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Trump arremete contra Alemania y le acusa de dañar los intereses económicos de Estados Unidos

El mandatario ha dejado claro con su visita a Europa que la prioridad será Estados Unidos y que el comercio con Alemania es perjudicial para su país

El presidente de Estados Unidos Donald Trump / Olivier Douliery (EFE)

El presidente de Estados Unidos Donald Trump

Madrid

Donald Trump tiene una manera poco diplomática de manejar las relaciones con países y mandatarios. El presidente estadounidense viajó a Europa la semana pasada para la cumbre de la OTAN con la intención de fortalecer los lazos con los aliados europeos, en vez Trump estrecho la brecha entre Washington y Berlín. En 140 caracteres, el presidente de Estados Unidos este martes resumió este distanciamiento: “Tenemos un déficit comercial MASIVO con Alemania, además ellos pagan MUCHO MENOS de lo que deberían a la OTAN. Muy mal para USA. Esto va a cambiar”. La respuesta es una muestra que el compromiso de una “América Primero”, basada en el proteccionismo, seguiría en pie. Los intereses internacionales no superan los nacionales.

Ángela Merkel ha sido la primera en notar el distanciamiento de la administración de Trump. Este domingo la canciller alemana ha dicho que Europa no podía seguir contando con sus aliados. “La era donde podíamos contar con nuestros aliados se ha terminado. He visto esto a en los últimos días y por esa razón solo me queda decir que los europeos debemos tomar nuestro futuro en nuestras propias manos”. El descantó de Merkel es uno que comparte Bruselas que más allá de estar desilusionados con las políticas nacionales del presidente republicano, están sorprendidos con la renuncia de Trump de influir en la agenda internacional. Estados Unidos rehúsa asumir ningún tipo de compromiso en cambio climático, comercio, refugiados o cualquier otro expediente multilateral con el argumento que puede dañar los intereses estadounidenses.

En este horizonte, el patriotismo económico es impulsar el proteccionismo comercial, un objetivo que venía impulsando Donald Trump desde su campaña electoral. Alemania en este sentido es el objetivo perfecto. La nación maneja el mayor superávit comercial del planeta (253.000 millones de euros al año 2016). La cifra saca de quicio a Trump que en vez de ver un aliado con el que puede hacer comercio, ve un fracaso propio. Estados Unidos sufre de un déficit en su balanza de $470.000 millones (50.000 millones con Alemania). La Casa Blanca en su ardor proteccionista, ha acusado a Berlín de debilitar el euro para favorecer las exportaciones y ha amenazado con levantar barreras fiscales a los productos alemanes.

Ante este pulso, Merkel ha mostrado los dientes mostrándose dispuesta a emprender una guerra comercial. La sangre todavía no ha llegado a los ríos. Pero la visita de Merkel a Washington D. C. en marzo mostró los inicios de la glaciación que empieza a congelar las relaciones bilaterales. El mensaje de Merkel “mejor hablar el uno al otro, que detrás del uno al otro” no sirvió de nada. Trump lo dejo claro cuando se rehusó a darle la mano a la canciller en la Casa Blanca.

La visita de Trump a Bruselas no ayudó, en vez hizo evidente el distanciamiento y escepticismo que el republicano tiene hacia Alemania y los demás países de la OTAN. Alemania ya no es un aliado fiel sino un deudor que se aprovecha de las debilidades de Estados Unidos. Y él, Donald Trump, es el encargado de asegurarse que esos intereses se protejan. Pero más allá de proteger los intereses norteamericanos el magnate está distanciando a Estados Unidos de sus aliados y así debilitando su capacidad de influir la política internacional.

 
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