Cuestión de edad

Madrid

De todas las vueltas, análisis, reflexiones, teorías, hipótesis, especulaciones y pronósticos que se han hecho sobre el nuevo presidente del Partido Popular, hay algo en lo que tal vez no se haya insistido lo suficiente: la edad. La edad del aún presidente de la Xunta de Galicia y del Partido Popular, pero que aspira a llegar a la Moncloa. Alberto Núñez Feijóo tiene ahora mismo 61 años; si las Elecciones Generales se celebran cuando toca y las gana, sería presidente del Gobierno con 63, muy lejos de los Suárez, Felipe, Aznar, Zapatero o Sánchez que tocaron el cielo monclovita siendo cuarentones. Rajoy no, Rajoy tenía ya 55 cuando accedió a la presidencia. Hasta en eso se parecen los dos gallegos. La cuestión es que, por necesidad o por conveniencia, este nuevo PP rompe con el edadismo que tanto se denuncia desde hace tiempo; ese que aparta de un empujón a profesionales de cualquier sector por el simple hecho de haber vivido medio siglo; a veces incluso menos. Es como si hubiera que pedir perdón por acumular experiencia, pero está visto que la política -cuando le interesa- funciona con otros códigos.

Matías Vallés, que además de buena vista y fino olfato exhibe un colmillo notablemente retorcido, escribe en el “Diario de Mallorca” que “Núñez Feijóo es un polìtico que ya no puede generar entusiasmo, a lo sumo confianza”. Y que “no puede hablarse en propiedad de una llegada, sino del retraso de una salida por causa mayor”. No sé, al margen de la dosis de mala leche que encierra la frase, pues a lo mejor es eso lo que necesita la derecha en España. Porque de gritos, exabruptos y tensión ya hemos tenido bastante y con gente mucho más joven al frente.