David Trueba, a los políticos: ''Si frustras las expectativas de la gente, vas a generar violencia"

Madrid

Después de Tierra de campos, su última novela, David Trueba quería cerrar un ciclo. Por eso, ha virado de editorial para publicar una novela juvenil Siruela ha cogido el guante y edita El río baja sucio, un libro de aventuras, pero sobre todo de reflexión centrado en la adolescencia. "No era una huida, sino una vuelta a casa, al origen de la vocación de escribir como una manera de explicarse la frustración y la complejidad de vivir", explica el autor. 

En estos tiempos donde los jóvenes señalan el camino del compromiso con el cambio climático, Trueba enmarca su historia alrededor dos adolescentes que pasan sus vacaciones de Semana Santa en la sierra madrileña, con un río contaminado y con la sombra de la corrupción urbanística de fondo.

"Todo lo autobiográfico está dividido en todos los personajes, pero hay muchas cosas de la observación propia, de tener cerca a gente de esa edad y de ser padre, a la hora de contar cómo son los padres y las relaciones. Al mismo tiempo, lo más autobiográfico de mis libros es el esfuerzo por tratar de enfrentarme a mis propios prejuicios", decía Trueba.

"Creo, además el libro también habla de eso, es que el gran peligro para la sociedad, que los gobernantes no quieren ver, es la frustración. Si tú frustras las expectativas de los ciudadanos vas a generar desánimo, violencia, que la gente quiera romper el juguete", señalaba el escritor. La ruptura del ascensor social, pieza clave en el desarrollo de la democracia española, es la pata que ha tambaleado el sistema actual y que desconcierta a los jóvenes, a los protagonistas del libro, pero también a los que salen a las calles.

El río baja sucio es la demostración de que los jóvenes pueden o dejarse llevar por la corriente, o ser ellos mismos y luchar por lo que les importa. La novela se publica en medio de las protestas juveniles por el clima, algo que desconcierta a Trueba. "Detrás de ese grito de los jóvenes por la ideología está la vuelta a la naturaleza. Los jóvenes son totalmente inconsecuentes porque ellos son las personas menos respetuosas con el medioambiente que yo he conocido en el mundo, cuesta muchísimo que un chico apague la luz o que no compre por internet".

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En la novela, que mantiene cierto reflejo con Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite, por la incomprensión de los personajes, se plasman algunas de los temas sobre los que el autor ha reflexionado en su cine o en sus novelas. Está el uso de la tecnología, el tiempo, la defensa de la inutilidad de las cosas o la ruptura de convenciones estrictas. "A lo que más prejuicios tengo es a mis prejuicios y esa visión para mí es el reto de una novela, tratar de colocarte en los ojos de otro. Hay un elemento en el libro que es un cuadro muy feo, que es algo que tuvimos en casa".

Dos jóvenes que empiezan a conocer el cine, los libros, los paseos en bicicleta, el primer amor, las primeras decepciones y a tomar decisiones clave en lo que será su futuro. Trueba retrata la incomunicación entre padres e hijos, señala aquello tan obvio de que los progenitores también fueron jóvenes en su día. Incomprensión hacia las decisiones de la autoridad, que parece tener respuestas para todo, encarnado sobre todo en el personaje del padre de uno de los protagonistas, que en la época del Joker, llega a decir que los superhéroes son fascistas.

"A lo que se refiere es que si una sociedad está esperando a que llegue un salvador, es una sociedad que va a caer seducida por el fascismo. Yo creo que la cultura o la educación del superhéroe es anticolectiva, de no encontrar solución a los problemas colectivos", dice Trueba, que está enfrascado en el montaje de la que será su próxima película.