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Nacho Duato, Premio Max de Honor: "En España han destrozado mi trabajo"

La Fundación SGAE reconoce la trayectoria "pionera y revolucionaria" y la aportación a la danza de Nacho Duato, que anuncia en una entrevista con la SER que trasladará a Rusia su proyecto de fundación

El bailarín, coreógrafo y director artístico del Ballet Mikhailovsky de San Petersburgo, Nacho Duato / Marta Fernández Jara (EUROPA PRESS)

Madrid

El coreógrafo y bailarín Nacho Duato ha sido galardonado este martes con el Premio Max de Honor 2020, que otorga la Fundación SGAE, “por una carrera incansable, comprometida con la danza y las artes escénicas de nuestro país y con su visibilización por todo el mundo”. El comité de los Premios Max distingue al que fuera director de la Compañía Nacional de Danza (1990-2010) y actual director artístico del Ballet del Teatro Mijailovski de San Petersburgo por “su naturaleza pionera y revolucionaria y por su labor como embajador y representante de las artes españolas en todo el mundo”.

Conversamos con Duato hace unos días, antes de que se hiciera público el Premio, en el Teatro Real de Madrid.

¿Cómo recibe este premio y qué valor le da a este Max de Honor?

Yo recibo todos los premios con mucha gratitud y con humildad porque siempre bonito que te reconozcan, pero este premio tiene más peso, es un premio de Honor y me da un poco de vergüenza, la verdad, porque a mí me falta mucho por delante y muchísimas cosas que aprender y muchas cosas que decir. Esta carrera es una carrera de fondo que no tiene meta.

¿Qué le queda por hacer?

Muchísimo. No he hecho casi nada. He hecho cien ballets, nada más (se ríe) y he dirigido durante 30 años. Pero eso es muy poco. Lo nuestro es un poco como bailar la yenka, un paso para para adelante y dos para atrás porque después de cada estreno es como volver al principio de la carrera, te sientes solo ante el peligro y la experiencia te sirve de muy poco. Es una sensación de inseguridad que tienes desde el momento en que decidiste ser coreógrafo. Pero me da un poco de apuro (este premio) porque a la otra gente a la que se lo han dado me parece que es gente muy importante, los he visto siempre muy por encima de mí, pero el tiempo pasa y no te das cuenta y de pronto ya eres un señor como para recibir este tipo de premios.

Usted se ha lamentado en varias ocasiones del escaso reconocimiento en España hacia su trabajo y su trayectoria

No, no, el público me ha tratado muy bien, los teatros siempre llenos, lo que no han tratado bien es mi trabajo, mi trabajo lo han destrozado, absolutamente destrozado. A mí me cortaron las alas cuando dejé la Compañía Nacional de Danza (CND), me fui al día siguiente a Rusia y después a Berlín, pero me quitaron a mis bailarines. Es como si a un pintor le quitan sus colores, sus pinceles y ya no los vuelves a encontrar en tu vida. Esos bailarines que formé durante 20 años, que me han seguido y que remábamos todos a la vez, con la misma fuerza y hacia el mismo sitio, eso no lo he vuelto a encontrar ni lo encontraré en mi vida. De modo que eso se lo han cargado. Y mi trabajo, aunque lo repongamos ahora, está destrozado porque hay por lo menos como 60 ballets que he hecho para la CND y ¿qué vamos a reponer, uno cada dos años? Hay tantos ballets que no van a ver la luz: Txalaparta, Cobalto, L'homme...

¿Qué le gustaría que sucediera?

Es que ya no se puede mirar a atrás, se ha destruido. Lo han destruido.

¿A quién atribuye la responsabilidad?

Hacer mal las cosas casi siempre es responsabilidad de los políticos. Es la responsabilidad del ministerio de Cultura y le echo la culpa. Y al ministro de Cultura -al actual y a todos los que he conocido- le echo la culpa de que en este teatro en el que nos encontramos (el Teatro Real) no haya una compañía nacional. ¿Por qué no la hay? No lo puedo entender. Madrid es la única capital de Europa que no tiene una compañía estable y lo digo y por un oído les entra y por otro les sale, pero no solo al ministro, a todo el mundo. Es un escándalo. Yo entiendo que en mi época no quisiesen aquí a la CND porque no hacíamos clásico, pero ahora que sí tienen un repertorio clásico bastante aceptable ¿por qué no la contratan aquí? ¿Por qué no ponen a la Compañía a bailar un mínimo de 30 o 40 espectáculos al año como lo hacen en cualquier ciudad del mundo?

La última vez que hablamos tenía en mente crear una fundación en Madrid que acogiera todo su legado... ¿Cómo está ese proyecto?

Aquí va a ser muy difícil. Ya lo dejé caer en Rusia y ellos ya lo están promoviendo todo, he hablado con abogados y lo más probable es que lo haga en Rusia.

¿Por qué en Rusia y no en España?

Por la sencilla razón de que si lo hago en Rusia se van a bailar mis ballets. Mira, La bella durmiente se baila como 40 veces al año. Si yo lo hago aquí, ¿se baila dos o tres veces al año en el Teatro Real y chimpún o sin orquesta en Sevilla? No. Con todo el dolor de mi corazón lo haré en Rusia.

