Un mundo extraño

Toledo

Acabamos de estrenar año y no queda otra que darle la bienvenida. La otra opción es no vivirlo, así que lo que nos depare este año feo, no me gustan los impares y además el 2023 no trae buenos mimbres, tendremos que disfrutarlo o sufrirlo día a día. Tampoco es tan grave, al ritmo que pasa la vida, 365 días no parecen tanto.

No me preocupa tanto el año que acabamos de estrenar como el mundo que sostiene a ese año, un mundo extraño, o al menos a mí me parece extraño.

En China, por ejemplo, machacan a sus habitantes con una política hiper-restrictiva durante más de dos años de pandemia y ahora que el número de casos está disparado y esperan que en unas semanas haya más de un millón de muertos cogen y acaban con todas las restricciones. O es una estrategia de “si muero yo morimos todos” o yo no acabo de entenderlo. Es extraño

En España, acabamos de cerrar un diciembre negro, con un nefasto récord de mujeres asesinadas por violencia machista, no digo el número de asesinadas en este pasado 2022 porque tiemblo solo con pensarlo. Pero en vez de apoyar, sin fisuras, a las víctimas hay partidos enzarzados en echarse la culpa y otros negando que exista este tipo de violencia, negando una realidad que les salpica, que nos salpica a todos con la sangre de mujeres que mueren solo por el hecho de serlo. No dejo de sorprenderme de cómo vemos este asunto en este mundo extraño.

En Castilla-La Mancha, una de las comunidades autónomas con menos lazos entre provincias, en la que los de Albacete se sienten más murcianos que castellanos y los guadalajareños se sienten más madrileños que manchegos, podría seguir dando datos y detalles del poco sentido de unidad que tenemos entre las provincias que componen esta región; nuestro presidente se presenta como el valedor de la unidad de España. Vamos a decir que es curioso, por no calificarlo de otra forma.

Son solo algunos ejemplos de esas cosas raras que chirrían en los oídos y en los sentidos, pero podría hacer una retahíla de fenómenos sospechosos, empezando por esas exaltaciones de buenos deseos que hacemos cuando empieza un año, o esas listas de buenos propósitos que nos ponemos justo antes de finalizarlo, sabiendo que no vale con desear o con proponer, que lo que hay que hacer es trabajar en esas metas todos los días. Las listas de proyectos, propósitos o promesas incumplidas o inacabadas forman también parte de este mundo extraño en el que vivimos y al que a pesar de todo nos aferramos, porque pensamos, quizá con razón, que la alternativa puede ser un mundo más real, pero al mismo tiempo más aterrador. Es una opinión de una Toledana de Toda la Vida.