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Primera evidencia de la eclosión de un huevo

Hace 130 millones de años, unas larvas quedaron atrapadas en una gota diminuta de ámbar tras eclosionar la cáscara de sus huevos, según ha descubierto un equipo internacional de científicos en el que participa España.

Hallada la primera evidencia fósil de eclosión de larva preservada en ámbar. / UNIVERSIDAD DE OXFORD (UNIVERSIDAD DE OXFORD)

Hallada la primera evidencia fósil de eclosión de larva preservada en ámbar.

Madrid

Este sofisticado mecanismo de eclosión es tan eficiente que ha permanecido igual hasta nuestros días. Hace 130 millones de años, unos insectos tuvieron la mala suerte de quedar atrapados en el ámbar, pero, para los científicos ha sido una suerte, porque en la desgraciada historia de estas larvas recién nacidas han podido estudiar, por primera vez, la eclosión de un huevo.

Los detalles de este descubrimiento acaban de ser publicados en la prestigiosa revista “Paleontology” y muestran cómo esos diminutos insectos agonizaron justo después de romper el cascarón y quedaron inmortalizados en una pieza de ámbar.

Se trata de una puesta fósil de varios huevos y la importancia del hallazgo radica en que, hasta ahora, no se habían encontrado en el registro fósil esas estructuras que permiten la rotura del cascarón, en parte por lo efímero del proceso del nacimiento y lo rápido que los restos desaparecen después del mismo.

Mecanismo inalterado

 Estos recién nacidos, que encontraron la muerte nada más nacer, disponían de “una especie de máscara con una hoja dentada que quedaría adherida a la cáscara de huevo vacía, que es exactamente lo que se ha hallado en el ámbar junto a estas larvas”, ha explicado Ricardo Pérez-de la Fuente, investigador del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford y autor principal de este trabajo.

Y los científicos creen que las pruebas de la tierna edad de estas larvas fósiles estaría en su pequeño tamaño y en las características del cuerpo, como por ejemplo, las dos piezas bucales de sus mandíbulas que no estaban endurecidas.

Toda esta información se ha obtenido de la misma pieza de ámbar, que es tan delgada como una cabeza de alfiler. Sin embargo, su estado de conservación es tan bueno que ha permitido un análisis de lo que ocurrió y de las características de los pequeños huevos.

Según esta investigación, la estabilidad a largo plazo de un mecanismo de eclosión en un linaje animal determinado no puede darse por sentado, pero, en el caso de estos insectos crisopoideos, se observa que los actuales eclosionan como ya lo hacían sus antepasados hace 130 millones de años.

Javier Gregori

Javier Gregori

Periodista especializado en ciencia y medio ambiente. Desde 1989 trabaja en los Servicios Informativos...

 
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