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REPORTAJE

Ni todos los republicanos son de izquierdas ni la bandera representa a la derecha: apropiaciones de la política

La contaminación es un problema que nos afecta a todos pero lo que está ocurriendo con Madrid Central ejemplifica muy bien que hay batallas que sólo se libran desde determinados sectores. Intentamos averiguar los motivos

Madrid

¿Hay republicanos de derechas? ¿Y toreros de izquierdas? ¿El feminismo es una reivindicación de todas las mujeres? ¿Por qué hay gente que luce con orgullo una pulsera de la bandera nacional y españoles que nunca se la pondrían? ¿Hay votantes de Podemos que van a misa? Siempre hay excepciones pero la realidad demuestra que hay temas y símbolos que se ha apropiado la derecha y la izquierda a lo largo de la historia, incluso a veces, alternativamente y con distintos significados en diferentes puntos del planeta. Ernesto Laclau acuñó el término "significantes vacíos" para referirse a esas palabras ambigüas, esos grandes contenedores, que pueden ser resignificados en un sentido político u otro en función de quién las pronuncie. “Históricamente, en España, las derechas han hegemonizado conceptos como patria, nación, orden y familia, mientras que las izquierdas han hegemonizado otros como libertad, feminismo, cultura o derechos sociales. Cuando la derecha logra colocar los primeros en la agenda política, suele ganar el debate, cuando es la izquierda la que lo hace con los segundos, es ésta la que se lleva el gato al agua. Acabamos de verlo en las pasadas elecciones en las que las derechas trataron de centrar la discusión en la cuestión nacional territorial, mientras que las izquierdas hicieron de las libertades y derechos sociales, LGTBQ y de las mujeres, sus principales banderas para movilizar al electorado progresista” señala el historiador Diego Díaz, autor del libro Disputar las banderas.

“Allí donde surge un movimiento social en torno a un tema, éste pasa a ser o se mantiene como como componente de la cultura de izquierda. Cuando el término o la práctica se vuelve de derecha -si antes no lo era- en muchas ocasiones es por dejación de la propia izquierda”, asegura Joaquín Arriola, profesor de Economía política en la Universidad del País Vasco. En esa línea, la politóloga de la USC Elba Maneiro llama la atención sobre el hecho de que la extrema derecha se haya apropiado del discurso de lucha de clases: “En el Reino Unido, donde las clases obreras tienen más conciencia de grupo, el UKIP se ha apropiado del tema y en Francia los comunistas han votado a Le Pen. Los partidos de ultraderecha en toda Europa lo que hacen es teñir un marcado carácter social a su discurso. De hecho, utilizan temas propios de la izquierda y, a su vez, responsabilizan de la situación, al otro, al diferente, creando un nuevo antagonista de la clase obrera que sería el inmigrante”.

Recientemente, en nuestro país, la izquierda ha intentado abrazar el nacionalismo español y sus símbolos, tan ligado a la derecha después del Franquismo, pero sigue sin tener éxito en esa pugna. Cuando Pedro Sánchez anunció su candidatura a la Presidencia del Gobierno en 2015 con una gran bandera de España, muchos le acusaron de electoralista, por más que él insistiera en que "la bandera española es tan del PSOE como del resto de partidos". En ese momento, Podemos criticó el gesto de Sánchez porque el partido consideraba que “ser patriota es defender a la gente de los recortes” pero, con ese discurso, también estaban intentando apropiarse de su porción de nacionalismo español, aportando un carácter social.

Pedro Sánchez, junto a su mujer y la gran bandera, en 2015

Pedro Sánchez, junto a su mujer y la gran bandera, en 2015 / JUAN MEDINA

Pedro Sánchez, junto a su mujer y la gran bandera, en 2015

Pedro Sánchez, junto a su mujer y la gran bandera, en 2015 / JUAN MEDINA

En cada legislatura, estas apropiaciones provocan continuos bandazos en las medidas que los distintos gobiernos ponen en marcha. A pesar de que la mayoría de materias requerirían un amplio consenso entre derechas e izquierdas, cada uno trata de imponer su visión, aunque a veces suponga renunciar a derechos conquistados tras años de lucha. Los sucesivos planes educativos -con todas las ideas y conceptos que contienen- son el reflejo más claro de ese juego. Lo que está pasando ahora con Madrid Central es otro ejemplo. Repasamos ese y otros temas que diferentes sectores políticos abanderan según conveniencia:

