Ocio y cultura

'Rewind', o cómo recomponer los añicos rotos

Juan Tallón aborda en su novela 'Rewind' una historia sobre la fragilidad, la amistad y esa gente que consigue ponerse de pie después de una tragedia

Imagen cedida por el autor / Juan Tallón

Madrid

El escritor y periodista Juan Tallón parte en su novela Rewind (Anagrama) de la historia de una explosión en un edificio de Lyon donde viven cuatro amigos, universitarios, que preparan una fiesta que nunca celebrarán, para explorar a través de distintos puntos de vista esa idea de querer rebobinar para entender lo que sucedió, de las relaciones de amistad indestructibles, de cómo no estamos nunca preparados para una tragedia que nos transforme la vida y de cómo nos reconstruimos tras someternos a lo inevitable. Rewind es una historia sobre la fragilidad de nuestras vidas y sobre cómo recomponemos los añicos rotos.

A sus personajes, la explosión del piso en el que viven hace saltar por los aires toda su vida, ¿por qué le interesaba esa idea del azar y las tragedias que nos sobrevienen para las que nunca parecemos estar preparados?

La novela quería ser un viaje relámpago de la superficie al fondo, donde no hay nada o solo hay trocitos, y ese es el momento de la explosión, que llega en un momento perfecto, en el que sus protagonistas no le piden nada a la vida porque creen que lo tienen todo. En un segundo, todo desaparece y no queda nada, salvo la muerte, la destrucción y el tiempo que le llevará a los vivos rehacerse. Y ahí es cuando comienza el viaje de vuelta, ya no tan relámpago, que va de la nada a la superficie y es cuando descubres que las cosas ya no son como eran y tienes que empezar de cero.

Más allá de esa esperanza en la reconstrucción después de una tragedia así, su historia es tristísima, aunque usted (y Manuel Jabois) digan que no…

Sin duda es una historia tristísima, terrible, fundamentalmente es eso. Pero a veces las novelas y las vidas nos cuentan varias historias a la vez. Y, al lado de la historia principal, se abre paso un relato con otro tono y Rewind es la historia de esa esperanza que trata de salir entre los resquicios, a la luz.

Sus personajes son universitarios, jóvenes, con toneladas de futuro por delante y, de pronto, su estatus de triunfadores en potencia se convierte en el de víctimas…

Efectivamente, es una novela sobre el cambio de era a nivel individual. La novela quería ser una oda a la juventud que se ve trastocada y los supervivientes tienen que madurar de golpe y adaptarse a un nuevo paradigma.

Eso de hacernos mayores de golpe, ese cambio de paradigma quizá nos esté pasando ahora, en estos momentos

Sí, de pronto nos vemos reducidos en la escala. Vivíamos en un mundo casi inabarcable, un mundo que de tan grande casi se nos hacía más conocido por la posibilidad de viajar a sitios lejanos y desconocidos. Y ahora la escala se trastoca, se empequeñece, y el universo está en los pocos metros cuadrados que cada uno tiene en su día a día, y en esas estamos, tal vez ya reinventándonos.

Habla en Rewind de los golpes de vida, cuando algo mueve las cosas que dábamos por seguras de su lugar original… Quizá eso también nos esté sucediendo, como a sus personajes

Sin duda, creo que ese concepto de golpe de vida lo leí por primera vez en un texto de Virginia Woolf, cuando algo te ataca tan violentamente que lo mueve todo y lo cambia, y es un golpe siempre doloroso, un trauma, y forma parte de nuestras vidas, pero también la gestión de esos traumas y la capacidad de salir adelante. Es como esa frase que menciono al principio de la novela, tomándola de El viejo y el mar, de Hemingway. El hombre no está hecho para la derrota, un hombre puede ser destruido, pero no derrotado. El hombre siempre busca el modo de ponerse en pie porque venimos de donde venimos, y el hecho de erguirnos va en nuestros instintos. La novela es una historia sobre gente que consigue ponerse de pie, pero también de gente que no lo consigue.

Cuenta muchas cosas en esta novela, pero hay otras que no comparte con el lector… No sabemos exactamente el origen de la explosión y tampoco la historia de esa familia marroquí que vive en el edificio de los chicos y que guarda explosivos en casa…

Es que yo creo que por mucho que se rebobine la vida siempre tiene un ángulo misterioso que no termina de aclararse nunca, que no se puede mirar, hay que adivinarlo. Por mi parte hay una intención casi grosera en no aclarar qué pasó con eso. Solo dos personas podrían decirnos por qué explotó el edificio y justamente las dos están muertas. Ahí hay un muro que ni la ficción puede rebasar. Hay un ángulo muerto y, sinceramente, la vida está llena de historias que empiezan y nunca acaban, o no acaban como esperamos. Yo creo que ya estamos acostumbrados a convivir con finales rotos o abruptos en los que no se consigue conocer los hechos completos, y esta es una historia más de esas que no acaban como quisiéramos.

En Rewind están también esas familias y lazos que construimos con las personas que elegimos, las comunidades que vamos constituyendo a lo largo de la vida

Son las historias de amor, al final. Las muchas formas que el amor tiene de cuajar y consolidarse también están en la novela. Es una historia de muchas formas de amar, sobre la amistad, sobre las amistades naturales con las personas que forman parte de tu generación, pero también es una historia increíble sobre cómo un chico de 20 años puede querer, en términos de amistad, a una mujer de 60 años y viceversa. Rewind quería ser una historia sobre eso, sobre las amistades que se construyen y que se truncan, y sobre esas indestructibles que nada las rompe, a pesar de que estén hechas sobre añicos.

A través de todos los puntos de vista que van reconstruyendo lo que pasó, su historia evidencia la imposibilidad de conocer al otro, a tu novia, a tu mujer, a tu amigo…

Quizá es una posición llevada al extremo, pero es cierto que a veces uno ni siquiera se conoce a sí mismo. No sabemos cómo podremos reaccionar en situaciones adversas. Y la decepción forma parte de la historia del amor y la amistad, no se puede prescindir de ella a la ligera, esta novela también cuenta eso.

Sus personajes se someten a lo inevitable y se convierten, como nosotros también, en personas muy obedientes, cuando quizá antes no lo éramos tanto…

Yo creo que el miedo tiene mucho que ver en esta sumisión, pero pensemos también que esta sumisión tiene mucho que ver con el sentido común. Todos somos conscientes de que la mejor forma de no empeorar la situación es permaneciendo en esta nueva escala tan reducida que es nuestra vivienda, y a la vez poniéndonos en el lugar de los demás y eso, confesémoslo, nos cuesta mucho. Yo soy muy poco optimista y no sé, cuando salgamos de esta no sé cómo lo haremos, si nos sentiremos especialmente sensibles y dispuestos a aprender una lección y si calará lo suficiente ayudándonos a mirar el mundo de manera distinta.

 
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