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Reflexiones poderosas de Punset sobre la felicidad, el tiempo y el cerebro

De amplia trayectoria vital, el exministro y divulgador científico, fue colaborador de la Cadena SER y dejó huella de su pensamiento

El divulgador Eduard Punset. / EUROPA PRESS (EUROPA PRESS)

El divulgador Eduard Punset.

Madrid

El exministro y divulgador científico fallecido este miércoles, Eduard Punset, ha sido colaborador de la Cadena SER. Durante 2010 tuvo un espacio en 'Hoy por hoy' llamado Radio Punset en el que nos dejó algunas reflexiones poderosas de su pensamiento. Hemos recuperado algunas de ellas.  

La felicidad está en la sala de espera

En el tema emocional somos extremadamente parecidos al resto de los mamíferos. Es una cosa que me enseñó a mí mi perra. Cuando le preparaba el desayuno está loca de alegría y no para de dar saltos, y de manera que está claro que la felicidad está en la sala de espera y la gente no lo aprovecha eso. La gente se empeña en conseguir el objetivo, y consumarlo. Y eso es lo que nos hará feliz, el ir descubriendo poco a poco este tipo de cosas, que nadie le había dicho nada a la gente, primero porque no lo sabían, y segundo, porque estaban con sus cosas raras, de los malos espíritus.

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Los proyectos y la emoción

No hay ningún proyecto que valga si no hay detrás de él ninguna emoción. Es absolutamente verdad, pero lo que no sabíamos es que podía haber demasiada emoción, que si te pasas, intentando ponerte en el papel del personaje, que estás representando o del proyecto que estás ejecutando, si le pones demasiada emoción, corres el riesgo tremendo de perder el control de la ejecución práctica del proyecto. Y esto pasa igual con las parejas, con el enamoramiento.

La pareja

La primera vez fue un instinto de fusión con otro organismo, para sobrevivir. Es lo que hizo la primera bacteria hace tres mil quinientos millones de años. Soltó unos líquidos, preguntando si había alguien más, porque se degradaban sus tejidos, no iba suficientemente a prisa, la corroía el oxígeno y estaba todo el rato preguntando si pasaba algún otro organismo que fuera más a prisa que él, que no le hiciera daño al oxígeno. Realmente es algo increíble porque el primer instinto que se manifiesta es el instinto de fusión para sobrevivir porque te das cuenta de que no puedes.

El presente

Cuando suenen las doces campanadas, lo que uno tendría que decirse a sí mismo, es, ¿estoy donde yo quería estar?, o estoy donde los demás han querido que yo esté. En función de la respuesta, proponerse que al siguiente año cuando den las doce campanadas, realmente donde debiéramos estar, es donde nosotros hemos querido estar y no donde los demás han querido que estemos.

El destino

Hoy sabemos, esto es fabuloso, porque tampoco sabíamos nada de todo esto, y ahora un debate que ha durado 40 años entre neurólogos que decían el destino está marcado por tu estructura cerebral y genética, o los psicólogos que decían oiga, cuidado, porque algo tiene que ver mi experiencia individual, pues resulta que ahora lo que hemos descubierto gracias a los taxistas de Londres es que estamos programados, es verdad, pero para ser únicos. ¿Por qué para ser únicos? Porque nuestra experiencia individual incide sobre nuestro destino.

La vida antes de la muerte

Por primera vez tenemos futuro. O sea, yo les digo a mi gente, por primera vez lo que nos preguntamos, lo que afirmamos es que hay vida antes de la muerte, porque hasta ahora, con 30 años de esperanza de vida, la gente sólo podía pensar en si había vida después de la muerte, pero yo tengo 73, tengo 40 años de vida redundante, he hecho todo, así que decidme, que hago con mis 40 años. Yo por primera vez tengo futuro, me puedo preguntar qué hago descubriendo que hay vida antes de la muerte, y claro, si descubres de pronto que hay vida antes de la muerte, no puedes ser pesimista.

Dueños de nuestro cerebro

El gran descubrimiento de la neurología moderna es que podemos cambiar el cerebro. Estamos programados para ser únicos. Si hubiera sabido esto en los años 50 no hubiera entrado en el PCE, porque yo quería cambiar el mundo. Los ciegos acaban utilizando el oído para poder ver y los sordos acaban utilizando el aparato visual para oir. Podemos cambiar hasta tal punto nuestras estructuras.

El éxito y el fracaso

La capacidad de hundirnos y de tener éxito viene dada porque es verdad, como dicen los neurólogos, que estamos programados, cerebralmente, genéticamente, pero estamos programados para ser únicos, porque nuestra experiencia individual incide sobre la estructura cerebral y la estructura genética. Es impresionante descubrir de pronto como estamos descubriendo con el cerebro, que podemos actuar sobre nosotros mismos, es decir, yo siempre pongo a mis alumnos el ejemplo de los músicos jovencitos o ya adolescentes, que cuando empezaron a tocar de pequeños, resulta que su cuerpo calloso, ese que separa los dos hemisferios cerebrales, es un 15% mayor que el resto, y resulta que cuando una persona está estresada, muy estresada, pierde la memoria, y ¿por qué pierde la memoria? Porque el volumen de su hipocampo, de su órgano cerebral destinado a la memoria baja de volumen, disminuye de volumen.

Los bebés y la autoestima del adulto que será

Que no tengan nunca la sensación de abandono. Uno de los grandes descubrimientos de los que todavía no se ha hablado suficientemente es eso. Desde que están en el vientre de la madre, hasta los cinco o seis años. Es el sentimiento de autoestima, o de seguridad que requerirán para aliviar con el vecino que va a ser su gran opositor, su gran enemigo, ese al que dices buenos días cuando entras en el ascensor, pero del que no te fías, porque no conoces, o el que vive en el bloque de pisos. Hace falta una cierta autoestima, para afrontar el desafío de este vecino, y eso, no lo tienes si te abandonan en la cuna berreando hasta que revientas.

Las aspiraciones y que nos quieran

Buscamos el reconocimiento, el amor del resto del mundo. Estamos acostumbrados a que antes de los cinco años, en casa, la tía, la madre el padre, el tío, para ellos, eras lo más grandes, ya podían ser minúsculos, pero para ellos era lo más grande, y luego sales al mundo y tienes que convencer al resto de que, es lo mismo. Claro, ¿qué hace falta para eso?, hace falta una enorme curiosidad. Y las ganas de profundizar en el conocimiento y en el amor del resto del mundo, eso solo te lo dan, si has disfrutado, si lo has pasado tan bien, antes de los cinco años, penetrando en el conocimiento y en el amor de tu madre, que te han quedado ganas de seguir en esta vía. Si no, te puede ocurrir lo del psicópata, vas a llegar a este mundo de adultos, sin ninguna de empatía, con ganas de cascarles.

 
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