¿Qué pasa después de la universidad?
Cinco graduados cuentan sus situaciones personales desde que terminaron la carrera hasta ahora
Madrid
A todo joven que decide seguir formándose a nivel académico le llega el momento decisivo de escoger qué camino quiere seguir, ya sea estudiando carreras universitarias o ciclos formativos. Elegir qué carrera estudiar se presenta como un punto de inflexión en la vida, aunque, analizando los tiempos que corren, lo importante es lo que viene después.
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Actualmente, los jóvenes se encuentran en un proceso crítico en el que la crisis ha sido un factor clave a tener en consideración. Como tantas veces se ha comentado, cada vez las generaciones están más preparadas, pero a cambio, cada vez son menos los que consiguen un contrato de trabajo. Hemos hablado con cinco jóvenes con perfiles diferentes, varios puntos de vista de cómo está la situación hoy en día tras terminar los estudios universitarios.
Sara: “Te pedían la experiencia que nadie te daba la oportunidad de ganarte”
“Acabé la carrera siendo consciente de que el mundo laboral no iba a ser fácil. Lo que no sabía es que fuese a ser tan complicado”. Sara es una joven de veinticuatro años que estudió Comunicación Audiovisual, y a la que la búsqueda exhaustiva de prácticas sin resultados a la vista le hizo darse cuenta de que “compañeros que no habían acabado la carrera a tiempo contaban con más ventaja que yo, puesto que los convenios entre universidades y empresas les permitían ampliar sus periodos de prácticas. Sin convenio con la universidad no hay oportunidades”.
Para Sara, el siguiente paso fue presentarse a las becas del Estado “que por entonces se presentaban como la mejor de las opciones”, aunque de nuevo, se topó con la realidad de que “los elegidos eran aquellos que contaban con más títulos”, por lo que los más jóvenes jugaban en desventaja. “Arrancar comenzaba a resultar cada día más frustrante. Te pedían la experiencia que nadie te daba la oportunidad de ganarte”.
Ante la frustración e incertidumbre sobre su futuro, emprendió junto con unas amigas un pequeño negocio online relacionado con la moda, pero los ingresos no compensaban el esfuerzo que suponía mantenerlo. A pesar de ello, para Sara el “hecho de sentir que es algo mío que he conseguido por mi cuenta, sin necesidad de que nadie me diese la oportunidad”, ha supuesto un factor importante por el que seguir creyendo y trabajando en su proyecto.
Tras algunos proyectos a sus espaldas y con algo más de seguridad, los siguientes pasos de Sara fueron trabajar como freelance haciendo books fotográficos, y haciendo proyectos para una microempresa audiovisual “donde me exigían mucho y me ofrecían muy poco. Horarios locos, desorganización, mucho peso y poca ayuda. Aquello no se sostenía y acabé dejándolo a los 2 meses.” Finalmente, la vía escogida fue recurrir a un máster, idea a la que en un inicio se había negado por considerarlo “un sacacuartos”, pero que a la vez le podía abrir “puertas que hasta el momento estaban cerradas”. “El máster me dio la oportunidad de conseguir prácticas en empresas a las que no podía haber accedido de otro modo, pero creo que yo habría rendido de la misma forma”.
Andrea: “El mercado no ofrece las mismas posibilidades que tuvieron nuestros padres”
Andrea, también graduada en Comunicación Audiovisual, no se sentía lo suficientemente preparada como para poder entrar en el mundo laboral al finalizar la carrera. Por ello, y viendo que se trataba de uno de los requisitos más demandados, emprendió un viaje a Londres para trabajar como au pair, con la excusa de poder mejorar su inglés y poder aclarar sus ideas respecto a su futuro. “Me dio las herramientas tanto a nivel personal como profesional para poder tener una mayor desenvoltura con el inglés. Además me ayudó para aclarar mis ideas y volver a España con una meta mucho más clara”.
Tras un año fuera, Andrea también se decantó por el máster, una opción “casi obligatoria” para los graduados, sobre marketing digital. Gracias a él, Andrea afirma que “bien es cierto que me han surgido prácticas que me han permitido desarrollarme un poco más en el mundo laboral”. Aún así, la espera por encontrar cuanto antes “un trabajo remunerado que me devuelva toda la inversión que he podido realizar en mi educación y en la profesión a la que me quiero dedicar” sigue siendo uno de los principales objetivos de Andrea. La valenciana no descarta “abrir sus posibilidades a Madrid, uno de los sitios donde más oportunidades podemos encontrar hoy en día”, a pesar de que “el mercado no ofrece las mismas posibilidades que tuvieron nuestros padres”.
Sabiendo lo que sabe a día de hoy, Andrea no se arrepiente de las elecciones que ha tomado con respecto a sus estudios: “cada uno tiene que estudiar lo que le haga feliz. Podrá equivocarse, pero no hay que perder la oportunidad de hacer lo que te gusta”.
Alba: “Posibilidades es lo mejor que podemos tener, ya que un trabajo estable es bastante improbable”
Alba, leonesa graduada en Periodismo, estudió “una profesión que tenía idealizada y que creía que era mi vocación”, a pesar de que durante el camino se dio cuenta de que lo que realmente le gustaba era escribir. “Aún así, terminé la carrera y la disfruté mucho, pero ver la situación laboral que rodea al periodismo terminó por convencerme de que no quería esa vida”. Alba se considera una persona muy previsora, y conforme se fue desencantando del camino escogido, descubrió otra rama que le devolvió la ilusión.
