Política | Actualidad
CUENTA ATRÁS EN EL PSOE

Seis meses con Mario

Con la convocatoria oficial de las primarias y el congreso, la gestora lleva al partido a la meta que tenía encomendada

Culmina un periodo en el que ha intentado visualizar los frutos de su tarea de oposición y fracasado en el objetivo de imponer el debate del qué al del quién

El portavoz y responsable de Organización de la gestora del PSOE, Mario Jiménez, durante una rueda de prensa / Kiko Huesca (EFE)

El portavoz y responsable de Organización de la gestora del PSOE, Mario Jiménez, durante una rueda de prensa

Madrid

Aquel 3 de octubre los mariachis volvieron al número 70 de la calle Ferraz. Había salido el sol, era lunes, el tráfico ya circulaba con normalidad, pero hubo quien volvió a la sede atraído por el morbo político y mediático de la semana anterior; la de la dimisión de media Ejecutiva del PSOE, la de "la única autoridad soy yo", la de la comisión de garantías de un partido que no se ponía de acuerdo en qué garantizar, la de las puertas de la Casa del Pueblo cerradas frente al asedio de los críticos, la de Pedro Sánchez resistiendo en el fuerte de la cuarta planta, la de la paella en la calle, los antidisturbios, la de la urna detrás de un biombo y la dimisión del secretario general del PSOE tras perder una votación a cara de perro. Los gritos, los llantos, los cálculos  y las estrategias impidieron que el PSOE salvara el tipo pero, eso admitían muchos del PSOE esa mañana, por fin era lunes, lucía el sol y, a pesar de los mariachis, la gestora que se había constituido en la madrugada de marras, se reunía por primera vez. Al frente, el presidente de Asturias, Javier Fernández, encargado de pilotar en proceso. De número dos, un hombre de la absoluta confianza de Susana Díaz, su portavoz, Mario Jiménez.

El objetivo que tenían ellos y el resto del equipo lo explicó al término de la reunión en rueda de prensa, lacónico, Javier Fernández: "Intentar bajar el nivel de la temperatura, esa especie de incendio interior que nos está consumiendo, que puede convertirse en algo irresolubre". Aquel día, todavía noqueados por el "espectáculo lamentable" (Fernández dixit) del sábado, no se habló de abstención para dejar gobernar a Mariano Rajoy ni se aclaró la fecha de celebración del congreso del PSOE. No antes de la primavera, se limitó a explicar durante semanas Fernández. Este sábado, seis meses después de convertirse en presidente de la gestora, optará por el perfil bajo en la última reunión del Comité Federal antes de la elección del nuevo secretario general del PSOE en un clima de innegable división interna en el conjunto del partido.

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A la espera de la bajada de la temperatura, esta gestora ha estado seis meses dirigiendo el PSOE con plenos poderes, los que le dio aquella madrugada el Comité Federal. En público la han cuestionado los afines a Pedro Sánchez desde el primer día, a pesar de que antes de que se constituyera formalmente el ex líder del PSOE estaba prometiéndole "lealtad". La principal acusación de los sanchistas ha tenido que ver con la supuesta extralimitación en sus poderes dado que el equipo del ex líder del PSOE entendía que el único cometido de la dirección "provisional" era convocar cuanto antes las primarias y el congreso. Así lo trasladaban en las primeras reuniones los dos representantes críticos (Francisco Ocón, de La Rioja, y Fransec Antich, Baleares), que denunciaban además que la cúpula socialista los mantenía al margen y desinformados de sus principales decisiones. La desconfianza reinaba en esas convocatorias en las que no se decían las verdades ni se escribía la palabra abstención en ningún documento. Es más, la gestora no fue la que impulsó la propuesta para dejar gobernar a Mariano Rajoy, que aprobó el Comité Federal del 23 de octubre. Llevaba la firma de la eurodiputada Elena Valenciano. Una vez aprobada por la mayoría del máximo órgano de decisión del partido, fue de nuevo Javier Fernández quien le puso cara a la decisión. Su misión a partir de entonces, dijo, era que el grupo socialista acatase una decisión que no era interpretable: los 85 diputados, incluidos los del PSC, debían abstenerse para facilitar la investidura. Lejos de empezar a apagarse, ese día se avivaron las llamas del "incendio interior" socialista. 

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El mandato del Comité Federal afectaba a todos y todos debían abstenerse, incluido Pedro Sánchez que, finalmente, la misma mañana de la segunda votación de la investidura, la de la abstención del PSOE, anunció su renuncia al escaño para no romper su compromiso de votar no ni incumplir el mandato de su partido. Las especulaciones sobre qué haría el ex secretario general se habían solapado esos días con los intentos de la gestora de que los diputados respetasen la disciplina de voto. Por escrito se lo había recordado a todos y cada uno de los parlamentarios el portavoz socialista, Antonio Hernando, abanderado del no en los tiempos del no. Fueron vanos los intentos y la unidad saltó por los aires.

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15 diputados no se abstuvieron,  entre ellos todos los del PSC después de que el máximo órgano de decisión del partido en Cataluña decidiese saltarse el mandato del Comité Federal. Se abrió ahí una crisis sin precedentes entre ambos partidos trufada de múltiples amenazas en privado, desde la salida del PSC de los órganos de decisión del PSOE después de no haber respetado sus designios hasta la determinación radical de que los militantes catalanes dejasen de participar en los procesos congresuales. No hay registro sonoro de nada de eso porque desde aquel 30 de octubre de la investidura de Mariano Rajoy al 7 de marzo, fecha en la que Javier Fernández y Miquel Iceta firmaron el acuerdo, PSOE y PSC se lanzaron mensajes a través de los medios para fortalecer sus respectivas posiciones en una negociación que, pese a las palabras gruesas, tenía que acabar con ambos partidos de la mano. Así lo reconocían también los más ofendidos con el contrario.