Medio Ambiente

Madrid Central se ha convertido en un campo de batalla entre la derecha y la izquierda en la capital. Mientras la Comisión Europea pide más restricciones al tráfico, desde el PP se empeñan en criticar la medida de Manuela Carmena que saca a los coches del centro de la ciudad, aunque los datos corroboren que es realmente efectiva. De hecho, el nuevo gobierno de Madrid oculta esos datos. La contaminación mata y la izquierda sigue liderando su lucha, íntimamente relacionada con la de clases, que también forma parte del discurso de la izquierda: "Una de las principales causas del deterioro medioambiental tiene que ver con el lucro de las grandes empresas, con un sistema que pone el lucro por encima de cualquier otro aspecto en la vida, como los derechos laborales o la conservación de la naturaleza. De ahí que muchas veces los movimientos ecologistas se hayan opuesto a la forma de actuar de las grandes empresas", señala Luis Rico, de Ecologistas en Acción, que afirma que en el caso de los coches -que son los principales responsables de la mala calidad el aire en las ciudades- "hay una clara relación entre la capacidad que se tiene de la utilización del coche privado, ya que aquellas personas con mayores ingresos son los que más los utilizan".

El politólogo Víctor A. Rocafort concluye que afirmando que "la actual crisis climática viene marcada por la codicia del capitalismo, que tiene la luces tan cortas que prefiere permitir el enriquecimiento de la oligarquía, de esas 100 empresas que a nivel mundial son responsables del 70% de las emisiones de CO2, antes que frenar esta dinámica. Frenarlo provocaría una transformación tan radical en nuestro modo de vida que es lo que hace que mucha gente no dé el paso en la dirección de una lucha ecologista más comprometida".

La bandera y el himno

"La I República Española mantienía la enseña rojigualda como enseña republicana", recuerda el profesor Joaquín Arriola, que considera que el caso de la apropiación de la bandera por parte de la derecha "tiene que ver más con que la izquierda ha hecho dejación o cesión de ese símbolo" y de otros significantes de identidad nacional como el himno. La II República sí cambió a la bandera tricolor y el franquismo volvió a la rojigualda añadiéndole otro símbolo, un águila. "La rojigualda tiene una continuidad con la bandera franquista aunque se le haya quitado el águila. Cuando vas al campo de concentración de Mauthausen la bandera que ondea en el panteón español es la tricolor. El reconocimiento internacional a la lucha antifascista se hace con la bandera tricolor", recuerda el politólogo Víctor A. Rocafort, que señala que "la cesión" del partido comunista en la Transición de la bandera "fue un decreto, algo racional, algo táctico, que no llega al corazón de la gente" y por eso las manifestaciones y otros muchos actos siguen llenándose de banderas republicanas.

Este conflicto entre banderas que tiene que ver con un conflicto república-monarquía y la idea del nacionalismo español. Rocafort señala dos hitos importantes que añadieron nuevos estratos de significado a este símbolo: "Por un lado, cuando en 2010 España gana el Mundial de fútbol se normaliza la rojigualda en una nueva generación gracias a su relación con los éxitos deportivos. Por otro, cuando en 2011 surge el 15-M, es cierto que inicialmente no se quería politizar pero sabemos que después, todo el movimiento político que hubo de 2011 a 2014, fue hegemonizado por la izquierda". La tricolor vuelve a sacarse a la calle, como símbolo de ruptura: "No solo coge fuerza con la abdicación de Juan Carlos sino que se reafirma con el conflicto catalán. Gran parte de la derecha política opta por colgar las rojigualdas de los balcones de nuestras ciudades y coge fuerza como símbolo de reafirmación nacionalista", subraya el politólogo.

Con el conflicto catalán, la bandera española coge fuerza como símbolo de reafirmación nacionalista

Con el conflicto catalán, la bandera española coge fuerza como símbolo de reafirmación nacionalista / Graeme Robertson

Con el conflicto catalán, la bandera española coge fuerza como símbolo de reafirmación nacionalista

Con el conflicto catalán, la bandera española coge fuerza como símbolo de reafirmación nacionalista / Graeme Robertson

República

Las manifestaciones suelen llenarse de banderas republicanas, aunque el motivo de protesta nada tenga que ver. Actualmente, los deseos de derrocar la Monarquía se asocian a la izquierda, pero conviene recordar que en la II República hubo políticos de derechas como el presidente Niceto Alcalá Zamora o el ministro de Gobernación Miguel Maura que defendieron este sistema de gobierno con la misma pasión que sus opositores. Ahora no hay voces de la derecha que reclamen que el jefe del Estado se elija democráticamente: "Puede haber gente de derechas que rechace la idea de un rey hereditario en pleno siglo XXI y que estén hartos de los casos de escándalos de la familia real y de los gastos que nos generan pero no creo que esta gente quiera hacer una transformación del régimen del 78", considera Víctor A. Rocafort. Volviendo al tema de las banderas, el politólogo considera que "la izquierda tiene un problema importante sobre cómo resignificar la tricolor para que sea una bandera de democracia, asociada a la república y a la transformaicon del régimen del 78, justo en este momento de repliegue donde parece que vuelve el bipartidismo, para que no sea vista sólo como una bandera de la izquierda".

Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado

Nadie pone en duda que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son apolíticos y ejecutan órdenes de los gobiernos de turno en cada ocasión, sin embargo, la derecha parece más cercana a la institución por su previa apropiación del nacionalismo español, aunque no fue siempre así: "Se da la paradoja de que en los convulsos años 30, la Guardia Civil había soportado los ataques de los sectores sociales más proclives a la República y, sin embargo, más de la mitad de la plantilla de la Guardia Civil había servido en el bando republicano durante la guerra. Esto no era un gran mérito ante los vencedores, lo que ocasionó que el nuevo régimen mirase a la Guardia Civil con recelo, pues se la consideraba responsable del fracaso del golpe militar en las ciudades más importantes como Madrid, Barcelona y Valencia, hasta el punto de que el general Francisco Franco barajó la posibilidad de su disolución", cuenta el Cuerpo en su página web.

Movimiento LGTBI

Más información

El discurso de Íñigo Errejón repasando las frases homófobas de Vox ejemplifica muy bien cómo el movimiento LGTBI sigue liderado por la izquierda, a pesar de que la condición sexual de cada uno no tenga nada que ver con ideologías. Políticos socialistas como Pedro Zerolo o Carla Antonelli abrieron camino en la lucha de este colectivo hace muchos años, cuando la derecha todavía les consideraba "enfermos". Gracias a activistas como ellos, han cambiado mucho las cosas desde entonces pero el auge de la ultraderecha y sus continuas declaraciones discriminatorias han avivado la reivindicación. Las protestas en la manifestación del Orgullo contra Ciudadanos por pactar con Vox demuestran que sigue sin haber unidad política en torno a este tema.

"Normalmente, a la gente de derechas le cuesta más salir del armario por la presión familiar y porque muchos tienen creencias religiosas y se vive como un pecado, pero depende de la persona. Siempre ha habido gays de derechas pero no es lo mismo ser gay rico en San Francisco en los años 70 que un pobre negro de Atlanta que también es gay", señala Carmen García de Merlo, presidenta de COGAM, colectivo LGTB+ de Madrid.

Religión

"En contra lo que dice el discurso oficial, la religión siempre ha sido un terreno en disputa entre izquierda (celotes) y derecha (fariseos). También el cristianismo ha tenido sus derechas (gnósticos, calvinistas) y sus izquierdas (arrianos, anabaptistas). La teología de la liberación versus las sectas evangélicas es el último capítulo de dicha disputa. Pero la izquierda en nuestro país parece haber olvidado la historia, incluso la reciente, y ha caído en un anticlericalismo y secularismo de raíz anarquista, que abandona la religión y la concede como patrimonio a la derecha, que no mantiene un discurso religioso, sino folklórico (fiestas patronales, procesiones...) y cultural", sentencia el profesor de Economía política de la UPV/EHU Joaquín Arriola.

La historia de España está íntimamente ligada a la religión católica. Durante el Franquismo, la Iglesia se fundió con la política y, como subraya el politólogo Víctor A. Rocafort, todavía persisten algunas alianzas "como los acuerdos con el Vaticano y sus privilegios, principalmente, en cuestiones fiscales y educativas". Aunque la izquierda se relaciona con un pensamiento más racional y científico que le aleja de la religión, lo cierto es que los distintos gobiernos del PSOE tampoco han revertido los acuerdos con la Santa Sede de la Transición. "Hay comunistas cristianos que reivindican que el legado de Jesús de Nazaret y de Karl Marx son perfectamente compatibles", señala Rocafort, a pesar de que reconoce que "la amplia mayoría de católicos españoles están muy encuadrados dentro de la jerarquía católica" y eso hace que lo que tenga que ver con Iglesia -y no tanto con religión- sea una apropiación para la derecha política.

Feminismo

"El feminismo es un tema defendido por la izquierda. Es la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, y para que esta igualdad sea efectiva se deben desmontar muchos elementos materiales que están implicados en la propia lucha de clases, como es la brecha salarial, la mayor precariedad de la más mujeres, la desigualdad de los puestos de responsabilidad, el desigual reparto de las tareas del hogar… Así mismo también es una lucha que implica a todas las mujeres, independientemente de su origen, así que también es antirracista. La izquierda defiende la igualdad, la crítica al sistema capitalista y las desigualdades que provoca, por tanto es normal que sea la izquierda quien abandere las luchas feministas en el siglo XXI", resume el politólogo Víctor A. Rocafort. No siempre fue así, precisamente una de las principales impulsoras del sufragio femenino, Clara Campoamor, fue diputada por el Partido Republicano Radical que, aunque se definía "centrista" se inclinaba hacia la derecha liberal.

