aquello en cuanto a nombres y perfiles, pero en lo particular, en lo a que a modelo de juego se refiere, señaló la decisión que definiría la tercera -y por el momento la última- etapa del camino de su nuevo Tenerife: el abandono del carril central para la creación de juego posicional, a pesar de contar con el perfil del mediapunta, e insistir, mediante desplazamientos en largo en diagonal a los ejes, en la activación de los extremos como primer punto de partida.

Así, esto último, es consecuencia directa de la falta de fútbol para asentar el ataque en campo rival y para generarse las ocasiones de gol desde un desarrollo más posicional. Un problema de causa mayor que viene dado por no encontrar o convertir a un futbolista que sirva de nexo entre el doble pivote, los carriles laterales y Fran Sol, y, al mismo tiempo, simbolice las virtudes de enorme relevancia en el fútbol actual para esa posición. Es decir, rigor táctico y agresividad defensiva en fases sin posesión para compensar el sacrificio del punta y no exponer al medio del campo causando una superioridad numérica al rival; mientras que a la hora de atacar, ser la búsqueda del tercer hombre y el centrocampista más liberado del equipo, con una intención más vertical y desequilibrante consistiendo así la finalidad de dotar de profundidad interior a un conjunto que no va sobrado de ello. O eso, al menos, ha demostrado hasta ahora.

Es evidente que el Tenerife no goza de una parálisis analítica, porque Fran sigue tratando de buscar soluciones que de resultados cortoplacistas, ni, sobre todo, de cierta estabilidad sistemática, aspecto en el que la UD Las Palmas va sobrada en comparación con los blanquiazules. Los de Mel no perciben tan bien sus debilidades y sus déficits competitivos como tan bien sí reconocen sus fortalezas y su sistema de juego.

Los amarillos no terminan de corregir y fortalecer problemas endémicos, como los centros de fuera a dentro y el desmarque a la espalda de sus laterales, especialmente orientados a castigar la zona de Dani Castellano o Jonathan, más aún que la de Álvaro Lemos. En consecuencia, este error no significa otra cosa que un espacio en las esquinas del campo que se le regala a su rival ganando estos altura posicional. Esto produce que la UD retrase su punto de estabilidad y extraiga del carril central algunas de sus piezas defensivas más poderosas, como Enzo Loiodice o Sergio Ruiz. Una clave importante a tener en cuenta. Si bien no minimiza esos déficits competitivos, sí potencia sus fortalezas. Y es que la UD Las Palmas ha encontrado en Robert y Pejiño dos elementos con los que batir estructuras defensivas, bien desde sus pases entre líneas de presión, bien desde sus propias conducciones con el balón. Ambos hacen que el sistema oponente deba de proteger la amenaza que esto supone, pero esto desemboca en la causa de descuidos en los costados, facilitando las incorporaciones con tiempo y espacio ofensivamente de sus laterales.

Con lo cual, el Tenerife no puede permitirse el lujo de pasar a tener más espacio que cubrir para que la UD de Pepe Mel tenga más espacio hacia donde poder dirigir la pelota. Lo que supondría un problema para el conjunto de Fran Fernández es una solución que le puede valer a los de Mel para inyectar profundidad a su juego y, en definitiva, lograr el que puede ser objetivo previo: hacer jugar a los blanquiazules muy lejos del área rival. De ahí que una respuesta defensiva, por muy valiente que sea, en pos de mantener el bloque cerca del guardameta amarillo y de forzar la recuperación con el equipo contrario pensando más en abrir rutas a su circulación que en cerrárselas al adversario, seguramente sea la mejor solución a la poquita lucidez y fluidez que está presentando el Tenerife en este laborioso inicio de curso.

 
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