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Greta Thunberg

¿Tren, coche eléctrico, piragua, caballo o bici? Las opciones de Greta Thunberg a la hora de viajar de Lisboa a Madrid

La activista insiste en desplazarse en medios de transporte sostenible

La activista climática sueca Greta Thunberg habla con AFP durante una entrevista a bordo de La Vagabonde / Getty Images

La activista climática sueca Greta Thunberg habla con AFP durante una entrevista a bordo de La Vagabonde

Madrid

Este martes la activista medioambiental Greta Thunberg desembarcará del catamarán La Vagabonde en la Doca de Alcantara de Lisboa, poniendo fin a un viaje de tres semanas que la ha llevado de Estados Unidos a la capital lisboeta.

La joven sueca rehúsa viajar en aviones porque las aeronaves son altamente contaminantes, y por este motivo se ha dispuesto a cruzar el Atlántico dos veces este año. El pasado mes de agosto pasó dos semanas a bordo del velero ecológico Maliza II para asistir a una cumbre sobre el clima en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Desde ahí planeaba atravesar las Américas para también estar presente en la Cumbre del Clima de Santiago de Chile, pero la inestabilidad política y protestas multitudinarias en el país andino forzaron la cancelación de la cita y su traslado a Madrid, factor que obligó a la joven solicitar ayuda para volver a cruzar el océano en pleno otoño.

Aunque Thunberg encontró lugar a bordo del catamarán de una familia australiana que zarpó de Norfolk, Virginia, el pasado 13 de noviembre, el viaje ha estado plagado por las malas condiciones atmosféricas que se esperan en el norte Atlántico durante estos meses del año, y la travesía ha tardado más de lo esperado. Por ese motivo, la joven ha tenido que rechazar la oferta de la Asamblea de la República Portuguesa, que le invitó a dirigirse a los diputados del Parlamento luso, y en principio pasará apenas 24 horas en Lisboa, el tiempo suficiente para descansar un poco antes de desplazarse a Madrid.

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Sorprendentemente, esta parte de su peregrinaje medioambiental está resultando ser complejo debido a la falta de opciones sostenibles a la hora de viajar entre las dos capitales ibéricas: simplemente no existe manera de desplazarse entre Lisboa y Madrid en poco tiempo sin incurrir en el tipo de contaminación que choca frontalmente con los principios de Thunberg. Aquí un repaso de todas las formas en las que la activista podría realizar esta etapa final de su viaje.

La opción ferrovial: lenta y con trenes diésel

Normalmente Thunberg prefiere viajar en tren, ya que en su Suecia natal la opción ferroviaria resulta ser la manera más sostenible para moverse entre grandes distancias. Sin embargo, la red ibérica está mucho menos desarrollada que la del norte de Europa, y grandes partes del sistema siguen dependiendo de locomotoras diésel, que emiten el doble del carbono que los trenes eléctricos, y pueden soltar más de 90g de CO2 por pasajero por milla.

En el caso particular de las conexiones ferroviarias que ligan Lisboa con Madrid, nos encontramos con apenas dos opciones diarias, y ambas dependen parcialmente de este tipo de locomotora altamente contaminante. La única opción ‘directa’ es la que ofrece el servicio del Trenhotel Lusitania, el tren nocturno que conecta las capitales ibéricas cada noche, atravesando la frontera hispanolusa entre Vilar Formoso y Fuentes de Oñoro. Además de ser un viaje lento –se tardan 10 horas y 15 minutos en realizar un desplazamiento que dura 45 minutos en avión–, el desplazamiento no se realiza de manera sostenible. Unos 100 kilómetros de tramo entre la frontera portuguesa y Medina del Campo no están electrificados, y el tren depende de una locomotora diésel durante esa parte del trayecto.

De día existe la opción de pasar un total de 12 horas en tren atravesando el centro-interior luso y, luego, gran parte de Extremadura en cuatro trayectos independientes. Aunque la parte lusa del viaje –a través de la Línea del Este, que opera con una locomotora de los años 50– está electrificada, al llegar a Badajoz Thunberg tendría por delante seis horas de viaje en trenes diésel.

