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Carlsen regala tablas a un apurado Caruana y se van al desempate

La final del campeonato del mundo de ajedrez se decidirá en las partidas rápidas tras unas históricas doce tablas

El noruego Magnus Carlsen, campeón mundial de ajedrez (i), saluda al aspirante al título, el estadounidense Fabiano Caruana (d), antes de comenzar la duodécima partida del Mundial de Ajedrez que se celebra en Londres / FACUNDO ARRIZABALAGA (EFE)

El noruego Magnus Carlsen, campeón mundial de ajedrez (i), saluda al aspirante al título, el estadounidense Fabiano Caruana (d), antes de comenzar la duodécima partida del Mundial de Ajedrez que se celebra en Londres

La rapidez de análisis decidirá el Mundial de ajedrez en el desempate después del sorprendente desenlace de la duodécima partida, en la que el campeón, el noruego Magnus Carlsen, ofreció tablas a Fabiano Caruana cuando el estadounidense estaba inferior y en serios apuros de tiempo.

En cuanto se alcanzó la jugada 30, antes de la cual el reglamento del "match" prohíbe las tablas, Carlsen, en una posición claramente favorable con las negras, con todas sus piezas apuntando a un rey blanco vulnerable, ofreció el armisticio a un aspirante que no dudó en aceptarlas.

El marcador termina la fase "regular" del duelo con empate a seis puntos después de doce tablas y ahora el título se decidirá el miércoles en cuatro partidas semirrápidas, en las que cada jugador dispondrá de 25 minutos, con 10 segundos de añadidura por movimiento.

Si persistiera la igualdad se jugarían dos partidas relámpago (blitz), con 5 minutos por bando más un incremento de 3 segundos por jugada. Si todavía no se resolviera el empate, se jugaría una segunda pareja de partidas blitz y, por último, en caso de nuevo empate, se iría a una "muerte súbita".

En esta última modalidad, quien gana el sorteo elige color. Las blancas reciben 5 minutos y las negras 4, con un incremento de 3 segundos a partir de la jugada 31, pero el blanco está obligado a ganar. Cualquier otro resultado da la victoria a las negras.

La expectación era máxima en el teatro de The College in Holborn, escenario del duelo por la corona entre los dos primeros del ránking mundial, que llegaban a la última partida de ritmo clásico sin haber podido romper ni una sola vez el muro del adversario.

La presión apretaba con similar intensidad a los dos. Al campeón, porque en caso de derrota perdía título y número uno mundial de un solo golpe. Al aspirante, se enfrentaba a la rara oportunidad de alcanzar ambos honores teniendo la iniciativa de las piezas blancas.

La partida comenzó con una siciliana abierta, variante Pelikan, igual que la décima (1. e4 c5 2. Cf3 Cc6 3. d4 cxd4 4. Cxd4 Cf6 5. Cc3 e5 6. Cdb5 d6 7. Cd5 Cxd5 8. exd5), de grato recuerdo para el aficionado, en la que se firmaron tablas pero sólo después de un intenso combate con ataque en flancos opuestos.

Con 8...Ce7 (en lugar de 8..Cb8) Carlsen emprendió otro rumbo y n el movimiento 14 amagó con una repetición de jugadas, una tácita propuesta de tablas que Caruana, después de meditar siete minutos, rechazó con 15.Ae3. El estadounidense declaraba su intención de luchar frente a un rival que se daba satisfecho con el empate.

El mensaje del campeón al aspirante era inequívoco: es tu última oportunidad. Tienes que ganarme hoy porque soy mejor que tú en las rápidas. Caruana invirtió 25 minutos en jugar 17.g3, consolidando el flanco de rey, y se quedaba con 40 minutos menos en el reloj antes del primer control en la jugada 41.

El estadounidense se enrocó en largo pero no tenía líneas claras de ataque y estaba apremiado de tiempo frente a un campeón que había montado un esquema de piezas sólido en defensa y con opciones de ataque sobre un rey blanco más vulnerable.

La computadora, en el medio juego, daba apreciable ventaja a las negras, cuyos dos alfiles disponían de diagonales abiertas frente a la pareja blanca resignada a defender.

Y entonces se produjo la sorprendente oferta de tablas por parte del campeón. Se siente tan superior en ajedrez rápido que no le importó desaprovechar una posición favorable con la que, hace solo un par de años, jamás habría dejado de presionar a su adversario. El miércoles Carlsen tendrá que demostrar sobre el tablero su excelencia en los "penaltis" de las partidas rápidas

 
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