Modric, el antihéroe
Su perfil bajo le quita protagonismo en los medios
Modric no es guapo, no es alto, no es chulo, no tiene un hermano amigo de muchos periodistas, pero da igual, es el mejor. Luka no tiene una sonrisa de anuncio, no luce cachas, ni tatuajes, no va a ser modelo de ropa interior, ni de champú, ni va a salir en la portadas de la prensa deportiva, pero da igual, es el mejor, sin discusión.
La gente no es tonta. Si hay un jugador que concita el beneplácito unánime de los aficionados blancos, ese es el croata. Discutido al principio por el alto precio de su fichaje (entre otras cosas porque fue elegido por Mourinho al que se daba por todo) poco a poco, en silencio y sin alharacas, ha ido convenciendo y maravillando a todos con su fútbol limpio.
No ha necesitado campañas mediáticas, ni el bombo y platillo que tienen otros, él a lo suyo, jugar al fútbol y currar. Porque curra como el que más. El sábado en el Clásico fue el mejor del Madrid de largo, con una primera parte en la que apareció por todos sitios, robando atrás, presionando y dirigiendo en el centro, llegando arriba y, lo que es más importante, ordenando a su equipo. Modric es el jefe de este Madrid.
<p>El empate entre Barcelona y Madrid ha marcado a varios jugadores de los dos equipos por su poca relevancia</p>
Un jefe discreto, sin saltos mortales, pero efectivo y práctico, dando ejemplo a sus compañeros en cada lance. Sin tener un físico contundente, entra fuerte y no se guarda nada, se juega la pierna si hace falta. El sábado fue el terror de todos los jugadores del Barça, incluido Messi, al que paró con fuerza y sabiduría, sin violencia. Cuando un azulgrana levantaba la cabeza, lo primero que se encontraban era la melena rubia del croata cortándoles la iniciativa, bien colocado, presionando en el momento justo. Y si un compañero comete un error o se confía en un despeje, ahí llega Modric a apagar el fuego y recuperar la pelota.
En la fase de ataque otra lección en cada jugada. Su manera de eliminar rivales en la presión con un quiebro y un cambio de ritmo es única. Y luego, encontrando al compañero mejor colocado, un toque medido al espacio. Muchos futbolistas, mediocres, creen que con eso ha acabado su jugada (“qué bueno soy”), Modric no, él sigue y corre al apoyo, a colocarse de nuevo para recibir, mirando al otro lado por si tiene que llevar el juego por otra parte, mapeando en su cabeza la defensa rival y las piezas que tiene a su mando para ponerla en jaque. Modric es Napoleón, es Kasparov. Midiendo el tiempo y el espacio que necesita cada jugada, acelerando unas veces, ralentizando otras, equilibrando siempre, siendo la fuerza de gravedad que lleva a sus compañeros. Modric es Einstein.
Pasará el tiempo y Modric se retirará sin haber ganado el balón de oro, sin haber sido la imagen de un videojuego y sin haber copado portadas de prensa, radio, televisión, internet… Modric no habrá sido nunca TT. Pero los buenos aficionados tendrán en su memoria muchas jugadas impresionantes, momentos de fútbol inolvidables y los recordarán para siempre, aunque Modric no tenga un hermano amigo de muchos periodistas.
Jesús Gallego
Director de 'Hora 25 Deportes'