El coche eléctrico de la Junta

Tal vez porque es consciente de las limitaciones de la red ferroviaria en su Comunidad Autónoma, la Consejería de Transición Ecológica y Sostenibilidad de la Junta de Extremadura ha puesto un coche eléctrico a disposición de la activista.

Si bien es una opción ‘limpia’, la plataforma ecologista Salvemos la Montaña ha pedido que Thunberg no acepte la oferta de la Junta ya que el coche depende de baterías de litio, y actualmente el paisaje rural de Cáceres está en riesgo porque el Gobierno autonómico ha dado luz verde a una mina de litio en ese entorno. La plataforma pide a la joven sueca que sea consecuente con su compromiso al medioambiente, y que se niegue a utilizar ese transporte.

¿Un paseo por el Tajo?

Algunos han sugerido que la activista podría intentar alcanzar la capital española a través del Tajo, que nace en los montes Universales de la sierra de Albarracín (provincia de Teruel), cruza 1.007 kilómetros del centro de la Península –pasando muy cerca de Madrid–, y desemboca en el Atlántico a través de la Bahía de Lisboa.

Si bien desde la época de Felipe II existen planes de canalizar el río hasta convertirlo en una opción navegable para realizar este trayecto, actualmente se trata de una ruta que está obstaculizada por presas y otras infraestructuras que complican la travesía, y obligan a quienes se atreven con ella a pisar tierra con gran frecuencia. Desde que dos W. Crawford y Grátame Whittaker –estudiantes de medicina de la Universidad de Edimburgo (Escocia)– realizaron el trayecto en piragua por primera vez en 1932, como parte de una excursión patrocinada por el Canoe Natación Club de Madrid, numerosas personas han completado el viaje, entre ellas Antonio de la Rosa, quien se convirtió el primer deportista en completar la hazaña en paddle surf en 2015.

Sin embargo, hasta ahora todos los trayectos se han realizado partiendo desde Madrid y aprovechando el descenso del río hacia el Atlántico, y este año cualquier excursión en sentido opuesto sería especialmente difícil, ya que la Confederación Hidrográfica del Tajo ha liberado poquísima agua para Portugal y dejado partes del lado luso del río prácticamente secas. Dado que la Cumbre del Clima concluye el día 13, parece poco probable que la activista pierda tiempo con esa aventura, por muy sostenible que sea.

En caballo o con una bicicleta

En las redes muchas personas críticas con Thunberg han afirmado que si realmente busca un medio de transporte que emita poco CO2, lo mejor es realizar el viaje a caballo.

Obviando las posibles consideraciones éticas, y la complejidad del terreno, incluso si la activista contase con un sistema similar al del Pony Express –el mítico servicio de correo rápido que cruzaba Estados Unidos–, con un caballo “fresco” esperándole cada mañana, no conseguiría llegar a Madrid antes de que concluyera la Cumbre.

Según los expertos equinos, un caballo puede recorrer una distancia de entre 30 y 45 kilómetros por día. A ese ritmo, y siguiendo la ruta de 591 kilómetros que Google indica para quien pretenda cubrir la distancia a pie, Greta tardaría 13 días en llegar a Madrid, llegando con tiempo de sobra para apreciar la iluminación navideña de la ciudad, pero después del final de la COP25.

Los críticos también han sugerido que la activista podría hacer el viaje en bicicleta, y ciertamente hay atletas que han realizado el trayecto en numerosas ocasiones. Cada año, de hecho, tiene lugar la Non-Stop Madrid-Lisboa, una carrera de relevos en la que ciclistas cubrir 770 kilómetros entre Las Rozas de Madrid en un tiempo máximo de 55 horas; el pasado mes de septiembre el equipo de Galletas Gullón terminó primero al cruzar la meta en 33 horas y 25 minutos.

Sin embargo, hablamos de una distancia que es un desafío para atletas serios, y completamente impensable para una joven de 16 años que acaba de pasar tres semanas a bordo de un catamarán.

Descartadas estas opciones improbables, todo indica que si Thunberg pretende llegar a Cumbre a tiempo, sólo cabe la opción ferroviaria o el coche eléctrico de la Junta de Extremadura.

 
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