Internacional
Entrevista con Tarik Yousef

"Europa no puede basar su relación con los árabes sólo en terrorismo y migración"

El director del Brookings Doha Center pide una implicación más allá de los aspectos de seguridad y freno de las migraciones

Tarik Yousef, director del Brookings Doha Center en su intervención en el Real Instituto Elcano / Real Instituto Elcano

Madrid

“El terrorismo es algo muy importante contra lo que todos tenemos que trabajar juntos”, dice Tarik Yousef, director del Brookings Doha Center en Qatar. Pero si dedicas a eso el 90% del tiempo y los recursos en tu relación con tus vecinos del Sur del Mediterráneo, “tienes una receta para el fracaso”.

Entrevistado a su paso por Madrid, Yousef explica a la Cadena SER que las sociedades árabes se preguntan si sus vecinos europeos tienen un proyecto de relación más allá de seguridad y control de migraciones. Si no, acabarán mirando a otro lado para reforzar sus relaciones con el resto de África o con Asia, especialmente China. “Y un día, dentro de 20 años -nos advierte-, ustedes se levantarán y verán que la orilla Sur del Mediterráneo ya no es un área bajo la influencia de Europa”.

Poco antes, durante una charla organizada por el Real Instituto Elcano sobre la crisis geopolítica en el Golfo, Yousef había insistido en la importancia de China, que percibe como la única gran potencia que podría jugar un papel positivo en este momento en Oriente Próximo.

Tarik Yousef, un economista libio especializado en la globalización y el desarrollo, advierte a los europeos de que dar la espalda a sus vecinos árabes tendrá consecuencias a largo plazo. Por ejemplo el silencio europeo y estadounidense ante la carnicería en Siria permite a Assad y sus aliados actuar con arrogancia. “Se sienten inmunes y saben que hagan lo que hagan no tendrá consecuencias y eso tendrá implicaciones geoestratégicas” en las que otros van a ocupar ese espacio.

Yousef define esto como “competencia geopolítica” entre países que ven como el orden regional y mundial están disolviéndose “y todo está maduro para nuevas crisis que irán a peor”. Las dinámicas de inestabilidad, fragmentación e incertidumbre van a seguir durante mucho tiempo en Oriente Próximo, dice Tarik Yousef, porque son “el único motor de lo que pasa en la zona”.

Cree que la zona va a seguir siendo “un teatro de competencia geopolítica, de intervencionismo y potencialmente muertos, refugiados y muchos desplazados” hasta que sea capaz de reconstruir una arquitectura de seguridad regional. “¿Alguien se hubiera imaginado hace sólo diez años que Estados Unidos hubiera permitido a sus aliados imponer un boicot y un asedio sobre otro aliado?”.

Atribuye a Estados Unidos la responsabilidad por el caos en la zona: por las consecuencias de la invasión de Irak, por haber desaparecido del orden regional y por los mensajes dubitativos y contradictorios que emanan cada día de la Casa Blanca, del Departamento de Estado y del Pentágono.

Sin el “policía regional” poniendo orden, Yousef define como una dinámica de competencia geoestratégica lo que vemos por ejemplo en el Golfo, donde a la tradicional confrontación entre Irán y Arabia Saudí se une la de esta última con Qatar. “Cada país cree que puede hacer ahora lo que antes hacía Estados Unidos y se está disolviendo el orden regional” con enormes problemas para los ciudadanos de Oriente Próximo.

Yousef cree que esto se agrava por el hecho de que la Unión Europea esté demasiado volcada en sus problemas internos: “no es un buen momento para tener problemas locales y regionales, porque el orden internacional está distraído con otras cosas”, como está pasando en Libia, Siria o Yemen.

El director del Brookings Doha Center explica a la SER que la inestabilidad en Oriente Próximo es la consecuencia inevitable de un orden que no sirve a los intereses de sus ciudadanos. “Oriente Próximo no podrá estabilizarse hasta que no se afronten los verdaderos factores de desestabilización, que son el mal gobierno, la corrupción, la falta de transparencia y de cooperación regional”.

Todo esto es lo que emergió en los levantamientos populares de 2011. Si miramos a la situación siete años después, “vemos decepción y que la vida de la gente es ahora más dura. Mucha gente esperaba que tras las revoluciones llegara un mundo nuevo” sin interrupción, y que el resto del mundo “estaría con nosotros hasta que las cosas salieran bien”. Nada de eso pasó, pero muchos siguen pensando que era un paso necesario en la buena dirección, que de hecho debería haberse dado muchos años antes.

 
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