José Manuel Albares, de embajador en París al Ministerio de Asuntos Exteriores

Madrid

Dentro del Gabinete algunos ministros no estaban muy conformes con cómo había gestionado González Laya la crisis diplomática con Marruecos, una crisis que se enmarca dentro de la estrategia global de Rabat para forzar un cambio de posición sobre el Sáhara en países como España o Alemania, pero que tuvo en la acogida humanitaria de Brahim Gali en España una percha para aumentar la presión sobre Madrid.

Finalmente parece que eso ha tenido más peso que otros logros de los que puede presumir la ministra:

• Ha conseguido, por ejemplo, a base de un trabajo constante en la sombra y muchas reuniones discretas, que la Cumbre General de la OTAN del año que viene se vaya a celebrar aquí en Madrid lo que supone un gran logro diplomático.
• Ha gestionado la repatriación de miles de españoles durante la pandemia, en un despliegue nunca antes organizado desde el Ministerio de Exteriores.
• Y ha hecho un buen papel en Bruselas. Laya viene de altos puestos en la ONU y en la Organización mundial del Comercio, también en la Comisión, y por eso está muy bien considerada y tiene muy buenos contactos en las instituciones. Eso también ha influido a la hora de negociar los fondos de recuperación de los que España va a ser uno de los países más beneficiados. Así que algo tiene que ver Laya en ese Spain is Back, que ha sonado en los últimos meses

Hay otro factor que ha podido tener su influencia en la decisión del cese, un factor interno; el malestar existente y creciente entre algunos diplomáticos por dos motivos:

• La falta de vacunas que algunos diplomáticos han denunciado en algunos destinos de alto riesgo, como India o Ecuador. Fuentes diplomáticas nos dicen que sentó muy mal ver cómo al personal de algunas embajadas dependiente de Interior o de Defensa sí les llegaba vacuna, o se les facilitaba el traslado a Madrid para recibirla, mientras que a ellos se les decía que tenían que seguir el ritmo del país de destino
• La tardanza en algunos nombramientos: Laya estaba ultimando la designación de 30 nuevos embajadores, algunos muy sensibles como el de Reino Unido, y el tiempo que se estaba tomando no agradaba en un grupo, el de los diplomáticos de carrera, en el que a menudo se recibe por lo menos con cierta desconfianza a altos cargos que no formen parte de la Carrera Diplomática, como era el caso de Laya.

Precisamente este asunto no va a ser un problema con el sucesor. José Manuel Albares está bien posicionado en todos los frentes:

• Es diplomático de carrera con fuertes apoyos dentro del Ministerio de Exteriores.
• Tiene un marcado perfil político y mucho peso en el PSOE. Fuentes de Exteriores nos cuentan que durante una época no era raro verle salir del ministerio al terminar sus funciones para dirigirse a Ferraz donde se encargaba de definir la política internacional del partido.
• Está muy bien considerado en Moncloa. Fue Secretario General de Asuntos Internacionales, Unión Europea, G20 y Seguridad Global, lo que en la práctica quiere decir que era la mano derecha de Sánchez en todo lo que tenía que ver con la política exterior, la persona que preparaba cumbres y reuniones internacionales.

Sonó en su momento como ministro, pero al final la elegida por sorpresa fue González Laya. A cambio Albares se marchó como embajador a París y se da la circunstancia de que hoy está en Madrid, precisamente porque ayer vino desde Francia acompañando a la delegación del Ministro de Exteriores francés.

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José Manuel Albares nació en Madrid, en el humilde barrio de Usera, se fue a EEUU para estudiar Bachillerato porque “siempre tuvo la curiosidad de ver qué había más allá”. Además de diplomático de carrera es licenciado en Derecho, y habla inglés y francés, lo que según él mismo admite le facilita empatizar en muchas negociaciones internacionales.