Que nadie se fíe de nadie
Mientras Rajoy presume de que "España confía en sí misma", su estrategia para superar los escándalos consiste en extender las sospechas sobre los demás
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La presidenta de la Comunidad de Madrid Cristina Cifuentes, durante la rueda de prensa tras la reunión del Consejo de Gobierno de este martes / Ballesteros (EFE)
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Madrid
A la misma hora en que Cristina Cifuentes comparecía en la Puerta del Sol -"ese máster, no lo quiero"-, el presidente del Gobierno y del PP hablaba de la confianza. "A mí me gusta hablar bien de España", decía Mariano Rajoy como suele decir cada vez que le cerca un escándalo. "España confía en sí misma y el mundo se fía de España". Rajoy se explayaba sobre la confianza mientras Cifuentes se sostenía en que, en su partido, se fían de ella.
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Confianza ha resultado la palabra clave en esta historia, de manera que el PP, que la predica, se dedica a que nadie pueda fiarse de nadie porque todos tienen un caso como el de Cifuentes, igual que todos tenían una Gürtel. Por eso promovieron en el Senado una comisión que investiga las cuentas de todos los partidos y ahora a cada pregunta por Cifuentes responden con Toni Cantó o José Manuel Franco o Miguel Gutiérrez. “El caso Cantó es mucho más grave que el de Cifuentes”, llegó a afirmar el portavoz parlamentario Rafa Hernando.
Rajoy sostiene que España confía en sí misma al tiempo que en su partido subyace la idea de que, aquí, nadie puede fiarse de nadie. “Todos los políticos que mientan o que roben se tienen que ir a casa”, contaba el vicesecretario del PP Javier Maroto. Y añadía: “Lo que no tiene ningún sentido es que en estos días estemos descubriendo políticos de todos los colores, de todos los partidos, con licenciaturas falsas, que lo reconocen sin sonrojo, y sin embargo esos mismos son los que ponen mociones de censura”.
Confianza, en fin, es la palabra, porque la crisis de Cifuentes afecta a la credibilidad de la universidad, una de las pocas instituciones que, en lo peor de la crisis económica y política, preservó la buena valoración de la gente. Existe un riesgo para la reputación que trasciende el cálculo partidista y de poder, aunque ese riesgo preocupe menos.
De momento, Rajoy se libró ya la semana pasada de que las preguntas por el máster se le aparecieran en la sesión de control en el Congreso –estaba en Argentina– y este miércoles no hay pleno. Dos de dos. La legislatura se va en dejar que pasen los días y resulta hasta simbólico que haya tenido que ser el Constitucional el que recuerde al Gobierno que no puede vetar a su antojo las leyes que la oposición promueva. Como si quisiera mandar un mensaje de confianza en el sistema.