Ya huele a Semana Santa y a Feria

Jerez de la Frontera

Acabamos de celebrar y reivindicar nuestra cultura andaluza, nuestra pertenencia afectiva y cultural a un territorio que en demasiadas ocasiones se ve relegado al tópico, la frivolidad e incluso al más profundo desconocimiento. El pueblo andaluz tuvo que reivindicar su derecho constitucional a la autonomía a través de la reivindicación de su masa social en la calle, la única que tuvo que pelear su derecho histórico identitario. Todavía hoy, incluso entre nuestra gente, tenemos que justificar nuestra manera de entender la vida, de percibir y transmitir nuestras tradiciones, saberes, emociones. Esa herencia culta y popular, viva, histórica y contemporánea que nos convierte en la puerta de dos continentes y en el puente entre oriente y occidente. Los andaluces sabemos que en esa singularidad se encuentran los mimbres de nuestro futuro, nuestra diferencia y nuestro principal recurso.

Los medios de comunicación locales de hoy nos traen dos noticias que reflejan la complicada realidad social y económica de nuestra tierra, nada nuevo, que llama a la reflexión y sobre todo a la implicación. Mientras Se busca casetero para la caseta de la juventud para la próxima Feria del Caballo, también nos informan que Los parados mayores de 45 años ya son el 58% del porcentaje total de los desempleados en nuestra ciudad. Y ¿por qué al leer estas dos noticias esta mañana vuelvo a la reivindicación de la cultura andaluza?. ¿Por qué me entretengo en recordarles lo evidente: que ya huele a Semana Santa y feria?. No crean que es porque mi pensamiento es complejo y simultáneo (que lo es, dado mi natural carácter emocional, crítico y curioso), sino porque estoy firmemente convencida de que nuestro evidente problema de desempleo, la insuficiencia de la inversión industrial y nuestra excesiva dependencia del sector terciario puede encontrar una vía de solución en la redefinición de las estrategias de actuación de nuestro turismo. Si algo nos sobra en Andalucía y en Jerez son recursos culturales. La puesta en valor de nuestro patrimonio cultural, la evaluación de nuestras fortalezas y debilidades, la definición de estrategias que favorezcan la inversión, difusión y diseño de productos turísticos culturales constituye un esfuerzo necesario para conseguir el desarrollo económico que necesitamos. Pero no basta con la gente llene las calles, necesitamos que el dinero se quede en nuestra tierra, que se note en el incremento de una oferta de empleo que no sea ni estacional ni precaria.

Es cierto que vemos movimiento, interés, alianzas, tímidos pero constantes resultados. Resulta esperanzador que el presidente del Consejo Social de la Ciudad sea el presidente del Clúster Turístico, lo interpreto como una declaración de intenciones y una garantía conociendo su perfil personal y profesional. Para ello hay que hacer un cambio profundo en las mentalidades, mucho más allá de la intención comercial, con sentido de industria, de compromiso social, de contar con los que saben de esto, con los que arriesgan su dinero y con los que viven aquí. Cuando comienza a oler a azahar quiero confiar en que las cifras del paro no bajen temporalmente con empleos cicateros que prometan pan para hoy y hambre para mañana. Me quedo con los brotes de esperanza porque hay profesionales trabajando y voluntades públicas y privadas que ansío que sean sinceras y constantes.