Reino Unido sorprende con un modelo de convivencia con ómicron sin restricciones y basado en la vacunación
Sin tomar apenas medidas ante la nueva variante, los datos de hospitalizados invitan a un cauteloso optimismo: en enero había 34.336 ingresados por COVID y actualmente son un total de 8.240
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El primer ministro de Inglaterra, Boris Johnson / Getty Images
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Madrid
El conjunto del Reino Unido se ha caracterizado desde el inicio de la pandemia por adoptar medidas muy dispares en relación al control de la pandemia. La Inglaterra liderada por Boris Johnson ha rehuido de las políticas más restrictivas de sus vecinos escoceses o irlandeses, y en esta sexta ola ha mantenido su postura discordante.
El país donde viven 56 de los 68 millones de británicos ha centrado sus esfuerzos en la vacunación. Ha apostado por los 'pinchazos' masivos como principal dique de contención de la COVID-19, y en concreto de la variante ómicron, para así reducir la imposición de restricciones sociales, y los resultados actuales muestran que las hospitalizaciones se han reducido de forma muy considerable.
A pesar de que el 90% de los casos detectados son de la variante ómicron en Inglaterra, a lo que se suma un continuo récord de casos diarios que superan los 100.000, el volumen de hospitalizados está muy alejado de los niveles que se pudieron observar a principios de 2021.
Londres ha sido considerado como el epicentro de la nueva variante, debido al gran volumen de casos, que ha aumentado en un 45% en una semana. Sin embargo, en los hospitales de la capital de inglesa se encuentran alrededor de 2.600 pacientes ingresados por COVID, una cifra que representa menos de un tercio de los que había el 18 de enero de 2021, donde hubo cerca de 8.000 personas ingresadas. A ellos se le debe sumar que 4 de cada 10 ingresados no han recibido ni una dosis, por lo que, dado el disparado nivel de transmisibilidad de la variante, los esfuerzos se centran en seducir a la población no vacunada, que representan un 30%.
Además, atendiendo a las cifras generales del país, las hospitalizaciones han crecido un 27% en los últimos siete días, pero, como sucede con los datos de Londres, los datos están muy alejadas de los registrados hace 11 meses. Mientras que en enero había 34.336 ingresados en los hospitales por COVID, actualmente son un total de 8.240.
A pesar de estos datos -y al igual que sucede en todos los países- el alto número de contagiados se traduce en porcentajes altos de población obligada a hacer cuarentena, lo que produce un impacto en la economía. A pesar de que el Ejecutivo británico ha reducido los aislamientos obligatorios de 10 a 7 días, algunos gestores de hospitales ya advierten de que la falta de profesionales debido a la variante ómicron “podrían ser un desafío mayor que el número de pacientes graves” que tienen que tratar.
Otro argumento a favor de la política de Johnson es que, por el momento, los centros sanitarios no están detectando un aumento notable de problemas respiratorios relacionados con el COVID, ni tampoco la necesidad de incrementar masivamente el uso de oxígeno, como sí sucedió el pasado enero con la variante alfa, que disparó la presión de las UCI.
De esta forma, Boris Johnson, que trata de que las fiestas navideñas y el paso de los días apacigüe el terremoto político que vivió hace unas semanas en el seno de su partido, el conservador, no tiene en mente aplicar restricciones 'duras' en el país, al menos hasta que no termine el año y hayan pasado los principales festejos propios de estas fechas.
Por último, cabe recordar que el peligro sigue presente y no ha quedado atrás por completo, principalmente debido a la interacción social característica de la época navideña, donde las reuniones sociales son muy frecuentes. Por ello, el Gobierno tiene pensado seguir con atención los próximos días para determinar si hay un crecimiento notable de casos entre los grupos de mayor edad y, sobre todo, si tiene una repercusión de calado en las hospitalizaciones.