“Cuando me quise dar cuenta estaba metida en un máster que hablaba sobre términos que me sonaban a chino. Estudiar y trabajar a la vez en las prácticas es de lo peor que me ha pasado en la vida, pero cuando terminas el curso la satisfacción es máxima”. En su caso, la opción del master le resultó un camino útil para seguir tejiendo su futuro: “Ahora mismo no hay ningún plan más. Seguiré improvisando. Tengo un contrato de prácticas extracurriculares y muchas ganas de seguir formándome en una rama que puede traerme posibilidades, que creo que es lo mejor que podemos tener hoy en día, ya que un trabajo estable es bastante improbable”.
Rafa: “Nos queda mucho camino por delante”
Rafa tiene 24 años y es graduado en Ciencias ambientales con un máster en técnicas de gestión del medioambiente y del territorio. Mientras preparaba su trabajo de final de máster, consiguió realizar unas prácticas externas en una empresa de mensajería. Tras presentar su trabajo, la empresa le ofreció la posibilidad de realizar un proyecto de SIG (sistema de información geográfica), proyecto en el que sigue inmerso a día de hoy.
Según afirma Rafa: “No es un trabajo estable, pero de momento me vale”. Por otra parte, el principal problema que encuentra Rafa es que las actividades que tiene que desempeñar se alejan del medioambiente, vía por la que había imaginado crecer tras sus estudios: “Este trabajo lo he conseguido, más que por mis conocimientos en el área, por saber utilizar un software que permite realizar unos mapas”. Como Rafa cuenta, la mayoría de sus amigos y compañeros de universidad se encuentran en una situación similar a la suya.
Según su propia experiencia, a lo largo de las entrevistas que ha hecho hasta el momento, una de las cosas que ha aprendido es que “las empresas privadas valoran mucho más tener un buen nivel de inglés (b2 o c1) que tener un máster, porque al final un máster es algo que te especializa un poco más, pero el inglés se consolida como una obligación en estos días”.
En cuanto al futuro y teniendo en cuenta su situación actual, Rafa baraja dos salidas: “Por una parte podría especializarme en técnico analista sig, que sí que es un trabajo dedicado al medioambiente aunque no es una salida que mucha gente suela tomar. Por la otra está la opción de preparar unas oposiciones, que creo que es el camino por el que más gente se decanta, ya que es un trabajo estable y sabes que más o menos vas a especializarte en lo que has estudiado”.
A modo de reflexión final, Rafa cree que ahora es cuestión de ir ganando experiencia, moverse, crear contactos y no desesperarse. “Tenemos 24 años y nos queda mucho camino por delante”.
Belén: “Donde realmente se aprende es en el mundo laboral, ese que no nos da la oportunidad”
Ya va a hacer dos años desde que Belén terminó la carrera de Ingeniería de Diseño Industrial, y según afirma: “al acabar lo que te encuentras es que tienes la sensación de que no estás preparado para encontrar ningún trabajo. Es triste pensar que durante cuatro años has estado yendo a clase y dándolo todo, y tras eso no te sientes lo suficientemente a la altura como para afrontar ese mundo laboral”. En su caso, la realización de diferentes actividades desempeñadas en la universidad (como exposiciones, workshops de diseño con expertos del sector o la realización de prácticas en el área de comunicación de su universidad), le facilitó acercarse un poco más al mundo laboral. Aunque a pesar de ello, “por más voluntad que le pongamos y actividades que desempeñemos por nuestra cuenta, sigues sin sentirte 100% preparado”.
Tras estar los tres primeros años de la carrera sin hacer prácticas “porque eres joven y quieres disfrutar de tu verano y piensas que aún tienes mucho tiempo por delante para que llegue el momento decisivo”, Belén recibió una beca Santander en el último curso para hacer prácticas en una start-up. “Éramos muchos becarios. El problema fue que la empresa tampoco tenía tanto nivel de trabajo y lo hacíamos todo entre todos, por lo que no acabamos de ver lo que es el mundo laboral. Mi primera experiencia abriéndome al sector no fue como me había imaginado”.
Como en los casos anteriores, lo siguiente fue el máster. Tras presentar el trabajo de final de grado, “entré en el master deprisa, sin pensar mucho, para hacer frente a esa sensación de falta de preparación”. La idea de estar un año sin hacer nada es una de las cosas que más asustan a los jóvenes recién graduados. Según la experiencia de Belén, “en el master fue realmente cuando empecé a tener contacto con empresas de mi sector gracias a una serie de proyectos que hacíamos para presentar frente a profesionales”. No obstante, Belén asegura que sus expectativas no se cumplieron: “pensamos que vamos a aprender lo que en la carrera no hemos aprendido, y no es así. Donde realmente se aprende es en el mundo laboral, ese que no nos da la oportunidad”.
Una de las conclusiones que Belén extrae a raíz de su experiencia personal es que “en mi carrera yo creo que existe un problema de oferta-demanda donde el profesional que termina la carrera no es el que las empresas están buscando”. A falta de un contrato laboral o unas prácticas, los proyectos que ocupan el día a día de Belén actualmente son la preparación para mejorar con el inglés y un proyecto personal de fotografía del que no descarta crear su propia empresa en el futuro. Mientras tanto, “sigo esperando que llegue el día en que exista una oferta a la que me inscriba y diga: realmente puedo hacer todo lo que están pidiendo”.