La historia de la madre que permaneció a lado de los escombros en Génova hasta que rescataron a su hijo
"No quiero irme a casa, quiero esperar aquí, quiero estar cuando lo encuentren", declaró Paola
Madrid
La tragedia vivida el pasado martes en la localidad de Génova, Italia, ha dejado múltiples historias de superación y también de desolación. Entre ellas, se encuentra una madre que no perdió la esperanza hasta el último minuto.
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La italiana Paola permaneció a la vera de los equipos de emergencias que trabajaban para retirar los cuerpos con o sin vida de entre los escombros del puente Morandi hasta que su hijo apareció, por desgracia, sin vida.
Se trataba de Mirko Vicini, un trabajador de 31 años de la municipal genovesa de Amiu, que viajaba en la furgoneta junto con su compañero cuando se precipitó desde los 90 metros de altura que tenía la estructura quebrada. Su cuerpo se encontró este sábado y supone la última víctima registrada. Con él, la cifra de fallecidos se sitúa en 43.
Desde el minuto uno de la catástrofe Paola acudió al rescate de su hijo. A los pocos minutos conoció una noticia potencialmente alentadora, o si lo miramos desde otra perspectiva, devastadora. El compañero que viajaba con Mirko en la furgoneta fue de los primeros en ser encontrados por los servicios de emergencia.
"Quiero estar aquí cuando lo encuentren"
“No puedo creer que realmente haya sucedido”, repetía constantemente Paola, según las declaraciones recogidas por Corriere Della Sera. “No quiero irme a casa, quiero esperar aquí, quiero estar cuando lo encuentren”, insistía la madre de la joven víctima que encontró el apoyo en su exmarido y padre de Mirko, Graziano, que también se acercó a los restos del puente.
El tiempo iba transcurriendo y de vez en cuando Paola detenía a los rescatistas preguntando si alguien había oído o visto algo. “No me iré de aquí hasta que lo encuentren”, reafirmaba la madre de Mirko. La búsqueda seguía dilatándose y para hacerle la estancia más llevadera, los directivos de Amiu, la empresa municipal de recogida de basuras y reciclaje en la que trabajaba su hijo, le puso a disposición un cuarto en el edificio de la compañía situado al lado del puente.
Ante la negativa a abandonar el lugar de la catástrofe, los bomberos dijeron otorgarle una cama plegable. Las agujas del reloj seguían avanzado y Mirko no aparecería. Tras varios días en el edificio de Amiu, con el objetivo de apaciguar la ansiedad de Paola, La Cruz Roja le montó una caravana para ella al otro lado del río Polcevera.
"Solo era un niño"
La travesía de Paola concluyó el pasado sábado, cuando los servicios de emergencias encontraron el cadáver de su hijo. En ese momento tenía los ojos vidriosos y la cabeza baja. "Allí está mi hijo", dijo en un susurro a los periodistas que se le acercaron. "Hay un gran pilar y está allí, debajo de los escombros. Lo identificaron, pero ahora tienen que estudiar cómo mover todo", afirmó. Segundos después, mientras aún asumía la certeza de la muerte de su hijo, su mente ya empezó a pensar en pasado para recordar que "solo era un niño".