Ceremonia de la confusión

La vajilla de la política canaria anda confundida. Las tasas y ecotasas, valga el juego de palabras, tienen de los nervios a los partidos políticos, y al telele del momento presente se suma la confusión de determinado sector de las plataformas convocantes de la manifestación del pasado sábado.

Los primeros, es decir, los partidos políticos, andan incomprensiblemente sorprendidos por el clamor manifestado en el piche por los tinerfeños, que en la calle demandaron la adopción de medidas de contención de los problemas que se derivan del tradicional modelo turístico, amen de exhibir el cabreo generalizado existente por la pobreza salarial y el deficiente funcionamiento de los principales servicios públicos “en esta Nuestra Comunidad” como decía el Señor Cuesta, presidente del grupo de vecinos de la serie “Aquí no hay quien viva”.

Por su parte, parece que los integrantes de la Plataforma Canarias se Agota sufren un empacho de representatividad popular, que les induce a caminar por un camino de reivindicaciones de difícil aceptación por la imposible o extrema complejidad jurídica de la que las mismas están revestidas.

Lo cierto es que desde la condición de espectador del acontecer canario, más allá de los nervios, desconcierto, y apropiaciones erradas de niveles de representaciones populares, se tiene la sensación de que aquí varios son los que están corriendo como pollos sin cabeza.

Es tal la descolocación que se aprecia, que la pregunta a la que busco respuesta es la que se interesa por saber cuándo va a parar este correcalle loco, que parece además preñado de una improvisación tan extrema como innecesaria.

Unos y otros se ahogan en el vaso de la creencia de que el refrendo popular se les escapa, mientras los paradójicos hijos del piche del sábado pasado parecen sufrir una excesiva ingesta de hormonas de representatividad que les hace creerse la reencarnación exclusiva del pueblo.

Espero que con el paso de los días, esta ceremonia de la confusión decrezca y que se alcance el nivel neuronal suficiente para entenderse por la vía de un diálogo frontal y sosegado.

Hay gente que cree que todos los días son un fin del mundo: recuerdo que en estos micrófonos, Lope Afonso, una mañana afirmó que era partidario de cobrar por acceder al Teide. Dicha afirmación produjo tal revuelo que, en el trayecto de estos estudios al Cabildo, aquella aseveración quedó sepultada por una serie de desmentidos y disimulos tan innecesarios como extremos. Y aquí estamos hoy, con la Presidenta del Cabildo anunciando la firme disposición de imponer una tasa por visitar los espacios naturales de nuestra Isla.

Tranquilidad hermanos y hermanas, el mundo no se acabará hoy. Lo que temo de verdad, es que esta ceremonia de la confusión y acciones sobreactuadas no nos den tregua, ni descanso.