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Comisión Europea

Juncker pide unificar las presidencias de la UE para evitar "pesadillas" futuras

El presidente de la Comisión afirma que el sistema ha funcionado sólo “por la buena relación personal” entre el presidente del Consejo, Donald Tusk, y él mismo, pero advierte que todo se puede torcer en el futuro si se mantiene este reparto de poder

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker / FRANCOIS LENOIR (Reuters)

Bruselas

“Supongan por un momento que los dos presidentes viven en un conflicto abierto y que el presidente del Consejo fija su agenda y que el de la Comisión se niega a hacer aportaciones para llenarla, podríamos entrar en una pesadillas”, ha dicho Jean-Claude Juncker que considera el riesgo como un desastre para la UE y que recuerda que su predecesor en el cargo, el portugués José Manuel Durao Barroso, también se opuso a las dos presidencias.

La Presidencia del Consejo Europeo es una de las novedades significativas introducidas por los jefes de gobierno de la Unión en los nuevos Tratados Europeos con objetivo de reducir el poder de la Comisión, dando al nuevo cargo en el Consejo la capacidad de fijar la agenda de las reuniones, poder del que el actual presidente, Donald Tusk, ha hecho pleno uso, acompañando los temas del debate con una aportación personal, vía carta o documento tras las consultas a los estados miembros. Proposiciones que han abierto debates significativos y recogido sin miedo las divisiones entre países viejos y países nuevos.

Juncker ha evitado todas las referencias al contenido de este problema, visualizado con la inmigración y el bloqueo que mantiene dividida a la UE desde la crisis del 2015 y problema al que el presidente de la Comisión ha evitado todas las referencias centrando esta comparecencia de manera exclusiva en el debate sobre el futuro de las instituciones.

Su objetivo es mantener los “candidatos europeos” para las elecciones UE del 2019. Un sistema pactado con el socialista alemán Martin Schulz y cuestionado hoy por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, cuya alternatival -listas transnacionales usando una parte de los escaños que dejarán vacíos los diputados británicos tras el brexit- ha sido vetado por populares y euroescépticos en el Europarlamento.

Juncker ha lamentado el rechazo a estas listas que se vinculan con las ideas más federalistas de la Unión Europea aunque ha evitado criticar a su propio partido por compartir el voto con los grupos antieuropeos del hemiciclo.

El presidente de la Comisión también ha recordado que los gobiernos tendrán que pronunciarse sobre el número de comisarios. El Tratado Europeo fija que han de ser menos que el número de países, pero esta disposición fue temporalmente aplazada tras el rechazo de Irlanda a los tratados de la UE y para permitir un nuevo referéndum entre los irlandeses.

Fuentes comunitarias han explicado a la Cadena SER que la suspensión temporal debe ser revisada antes de las próximas elecciones europeas y que la decisión para determinar si se mantienen los 27 comisarios, es decir, uno por Estado miembro, como hay en el equipo Juncker, han de tomarla por unanimidad los gobiernos.

Juncker ha dicho que sus comisarios “estaban a favor de reducir el número antes de entrar en el equipo aunque hoy consideran que es imprescindible que cada Estado tenga a un Comisario en Bruselas para poder al menos explicar en su país lo que hace la Comisión Europea”.

Un argumento de recorrido corto frente al problema del reparto de poder europeo que es lo que esconde, en el fondo, el debate de la reforma de las Instituciones, un problema agravado tras rechazar Macron vincular a su plataforma En marcha con  los viejos partidos europeos y trascender que su entorno ha iniciado contactos para crear su propio grupo europeo tras las elecciones del 2019.

Un proyecto, el de En marcha UE, del que Juncker no ha hablado, pero que ha estado presente en su rueda de prensa a través de algunas de las preguntas formuladas y por la contención de las respuestas. Y es que el proyecto del entorno Macron para crear, a partir del grupo liberal europeo, ALDE, un grupo propio muy “pro-europeo”, puede amenazar la estabilidad del reparto tradicional de poder, hasta hoy pivotado por los pactos PPE-PSE y complicar las decisiones que han de tomar los jefes de gobierno UE el dia 23 de febrero en su cumbre informal de Bruselas, y más, cuando el PPE teme que una plataforma “pro europea” a la estilo de la que ganó para Macron las presidenciales francesas ofrezca organización a quienes hoy en sus filas están cansados de compartir escaños con diputados del conflictivo jefe del gobierno de Hungría, Viktor Orban, o defensores del indescriptible Berlusconi, recién recuperado por el PPE en un intento de evitar que el Movimiento 5 Estrellas arrase en las próximas elecciones.

 
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