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Con quienes no hubo foto de reconciliación fue con el resto de diputados que rompieron la disciplina de voto que, a excepción del balear Pere Joan Pons, actúan en bloque desde entonces. Crearon un grupo de WhatsApp en aquellos días para organizarse y ahora viajan juntos a los mítines del precandidato de las primarias Pedro Sánchez. En medio han visto cómo la gestora les ha despojado de sus principales responsabilidades en el grupo parlamentario con el argumento de que no pueden estar en los puestos directivos del PSOE quienes desobedecen a la dirección del PSOE. El voto en conciencia que alegaban nunca convenció a la gestora en la que, sin embargo, sí que hubo un profundo debate de hasta dónde llevar el castigo. Las posiciones más duras las defendían los representantes de las federaciones más poderosas como Andalucía y Extremadura, con el portavoz, Mario Jiménez a la cabeza, que barajaron, por ejemplo, la sanción del partido a los militantes que no respetaron la decisión el máximo órgano de decisión del PSOE. Distintas fuentes socialistas confirman que fue Javier Fernández quien levantó el pie del acelerador y, de forma simbólica, aceptó que se mantuviera a Margarita Robles, que votó no y que fue especialmente beligerante en los medios, al frente de la comisión de Justicia. Fórmulas para retirarla había, pero la descartaron en un intento de que el incendio no terminase por arrasarlo todo.

Menos de un mes después de la abstención, se cerró el capítulo sancionador porque la intención era que el grupo socialista pudiese recobrar el pulso político y hacer oposición. La actividad en el Congreso, por la vía de los hechos, debería demostrar que el PSOE nunca apoyó al PP, solo desbloqueó la situación en la que se encontraba España, según reza en el argumentario de Ferraz por esas fechas. Fruto de esta estrategia, el grupo socialista activa la derogación de las reformas más combatidas por el PSOE como la reforma laboral o la Ley Mordaza y negocia una subida del Salario Mínimo Interprofesional que le permita visibilizarse como una oposición útil.

Se encarriló la actividad institucional, pero la crispación no bajaba en las bases del partido e incluso los afines a la gestora coincidían en esas fechas en que la indefinición de los plazos del congreso estaba contribuyendo a ello. A la gestora le llovían las acusaciones de estar acomodando los plazos al interés de Susana Díaz, líder natural del bloque que se enfrentó al ex secretario general, muy señalada en la batalla final. Después de muchas idas y venidas, se impuso una opinión: cuando sepan a qué tiempos atenerse, el partido se recompondrá y se pondrá a lo importante: el qué, el proyecto, las ideas sobre las que refundar un PSOE que pierde elecciones y pactó con unos y otros confundiendo a sus votantes. Ese fue el mensaje de Javier Fernández en el comité federal que anunció (no hubo aprobación oficial) que los días 17 y 18 de junio se celebraría el 39º Congreso y que, hasta entonces, todo el partido debería concentrarse en la elaboración de su ponencia política y económica que, pese a las dudas iniciales, no pasaría por una Conferencia Política y se elaboraría con un surtido grupo de redactores, históricos del PSOE, fichajes externos, expertos de distintos ámbitos. Es cierto que en ese Comité Federal, ya en enero de 2017, el presidente de la gestora repartió estopa al sanchismo por la cizaña que, según daba a entender, seguían sembrando, pero también hizo un ejercicio de autocrítica que nadie había hecho hasta entonces: si no nos abstuvimos antes y no hablamos claro, vino a decir, es porque estábamos pensando en el batalla interna por el liderazgo.

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Un par de horas duró en las conversaciones de los presentes el discurso de Fernández. Tampoco los dos meses que han pasado desde entonces han sido los del qué porque esa misma tarde Patxi López descolgó el teléfono y no soltó en horas. Lo hizo para hablar con una cincuentena de cargos socialistas de hoy de ayer e informarles de que él, la tercera vía que barruntaban muchos, iba a ser el primer candidato en la carrera por las primarias. Hacía saltar esa misma tarde la hoja de ruta diseñada por una gestora que, a duras penas, ha intentando colar el debate del proyecto en medio de la batalla por el liderazgo y la gestión del proceso de primarias que se ha visto forzada a adelantar.  Dos semanas después de Patxi López empezó su andadura Pedro Sánchez y, dos meses después, los afines de Susana Díaz confirmaron que el 26 de marzo anunciaría su candidatura así que, antes incluso de que la líder andaluza hablase en público, en Ferraz ya había reuniones de la gestora con las candidaturas para organizar un proceso cuya limpieza, por ahora, han cuestionado los de Pedro Sánchez. Acusan de parcialidad a Mario Jiménez, portavoz de la gestora y del grupo socialista en Andalucía, la federación de Susana Díaz.

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Así que la dirección interina del PSOE llega a la meta de la convocatoria de las primarias y el congreso cuestionada por el equipo de Pedro Sánchez, especialmente después del pulso por el sistema de financiación de la campaña, un enfrentamiento que la dirección interina no ha podido evitar en este tiempo y que va a intentar mitigar haciendo que estas primarias de mayo de 2017 se rijan por las mismas reglas del juego que las que en 2014 hicieron a Pedro Sánchez secretario general del PSOE. El comité federal de este sábado 1 de abril será el que, seis meses después de la histórica cita del 1 de octubre, les dé luz verde, aprobará la ponencia marco en la que han estado trabajando estos meses y activará oficialmente el proceso interno en el PSOE. Dicen en Ferraz que no será una reunión larga, prácticamente "de trámite". Medio año después de las frases incendiarias y los mariachis, la normalización del funcionamiento de los órganos del partido sigue siendo noticia.

 
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