¿Cómo cree que va a afectar al mundo de la danza esta crisis que estamos viviendo y que viviremos?

Nos está afectando y nos va a afectar hasta el momento en que la pandemia pare, porque esto va a parar. Y estamos sufriendo muchísimo. Yo, por ejemplo, he tenido que cancelar cuatro espectáculos y ayer me cancelaron otro en Stuttgart. Ahora está afectando muchísimo a la danza, pero una vez pase la pandemia las cosas van a volver a la normalidad, va a costar muchísimo reponerse, pero no es que esto vaya a cambiar la forma de bailar para el resto de nuestras vidas. Yo creo que en cuanto encuentren la vacuna vamos a estar otra vez igual. El otro día oía a un chico en la televisión que comparaba esto con una guerra y, por favor, que en las guerras no hay ni para comer y te caen las bombas. Lo ha pasado muy mal la gente con familiares que han muerto, la gente pobre, la gente que vive en un apartamento pequeño toda la familia, la gente que se ha quedado sin trabajo. A mí me han llamado para que saliese en algunos programas hablando de mi confinamiento y yo no quiero hablar, si estoy muy bien: leo, pinto, llamo a Glovo cuando quiero beber un vino. Estamos fenomenal, no nos quejemos. Pero es una putada, como siempre, para las minorías, los pobres.

¿Conoce al ministro de Cultura actual?

No, y ya ha metido la pata, el pobre. Es que no sabe muy bien dónde se mete. Pero es lógico que meta ese tipo de patas porque no sabe lo que es ni la vida de un bailarín, ni de un músico, ni de un artista. Para ellos la cultura es otra cosa, son los escritores, el Reina Sofía y se acabó.

Eso depende del ministro

Depende del ministro, sí. Los ministros no creas tú que trabajan tanto por la cultura. En la danza y en el teatro es el director general del Inaem con quien hablas y con el secretario de Estado... El ministro es el que corta cintas y hace discursos. No infravaloro su trabajo, pero el día a día y el que mueve las tuercas no es él.

¿Cómo ve a Joaquín de Luz al frente de la Compañía Nacional de Danza?

Da lo mismo cómo yo lo vea, pero le deseo lo mejor porque dirigir es muy difícil, dirigir esta compañía es muy difícil. El presupuesto no es muy alto, hay que buscarse las castañas porque no tienes un teatro que te respalde, pero yo creo que lo va a hacer bien. Es un tío muy positivo, con la sonrisa siempre presente y eso le va a servir de mucho, está muy bien. Y es cercano con los bailarines, que también es importante. De modo que yo ya le he dicho que le voy a ayudar en lo que quiera.

Al poco de llegar a la Compañía, De luz lamentó en una entrevista con la SER que los bailarines en España prácticamente eran funcionarios

Sí, pero eso es en todas partes. Es que él viene de Estados Unidos y allí, todos los bailarines que no están en su compañía están de camareros. Y ahora, ni eso, porque no están los bares abiertos. Aquí están cobrando al mes, así que tan mal no está. Cuando estuve en Berlín tuve peleas con el ministerio porque me puse del lado de los bailarines y de los sindicatos, cosa rara que aquí, en España, un director se ponga del lado de los sindicatos. Pero me puse de su lado para que les subiesen el sueldo, los royalties cada vez que bailaban, para que tuviesen un día libre más. De modo que ser funcionario como bailarín no está mal porque están cobrando en estos momentos. En Nueva York, si no bailas, no cobras.

¿Se despedirá de su profesión vinculado de nuevo a la danza en España?

No, desde luego que no. No estoy vinculado ni pienso estarlo. Soy libre y, sobre todo, no con los políticos, para nada. ¿Colaborar ahora con el ministerio, con una comunidad autónoma o dirigir un teatro?

¿Se imagina dirigiendo ese Centro Nacional de Difusión de la Danza que lleva un tiempo proyectando el Inaem?

No, para nada. ¿Lo van a hacer? ¿Por qué estas ideas si tienes este teatro que está aquí (el Teatro Real) y no hay una compañía? ¿Para qué vas a hacer otro teatro si lo tenemos aquí?

¿Este Max de Honor lo colocará también en el cuarto de la plancha de su casa, como todos sus premios?

Yo tengo un cuarto de la plancha que es una maravilla y, sobre todo, una estantería que es fenomenal. ¿Tú te imaginas, conociéndome a mí, que yo voy a tener mis premios en una estantería del salón?

¿Qué planes de futuro tiene?

Yo no tengo planes. Y con la pandemia he aprendido que aquí no se pueden tener planes. El día a día es importantísimo. Es que tienes planes y al día siguiente te vas a la UCI, es así. He aprendido que el tiempo es importantísimo, que hay que aprovecharlo al máximo y que hay que vivir el presente. Entre mis planes está estrenar en octubre, pero es que a lo mejor no estreno, es que a lo mejor no estreno nada en un año, no se sabe. Mi plan es tomarme un vinito a la una y media, cuando me dejes, y esta tarde pintar un cuadro.

 
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