Del rey Juan Carlos a Herri Batasuna: las otras escuchas que escandalizaron a España

El espionaje de los servicios de inteligencia no es nuevo, en absoluto. Pero ahora que la sociedad revive la tormenta política que provoca descubrir que desde el Estado se espía a políticos o a abogados, hacemos memoria y recordamos qué responsabilidades se depuraron y qué condenas hubo en el caso más reciente hasta la fecha: el de las escuchas que hizo el CESID.

El 12 de junio de 1995 los españoles se despiertan con una portada de 'El Mundo' en la que se lee lo siguiente: 'El CESID lleva más de 10 años espiando y grabando a políticos, empresarios y periodistas'. Los servicios de inteligencia, lo que hoy es el CNI, grabó y archivó horas de conversaciones. También del rey Juan Carlos I.

Pocas horas después de destaparse el caso, el Gobierno aceptó la dimisión del director del CESID, el teniente general Emilio Alonso Manglano. El escándalo provocó también la dimisión del vicepresidente Narcís Serra. También salía del ejecutivo, Julián García Vargas, ministro de Defensa que pocos días antes negaba el espionaje.

El primero en querellarse fue un espiado: Jaime Campnay, director de 'Época'. La causa se archivó, porque la jueza entendía que "las escuchas fueron aleatorias, casuales y necesarias para proteger intereses vitales del Estado" y argumentaba además que las escuchas se hicieron a teléfonos móviles, algo que no era delito entre 1982 y 1989. Pero sí se habían pinchado teléfonos fijos y la Audiencia Provincial de Madrid reabrió el caso y sí hubo condena. Manglano, exdirector del CESID y Juan Alberto Perote, exjefe de operaciones del CESID fueron condenados a seis meses de arresto por un delito continuado de escuchas ilegales y a ocho de inhabilitación absoluta.

El Constitucional anuló la sentencia porque se vulneró el derecho a la imparcialidad judicial y el juicio se repitió. Esta vez, sólo con Perote en el banquillo de los acusados. La condena, ya en 2005, fue más favorable: cuatro meses de arresto y seis años de inhabilitación absoluta.

Ese mismo año, se concedió el indulto parcial al agente Mario Cantero, el único condenado por las escuchas que el CESID hizo a Herri Batasuna. En 1998, unos técnicos de Telefónica descubrieron por casualidad que unos cables conectaban al piso de arriba. Ahí vivía el agente Cantero. Aunque la audiencia provincial de Álava condenó a dos exdirectores del CESID a tres años de prisión por este espionaje, el Supremo les absolvió porque no había una prueba directa de que los exdirectores del CESID estuviesen al tanto. Y añadía el Supremo que tampoco podía llamar la atención que se vigilara a HB por sus contactos con ETA.