Pancarta de la pasada manifestación del 8M en Madrid

Pancarta de la pasada manifestación del 8M en Madrid / ELISA MUÑOZ

Pancarta de la pasada manifestación del 8M en Madrid

Pancarta de la pasada manifestación del 8M en Madrid / ELISA MUÑOZ

Lo que resulta curioso es cómo interpretan y defienden la derecha y la izquierda los derechos de la mujer. "Cuando el feminismo habla de cuidados y conciliación familiar está disputando la palabra familia de un modo muy distinto al que lo pueden hacer los grupos antiaborto, que precisamente se autodenominan, de modo estratégico, pro vida. De igual modo los intentos de Ciudadanos por disputar la idea del "feminismo liberal" o "feminismo transversal", pretenden presentar una alternativa al feminismo hegemónico, históricamente identificado en España con las izquierdas", explica el historiador Diego Díaz. La politóloga Elba Maneiro pone como ejemplo las políticas de protección a los niños: "La extrema derecha aquí está intentando cambiar el marco interpretativo entorno a cómo debemos proteger a nuestros menores a través de cuestionar la propia protección de las mujeres, siempre hablando de nosotras en clave de madre y, a su vez, limitándonos a un papel social de meras progenitoras. Poniendo en duda una ley de igualdad que protege a las mujeres".

Apropiaciones culturales

Durante el franquismo, si los artistas querían trabajar en España evitaban toda manifestación política y, como mucho, jugaban a burlar la censura, aunque a veces eso tuviera consecuencias. En los años 60 y 70, la canción protesta y la revolución contracultural en general empezó a enfrentarse de forma más directa al Régimen y todavía hoy existe un poso que une a la cultura con la izquierda: "Sorprende que un cantante se confiese de derechas. El caso más reciente es el de Calamaro, que por sus letras y estilo de vida gustaba más al imaginario de la rebeldía, y hace un tiempo llamó mucho la atención las declaraciones de Russian Red", rememora el filósofo Gonzalo Velasco.

Javier Bardem y Fernando León de Aranoa en los reivindicativos Goya de 2013

Javier Bardem y Fernando León de Aranoa en los reivindicativos Goya de 2013 / CARLOS ÁLVAREZ

Javier Bardem y Fernando León de Aranoa en los reivindicativos Goya de 2013

Javier Bardem y Fernando León de Aranoa en los reivindicativos Goya de 2013 / CARLOS ÁLVAREZ

La literatura, junto con los toros, son las dos apropiaciones culturales menos exclusivas de la izquierda. "Desde el siglo XIX, que es cuando se consolida el género de la novela, siempre ha habido grandes novelistas conservadores, al igual que críticos o progresistas. El itinerario de literatos que pasan de la izquierda a la derecha es ya un tópico (Mario Vargas Llosa, Fernando Savater, Félix de Azúa, Javier Marías en cierto modo...). Seguramente la explicación tenga que ver con causas psicológicas asociadas a la madurez pero también puede justificarse por la reducción del público potencial a una clase media-alta bien formada", prosigue Velasco que destaca que, por otro lado, "las artes escénicas en España son muy de izquierdas y los actores asumen un papel muy activo en la política. En cambio, la industria no es tan progresista. En Hollywood, la cuestión está mucho más polarizada".

Lucha obrera

Hablar de lucha obrera puede sonar un poco trasnochado pero no deja de ser llamativo que "la precarización absoluta de las relaciones de trabajo haya provocado una ruptura de solidaridades, convivencia y valores básicos que diluyen la identificación entre trabajo, trabajadores y partidos en el ámbito de la izquierda", tal y como señala Adoración Guamán, profesora de derecho del trabajo en la Universitat de València. En un momento en el que los trabajadores de izquierdas no se identifican como obreros, los precarios de derechas tampoco se ponen esa etiqueta y, mucho menos, luchan por sus derechos como parte de esa clase social. "La intervención del Estado en la economía para fomentar mecanismos de redistribución de la renta o de la riqueza ha sido uno de los ejes de crítica fundamental desde las derechas, tanto en el plano político como teórico. De la misma manera, la coincidencia histórica entre las exigencias de las patronales y empresarios con los programas de la derecha política es clara", apunta Guamán.

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Elisa Muñoz

Elisa Muñoz

Periodista en Cadena SER desde 2008. Primero en programas como 'La Ventana', 'Hoy por Hoy Madrid' o...

 
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