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El PSOE celebra su unidad

El 40º Congreso federal de los socialistas marcha en un ambiente distendido con muestras de afecto y unidad entre los participantes

Ambiente distendido en el 40º Congreso del PSOE, que se celebra en Valencia / Cadena SER

Ambiente distendido en el 40º Congreso del PSOE, que se celebra en Valencia

Madrid

A algunos de los más jóvenes les recuerda a un festival de música, con tantos escenarios y tantas pantallas, y hay algún sevillano que, en el momento de mayor afluencia en la carpa, con una temperatura primaveral, ha llegado a evocar cómo era aquello de la feria de abril.

Hacía mucho tiempo que no se veía tal densidad de cargo público por metro cuadrado ni tanto abrazo ni tanto ministro de charla relajada con los periodistas. Lo que celebra el PSOE este fin de semana es un congreso, aunque pocos lo recuerdan como tal.

Realmente, los socialistas han organizado un congreso para celebrarse, de reencuentro después de las restricciones sanitarias y de la resaca de la batalla interna del último cónclave. “Ningún tiempo pasado fue mejor”, ha proclamado el president valenciano, Ximo Puig, presidente del 40º Congreso federal del PSOE.

Ferraz ha hecho en la Feria de Valencia un despliegue de medios nunca antes vista en el PSOE, todo con material reciclado y reluciente, con un enorme espacio reservado para el plenario y distintas salas que honran la memoria de socialistas ilustres, en las que van a abordar debates sectoriales durante todo el fin de semana.

Habrá discusiones en comisión de las enmiendas de la ponencia, sí, pero en paralelo los socialistas están poniendo el foco sobre los grandes ejes de las políticas de recuperación diseñadas por el Gobierno. Todo con un enorme aroma preelectoral, por mucho que para las generales queden dos años. “El partido se prepara para ganar elecciones, para eso estamos aquí”, comenta un dirigente a cuenta del protagonismo de Juan Espadas, alcalde de Sevilla, candidato andaluz, el primero en examinarse en las urnas y con unas encuestas en contra.

Espadas ha sido elegido por Sánchez como coordinador de los barones y protagonista de la primera mesa sobre transición ecológica, con Cristina Narbona y Teresa Ribera como madrinas. La agenda verde, la transformación social, los derechos sociales y el feminismo son los temas sobre la mesa esta tarde de viernes en Valencia.

Los socialistas se están celebrando y se están premiando. Tras la gran foto del presidente del Gobierno con todos los presidentes autonómicos y los ministros (por cierto que un dron tomaba imágenes aéreas), Ferraz ha entregado los premios Manuel Marín. Han sido galardonados la candidata socialista en Francia, Anne Hidalgo; los presidentes de Aragón, Javier Lambán, y Canarias, Ángel Víctor Torres, y la vicepresidenta Nadia Calviño, que ha mostrado su rostro más humano.

Calviño es “la mala” en el relato de Podemos, que la sitúa en el sector más a la derecha del PSOE, y Sánchez ha querido darle la oportunidad de que se reivindique ante el partido como la niña de ocho años que estaba con una rosa en el puño en un cartel de las primeras elecciones y como la nieta que hoy desearía que sus abuelos republicanos la vieran convertida en vicepresidenta de un Gobierno socialista.

En medio de tantas emociones y tantos aplausos, hay en Valencia quien sí que está pendiente de cómo queda la Ejecutiva federal, que se votará el domingo y que Sánchez ha ido desvelando con cuentagotas. Se ha visto a algún dirigente local susurrando al oído un nombre a un compañero de delegación y un par secretarios generales compartiendo impresiones cerveza en mano, pero poco más. Sánchez decide quién, cuántos, dónde y cuándo hace públicos los nombres de quienes dirigirán el partido en adelante. La liturgia socialista de los congresos ya no es la que era.

 
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