Liberado tras 43 años en la cárcel por error: "Vivía desconectado del mundo, me dolía ver la vida"
Kevin Strickland concedió una entrevista a 'El País' nueve días después de su liberación: "No sé hablar con gente normal, me he criado entre animales"

Kevin Strickland en una imagen de archivo. / Getty

Madrid
A Kevin Strickland lo liberaron pocos días después de que un juzgado de Nueva York exonerara a dos condenados por el asesinato de Malcolm X. El número de exoneraciones se ha multiplicado en los últimos años en Estados Unidos, en parte, debido al avance en las pruebas de ADN y a la mayor concienciación sobre las injusticias del sistema. Pero su historia, la de Strickland, es el relato de una de las penas erróneas más largas de la historia de EE.UU.
Ahora tiene 62 años y fue entrevistado en El País hace poco, cuando llevaba tan solo nueve días en la calle. "No sé hablar con gente normal, me he criado entre animales", le comentó a Amanda Mars, la periodista que le realizó la entrevista.
Su 'muerte en vida' empezó el 26 de abril de 1978. Cuando entró en prisión gobernaba Jimmy Carter en EE.UU. y de todo lo que ha pasado después se ha abstraído de forma voluntaria para sobrevivir: "Necesitaba desconectar del mundo exterior para no sufrir, me dolía ver la vida y todas esas cosas que yo jamás podría tener".
Aquel 26 de abril tenía 18 años y se disponía a cuidar a su hija de seis semanas cuando la policía llamó a su puerta para hacerle preguntas sobre un triple homicidio ocurrido la noche anterior. No llegó a cuidar a su bebé. Lo condenaron a cadena perpetua y ha sido exonerado 43 años después.
Sentenciado por la única superviviente
Él siempre defendió su inocencia. Dos de los condenados por el crimen se declararon culpables y juraron que él no había tenido nada que ver. Los familiares corroboraron su coartada aquella noche. Pero no fue suficiente. El caso se cimentó sobre el testimonio de la única superviviente del crimen, Cynthia Douglas, que a las 24 horas del suceso, le pusieron ante una fila de sospechosos, entre ellos Strickland, al que la policía había detenido esa mañana. Douglas lo señaló y ahí empezó todo.
Fue declarado culpable por un tribunal formado por blancos, que lo condenaron sin la posibilidad del tercer grado en 50 años y un año más tarde, la superviviente, Douglas, dijo públicamente que se había equivocado y habían condenado a una persona injustamente, aunque no fue hasta 2009 cuando escribió una carta a la plataforma de abogados que trabajan en la exoneración de inocentes para relatar la nueva versión.
Además, durante todos estos años, el propio Strickland ha ido imponiendo peticiones ante los tribunales, y enviando documentos a organizaciones e incluso cuando recibió una carta de Douglas en la que admitía su error, la justicia ni si quiera le concedió una audiencia.
Ahora, 43 años después, no reconoce ni la ciudad en la que vivía, Kansas City. lo primero que ha hecho al salir es visitar la tumba de su madre, y según cuenta, le gustaría viajar por el mundo, recuperar la relación con los hermanos de los que se distanció, volver a ver a sus hijos, tener perros y vivir sin miedo.