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Museo del Prado

La mujer que más cerca ha estado de Goya

Elisa Mora es restauradora del museo del Prado, la que más obras de Goya ha tocado. La última en pasar por sus manos ha sido 'La Nevada' que el pintor aragonés realizó entre 1786 y 1787

Elisa Mora, restauradora del Museo del Prado / ROBERTO CUADRADO

Elisa Mora, restauradora del Museo del Prado

Madrid

"Lo necesitaba porque no se apreciaban los tonos grises del cuadro, los que dan esa sensación de frío". Elisa ha sido la encargada de restaurar 'La Nevada' de Goya; la que ha devuelto el esplendor a esta obra que el aragonés pintó entre 1786 y 1787. Por sus manos han pasado decenas de cuadros pintados por Goya, y es que casi cuatro décadas de trabajo en el Prado dan para eso y mucho más. A punto de jubilarse confiesa que echará mucho de menos este lugar, aunque aún faltan unos meses para que cuelgue la bata negra definitivamente.

"Goya era un maño que llevaba a su tierra dentro de él. Pintaba cosas y escenas de la vida cotidiana, contaba historias y en ellas reflejaba lo que le gustaría mejorar del mundo que le rodeaba". En sus cuadros denunció la decadencia de una sociedad que mostraba la miseria humana sin pudor. "Es un pintor de actualidad, nunca pintaba por casualidad". Elisa tiene claro que la vigencia de su obra hay que destacarla por encima de todo. "En 'La Nevada' reflejó la diferencia de clases. Por un lado, un grupo de de personas que se abrigan solo con una sábana; por otro, otro grupo que se tapa con abrigos y detrás llevan una mula cargada con un cerdo abierto en canal. Se´supone que todos vienen del mismo lugar, pero solo dos tenían el dinero suficiente para comprar el animal".

La nevada o El invierno, Goya

La nevada o El invierno, Goya / MUSEO DEL PRADO

La nevada o El invierno, Goya

La nevada o El invierno, Goya / MUSEO DEL PRADO

Elisa pasa gran parte del día en el taller de restauración del museo del Prado. Sentada frente al caballete don restaura las obras, espera: "Ahora, después de reyes, espero que me den el siguiente cuadro para restaurar", nos dice. El taller es un lugar de paz, tranquilo y luminoso. Tiene su mesa de trabajo muy ordenada, "la coloqué cuando acabé de restaurar 'La Nevada', porque de lo contrario sería imposible que empezara con otra cosa".

Dice Elisa que Goya hubiera sentido mucha pena al ver como sus obras salieron en el 36 del museo. "Lloraría, sentiría mucha pena". Después de tantos años mirando a Goya de frente, Elisa es capaz de meterse en su mente. "A veces cuando estoy restaurando uno de sus cuadros me imagino qué pensaría; qué diría o qué sentiría. Me siento muy identificada con él".

 
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