"La ocupación está en todas partes y unirse al ejército hoy es aceptar todo esto"
Yehuda Melzer era un soldado de 27 años en la guerra del 67, por la que Israel ocupó Gaza, Cisjordania y Jerusalén Éste
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'La ocupación está en todas partes y unirse al ejército hoy es aceptar todo esto'
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Jerusalén
En 1967, Yehuda Melzer era un soldado israelí de 27 años. Activo, comprometido y con una confianza sin fisuras en el ejército de su país. Con este espíritu participó en la llamada guerra de los Seis Días, en la que Israel se hizo con el control de los territorios palestinos de Cisjordania, Jerusalén-Este y Gaza, los Altos del Golán sirios y la península egipcia del Sinaí. Cincuenta años después, la ocupación israelí de los territorios palestinos se ha profundizado.
Con su unidad de paracaidistas, Yehuda Melzer fue testigo y parte de la toma de control de Jerusalén-Este.
“Hubo muchas bajas y creo que la mayoría fueron innecesarias. La parte árabe de la ciudad vieja de Jerusalén fue conquistada sin demasiada dificultad y ahí termino todo. Yo solamente quería volver a casa junto a mi esposa. Me importaba un bledo el muro de las Lamentaciones. No soy un comunista ni nada por el estilo pero el muro fue un mito que se creó en ese momento. El muro, el muro… pero ¿a quién le importa? Nadie antes de la guerra estaba preocupado con eso”, afirma en una entrevista con la SER.
Aquella batalla no fue la primera de su carrera militar ni tampoco la última pero cambió la visión de su servicio como soldado y resquebrajó la confianza ciega que tenía en su ejército. En una mansión cerca del muro de las Lamentaciones comprobó que los ‘enemigos’ palestinos no eran los “salvajes” que algunos se empeñaban en mostrar. “Ocupamos una gran casa cerca del muro y en ella descubrí una biblioteca fantástica. Platón, Cervantes, Shakespeare… Por los libros de ciencia que vi, debía pertenecer a algún médico palestino. Se me cayó una venda de los ojos. Aquéllos eran los palestinos, nuestros vecinos desconocidos. Es uno de los momentos que más recuerdo de aquella guerra”, explica.
Yehuda va deshilando vivencias con detalle y el interlocutor ve pasar ante sus ojos una película: la llegada de su patrulla a la ciudad vieja de Jerusalén, la ocupación de casas palestinas en la Ciudad Vieja, su primera incursión en Cisjordania…
“Volvíamos de Cisjordania a Jerusalén. El paisaje era precioso y yo lo comenté en voz alta. Uno de mis compañeros dijo: ‘Olvidaos de esto, dentro de poco serán solo campos de entrenamiento’. Era un tipo cínico pero previó lo que iba a pasar: que el ejército se haría con el control de todo aquello”, explica.
Después de aquella guerra Yehuda inició un largo camino que le llevó a tener posturas muy críticas con el modo de actuar del ejército israelí y a vincularse con grupos que se oponen a la ocupación de los territorios palestinos. Siguió sirviendo como reservista en el ejército hasta mediados de los 70. “En aquel momento no se hablaba de los ‘refuzniks’ (israelíes que se niegan a servir en el ejército, mayoritariamente en los territorios palestinos ocupados) . Mis superiores no querían oírme decir que me negaba a servir, me pidieron que me inventara un dolor de espalda o algo así. Y así lo hice en los años 70”, recuerda.
Pasados muchos años, Yehuda es un profesor de Filosofía jubilado que sigue ocupándose en parte de la pequeña editorial que él mismo fundó. En ningún caso se considera pacifista, cree que el ejército en Israel es necesario y él sigue sintiéndose un soldado que simplemente no comparte la filosofía del actual gobierno y de los responsables de defensa.
“La ocupación no puede continuar pero la pregunta es cuánto tendremos que esperar para que termine. Es como cuando vas al hospital porque te duele un diente o un ojo y el médico te dice: olvídate del diente, tienes el cáncer extendido por todo el cuerpo. La ocupación está en todas partes: en las escuelas, en la televisión… Ocupación, ocupación, ocupación, y unirse al ejército hoy es aceptar todo esto”, concluye.