Cada insulto, cada menosprecio o falta de respeto puede interrumpir o incluso arruinar un debate en Twitter, la red social más relevante en el ámbito político. En las tres grandes citas electorales de 2019 -dos generales y una europea- esta violencia verbal se manifestó en aproximadamente dos de cada 100 mensajes. Pero las primeras elecciones tras el estallido de la pandemia del coronavirus han cargado Twitter con mucha más violencia: solo en los comicios vascos, el número de mensajes con insultos y desprecios casi se duplicó (3,7) con respecto a los del año pasado. Y en las gallegas subió medio punto (2,5), un 25% más. Para medir esta violencia se ha utilizado un sistema informático capaz de localizar y clasificar estas agresiones de acuerdo con el ámbito político en que se producen. Durante la campaña, este sistema ha recopilado no solo los tuiteos que publican los candidatos y los partidos, sino también una muestra amplia de aquellas respuestas que se han producido en la comunidad tuitera. Después, ha buscado en este diálogo las agresiones verbales y ha identificado los perfiles de candidatos y partidos que, voluntaria o involuntariamente, estaban involucrados en él. De este modo han podido agruparse estas agresiones según las formaciones políticas que más a menudo aparecen en ellas. Y en las elecciones vascas y gallegas, el ganador absoluto de esta clasificación, el denominador casi común de las reyertas virtuales, tiene el nombre de Vox. En los comicios vascos, el perfil de la formación de Santiago Abascal o de alguno de sus candidatos autonómicos ha participado -de forma activa o pasiva- en el 41% de los debates en los que se ha producido al menos un insulto, una ofensa, un agravio o incluso una amenaza. Y en Galicia no pinta mucho mejor: casi la mitad de los tuiteos que contenían violencia verbal (46%) tenían a un candidato o candidata de Vox que asistía, a sabiendas o no, a esta ruptura del debate político. Al situar estas agresiones en el plano temporal se aprecian dos picos, el 26 de junio, fecha de comienzo de la campaña, y el 8 de julio, a solo cuatro de días de que terminara. ¿Qué sucedió en aquellos dos días para que la violencia verbal se disparara? Un análisis de los mensajes agresivos de esas fechas indica que el primer pico se corresponde con la indignación que suscitó la pedrada recibida por la diputada de Vox Rocío de Meer poco antes de que comenzara un mitín de Santiago Abascal en Sestao. El segundo pico se produjo a raíz de la viralización de un vídeo en el que un individuo golpeaba a una mujer en presencia de su hijo. Esta agresión machista no solo levantó una oleada de insultos contra el autor sino también unos cuantos mensajes que, de paso, pedían la expulsión de los inmigrantes. Naciones Unidas define el discurso de odio como cualquier forma de ataque o menosprecio a una persona o colectivo en razón de su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia o género o cualquier otro factor de identidad. Un fenómeno que, según la organización internacional, socava los derechos humanos y se extiende no solo por los sistemas autoritarios sino también por las democracias de todo el mundo. Por lo general, este discurso de odio suele incluir violencia verbal -insultos, desprecios, agravios...-, pero no siempre es así: un mensaje puede ser perfectamente correcto en las formas y sin embargo contener una alta carga de racismo, machismo o lgtbifobia. Por este motivo el sistema localizó y clasificó de forma independiente el discurso de odio, vaya o no envuelto en violencia verbal, en los tres grupos más habituales en España: racismo y xenofobia, machismo y lgtbifobia. El número de mensajes racistas o xenófobos de las elecciones vascas y gallegas fue muy parecido o inferior al de los comicios de 2019, en torno a un mensaje por cada 1.000 tuiteos. Y lo mismo sucedió con los mensajes machistas, con apenas un mensaje por cada 2.000. Sin embargo, los mensajes lgtbífobos prácticamente se triplicaron: en los comicios autonómicos, tres mensajes por cada 2.000, frente a uno por cada 2.000 tuiteos de las elecciones generales y europea. En cualquier caso, el discurso de odio parece definitivamente instalado en Twitter, algo que para la politóloga Cristina Monge esconde dos peligros: «Primero, empezar a asumir que forma parte del debate político», dice Monge. «En todas las sociedades el discurso político discurre dentro de unos márgenes. Es lo que los politólogos llamamos la ventana de Overton [un rango de ideas que el público puede encontrar razonable]. Ahora se amplía y da cabida a temas que hasta ahora no la tenían, por ejemplo, el discurso xenófobo». Pero la violencia verbal y el discurso de odio no solo vinieron de la comunidad tuitera sino de los propios partidos. Una vez más, de Vox. «Esta polarización se ha dado fundamentalmente en los partidos de derecha», apunta Monge. «En el primer mes de pandemia, el PP hizo un discurso de oposición. Sin embargo, a partir de un determinado momento comienza a desmarcarse, quizá con carácter estratégico, y el discurso del odio se radicaliza. Esto lo hemos visto mucho más con Vox, pero también entre las filas del PP». En las elecciones del País Vasco apenas hubo 58 referencias al terrorismo publicadas por los candidatos y sus partidos. Pero las que vinieron de solo dos formaciones, sobrepasaron a las del resto de partidos: 32 de VOX y PP+CS, frente a 26 de los demás. Mientras tanto, en el debate en la red social las menciones a ETA y su entorno estuvieron muy presentes, pese a que los dirigentes de la banda terrorista anunciaron hace casi una década el cese de la lucha armada. Y en este caso, más de la mitad de las menciones, referencias y acusaciones relacionadas con ETA fueron acaparadas por VOX y EH Bildu. Para Ignacio Sánchez-Cuenca, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid, esta presencia aparentemente anacrónica del terrorismo tiene que ver más con las decisiones de la derecha, como la designación de Carlos Iturgáiz como cabeza de lista del PP -«un político hibernado en aquella época y resucitado para esta campaña»- , que con la izquierda abertzale: «A Bildu no le interesaba que ETA apareciera en el debate». A falta de sondeos más precisos, cabe preguntarse si este incremento en la agresividad es coyuntural y está relacionado con la reciente presión del confinamiento o forma parte de un proceso general de polarización de la sociedad española. Sánchez-Cuenca no descarta que el confinamiento pueda haber influido en esta agresividad del debate político, pero cree más probable que después de las generales del 10 de noviembre de 2019 se abriera un nuevo panorama de crispación: «En enero, tras la formación de la coalición de Gobierno, comenzó una ofensiva de la derecha que ha tensado todo el debate político».