Menores migrantes retenidos en Barcelona duermen en colchones de plástico
Ni la Generalitat ni la Fiscalía de menores han sido capaces de encontrar una solución para la veintena de menores migrantes que cada noche duermen en la Ciudad de la Justicia en colchones o en los calabozos esperando una plaza en un centro público desde hace 4 meses
Fuentes de la Ciudad de la Justicia confirman a SER Cataluña que la estancia máxima ya supera las 4 noches. En algún caso, se ha llegado a 110 horas de retención, el tiempo que se puede privar de libertad a un acusado de terrorismo
Cinco menores duermen en la sala de espera de la Fiscalía de Menores el 30 de octubre porque no tienen espacio en los calabozos / ELISENDA COLELL
Barcelona
Son menores que no han cometido ningún delito, simplemente esperan que se les tramiten las pruebas médicas que certifiquen su edad. Ha pasado ya un mes desde que el fiscal denunció esta situación, pero cada noche entre 10 y 25 jóvenes siguen viviendo en las celdas de la Ciudad de la Justicia de Barcelona sin poder salir a la calle ni comunicarse con sus familias. Cuando en las celdas no hay suficiente espacio, pasan la noche en colchones de plástico, en la sala de espera de la Fiscalía de menores, tal y como ha podido confirmar esta redacción. De hecho, la situación se está enquistando y normalizando. Si a principios de octubre, el gobierno catalán reconocía que los menores llegaban a estar hasta tres días internados, fuentes de la Ciudad de la Justicia confirman a SER Cataluña que la estancia máxima ya supera las 4 noches. En algún caso se ha llegado a 110 horas de retención alegal. El tiempo que se puede privar de libertad a un acusado de terrorismo.
Una altra imatge dels menors a la sala d'espera de la Fiscalia / Elisenda Colell
Una altra imatge dels menors a la sala d'espera de la Fiscalia / Elisenda Colell
El 5 de octubre la fiscalía denunció por carta esta situación a la Generalitat. El 11 de octubre el gobierno catalán abrió una sala en la tercera planta de edificio de la fiscalía en la Ciudad de la Justicia, para que al menos los jóvenes puedan salir a la calle acompañados de adultos y hacer actividades con educadores. Pero tres días después, el 14 de octubre, la juez decana de Barcelona y el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ordenaron el cierre de la sala. Aseguraban que en ningún caso estaba habilitada para que estos niños pudieran estar (no tenía duchas, ni mesas, ni camas), a su entender, se abrirán centros públicos. La semana pasada la dirección general de Atención a la Infancia abrió un nuevo equipamiento de urgencia en las comarcas de Girona. Pretenden hacer lo mismo en Lleida, Tarragona y Barcelona en las próximas semanas, y creen que estos centros de urgencia permitirán resolver el problema. Mientras tanto, los agentes de la policía que custodian estos menores en prisión viven con nerviosismo la situación, porque no tienen claro que esta privación de libertad sea legal.
Nuevo perfil
Los jóvenes migrantes tienen entre 12 y 17 años y llegan sin el acompañamiento de ningún adulto ni documentación veraz. La llegada de estos menores se ha disparado desde el mes de junio, porque hay un nuevo perfil de menor inmigrante. Si antes había un goteo constante de jóvenes provenientes de Tánger, con problemas de drogodependencia y comportamientos agresivos, como la mayoría vienen de la empobrecida región de Moulai Buslam, una zona rural de Marruecos. A menudo son sus familias quienes los alientan a venir aquí para estudiar y trabajar. Llegan a España en lanchas o incluso moto acuática, pagando de 300 a 500 euros a las mafias y a menudo han estado en otras comunidades autónomas antes de viajar a Barcelona. Otros vienen del África subsahariana siguiendo el mismo procedimiento.
