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Día de la mujer | portugal

Portugal: paridad técnica, pero mucho camino por recorrer

La igualdad de género está consagrada en el Artículo 13 de la Constitución de la República Portuguesa, y hoy en día el país vecino cuenta con uno de los sistemas jurídicos más igualitarios del mundo.

Protesta en la Plaza del Comercio de Lisboa en octubre de 2017 / GETTY IMAGES

Protesta en la Plaza del Comercio de Lisboa en octubre de 2017

Lisboa

Desde la llegada de la democracia se han promulgado leyes para promover la igualdad entre hombres y mujeres, entre ellas la Ley de Paridad de 2006, que obliga a que las listas electorales municipales, legislativas y para el Parlamento Europeo tengan una representación mínima del 33,3% de cada género. Actualmente, el 33% de los diputados en la Asamblea de la República y el 38,1% de los eurodiputados lusos son mujeres, mientras que mujeres conforman el 31% del Ejecutivo del socialista António Costa.

En enero entró en vigor la ley que extendió el principio de paridad a los órganos de administración y de fiscalización de las empresas del sector público. Este año los mismos órganos de empresas cotizadas en bolsa tienen que tener una representación mínima del 20% de cada sexo, y en 2020 ese mínimo se eleva al 33,3% que ya se le exige a las empresas públicas.

Desigualdad laboral

Pese a los avances a través de la vía política, la desigualdad laboral es una realidad en Portugal, donde el mercado de trabajo sigue segregado y las profesiones dominadas por mujeres, infravaloradas. La escasa representación de mujeres en las altas esferas de las grandes empresas también es notable.

Según la Seguridad Social lusa, los hombres portugueses ganan un 16,7% más que las mujeres; la remuneración media masculina ronda los 990 euros mensuales, mientras que las mujeres ganan apenas 825 euros. Las mujeres portuguesas tienen mejores cualificaciones académicas que los hombres, pero a efectos prácticos las lusas trabajan 61 días de cada año sin cobrar.

El reparto desigual de las tareas domésticas también influye en este aspecto. Culturalmente, el ámbito doméstico en Portugal sigue siendo considerado como uno que pertenece a las mujeres, y el resultado es que ellas tienen menos tiempo para dedicarse al trabajo renumerado.

Violencia de género

Las mujeres lusas también se ven desproporcionadamente afectadas por la violencia doméstica y de género. Durante la última década más de 400 portuguesas murieron a manos de sus parejas, y en 2017 18 mujeres perdieron la vida de esta manera.

Desde el año 2000 Portugal clasifica la violencia doméstica y de género como un crimen público, lo que significa que no es necesario que la víctima presente una queja para que la Fiscalía promueva un proceso. Además de ofrecer más ayuda a las víctimas, el Ejecutivo luso también prepara nuevas medidas de apoyo como parte de la Estrategia Nacional para la Igualdad y la No Discriminación, que tiene como objetivo el combate contra la violencia contra las mujeres y la discriminación por motivos de género.

Pese a los esfuerzos políticos, asociaciones a favor de la igualdad citan las recientes, polémicas decisiones de jueces de Oporto y Coimbra que justificaron la violencia doméstica cuando las mujeres víctimas eran infieles o “autónomas y modernas” como evidencia de un problema cuya base no es la falta de mecanismos judiciales, sino la cultura machista que aún pervive en Portugal.

Avances y desafíos

Teresa Fragoso, presidente de la Comisión para la Ciudadanía y la Igualdad de Género, afirma que la desigualdad en Portugal se fundamenta en factores culturales. “Por ese motivo las políticas promovidas por el Estado prestan especial atención al combate contra estereotipos de género. Son la base de la discriminación por razón de sexo. Refuerzan y perpetuán los modelos de discriminación históricos, y las relaciones sociales de poder desiguales entre hombres y mujeres”.

Aunque hay mucho camino por recorrer, Fragoso se muestra optimista al hablar del estado de la igualdad en Portugal, señalando que es motivo de orgullo tener un ordenamiento jurídico plenamente igualitario y un ámbito de educación superior dominado por mujeres.

“Los desafíos que tenemos por delante son los que afectan, en mayor o menor medida, al resto de los países europeos: desigualdad salarial, la violencia doméstica y de género, y la necesidad de cambiar las pautas para conciliar la vida profesional con la personal”.

La Asamblea de la República ya contempla varias medidas que pretenden luchar contra estos desafíos, entre ellas una propuesta de ley que prevé la creación de un mecanismo que detectaría las asimetrías salariales fundamentadas en la desigualdad de género. Tanto el Parlamento luso como el Gobierno participarán en una serie de actos –entre ellos, la presentación de un nuevo libro de biografías de mujeres prominentes en el ámbito de las ciencias– el jueves, como parte del Día Internacional de la Mujer.

 
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