La vida dentro de la banda terrorista: "ETA me ordenó matar"
Por primera vez, un civil que logró infiltrarse en la banda terrorista cuenta su historia en la Cadena SER
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undefinedVÍDEO: BEA POLO
Madrid
Una de los asuntos más interesantes que puede aportar un infiltrado en ETA es el funcionamiento de una organización terrorista. Cuáles son sus normas, qué hábitos tienen, cómo se relacionan entre ellos, cómo saltas de una estructura a otra, si lo hacen todos, si discuten las directrices de la cúpula o si los comandos pueden tener acceso a los de “arriba”.
El verdadero nombre de M. aparece en todos los medios de comunicación como uno de los miembros de un comando asesino de ETA que logró escapar. M. tenía mucho miedo a ese salto a lo desconocido. Estaba dentro de ETA, huido y camino de Francia. La pregunta es obligada: ¿Cómo se cruza a Francia? ¿Cómo se pone en contacto ETA con un huido? “Yo me libré de la caída de un comando y lo que tenía que hacer era ponerme en contacto con la organización. Esperaba a que me diesen una cita para que alguien me recogiese en el otro lado. Tuve que hacer un informe explicando el motivo de la caída y por qué me había librado. Tenía terror en pasar a Francia. Pensaba que podrían saber quién era yo y tenía miedo a que me metiesen tres tiros. Yo no tenía ninguna preparación y no sabía lo que me iba a encontrar en el otro lado. Si tuviese que describir la sensación que tenía antes de cruzar a Francia sería terror".
Informe a ETA
En los años ochenta por cada detenido de ETA en España había otros tres miembros de la banda terrorista que estaban huidos y escondidos en Francia, según las Fuerzas de Seguridad del Estado. La banda terrorista tenía allí suficiente infraestructura para adiestrar a sus terroristas y planificar atentados. Las armas y el dinero estaban en Francia; los principales jefes militares de la organización también residían allí.
El equipo de acogida de ETA sigue un protocolo de máxima seguridad para evitar que alguien les siga. A M. le llevaron hasta un piso franco donde la banda terrorista decidía qué hace con los nuevos en función de lo que supieran.
Vivió con cinco personas. Allí el responsable de la casa impone las medidas de seguridad y todos cumplen. Nadie puede salir de casa, nadie sabe quién es el otro ante una posible detención, no pueden usar la cisterna, no pueden encender la luz, no pueden subir las persianas.
Miedo a soñar despierto
La misión de un infiltrado comienza por desobedecer todas las órdenes de ETA e intentar recopilar toda la información posible para trasladarla a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Hay que memorizar y conseguir que nunca te “pillen” ni siquiera soñando. M. tenía miedo a soñar despierto. Su testimonio impresiona: “A mí me daba miedo soñar en alto. ¿Quién no te dice a ti que no vas a hablar dormido? Tenía que ver y memorizar, era mi objetivo. Memorizaba todas las noches los datos. Me daba miedo escribirlo y por eso todas las noches memorizaba todos los datos que había obtenido junto con el teléfono de mi contacto”.
¿Y qué siente uno de los 'buenos' conviviendo con el enemigo? M. dice que sentía asco porque convives con gente que solo quiere matar. “Solo quieren asesinar a gente que tiene diferentes ideas a las tuyas”. Tuvo que convivir con ellos las 24 horas del día. Se trataba de ver, oir y callar y opinar como ellos.
Destino: el aparato militar
Tras varios años de vida clandestina en Francia, a M. le anuncian su destino definitivo: el aparato militar de ETA. Le hacen fotos y le facilitan documentación falsa: dos DNI y una placa de guardia civil. Este es su relato: “De noche nos llevaron a otra casa. Y después a otra. Después de varios días llegó a ese inmueble un responsable de la organización que sabía mucho de explosivos y nos enseñó a fabricarlos con un reloj, con temporizadores. Nos enseñó el mal: a matar. Tras semanas de adiestramiento nos marcaron una cita para recoger explosivos. Después me encargaron buscar objetivos. Teníamos que localizar a militares, a políticos y a guardias civiles. ETA me ordenó matar”.
M. llegó a un punto en el que decidió parar. Nunca se imaginó que iba a llegar tan lejos. En el momento en que siguieras hacia adelante no podías echarte atrás. Contactó con sus compañeros en un piso de Francia y les dijo que no podía más. El fin de su carrera dentro de ETA estaba próximo. Había dos opciones: decir la verdad y huir a otro país con otra identidad y con otro aspecto físico o ir a la cárcel. El optó por esta segunda vía.
M. sintió alivio cuando le detuvo la policía francesa porque por fin se sentía cerca de los suyos, de su familia. Huía de los terroristas, de ese mundo de ETA con el que convivió durante años y se refugió en los suyos, a pesar de que solo los podía ver desde el otro infierno, el de la soledad de la cárcel en la que tuvo que estar más tiempo del que se había pactado.
- La historia de 'm'
El héroe anónimo que se infiltró en ETA
31:09
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Ana Terradillos
Licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra (1991-1996) y en Ciencias Políticas por la UNED...