Ocio y cultura
Patrimonio inmaterial de la Humanidad

La cerveza belga, la rumba cubana y el merengue dominicano también son Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

La Unesco ha declarado la fiesta de las Fallas de Valencia Patrimonio Inmaterial de la Humanidad pero la reunión anual del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio dque se celebra en Addis Abeba ha dejado otras distinciones

GETTY IMAGES

Addis Abeba

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha declarado la tradición de la cerveza belga, la rumba cubana y el merengue de la República Dominicana Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, además de Las Fallas.

La Unesco acordó proteger esta tradición cultural alcohólica, que involucra a quienes producen, disfrutan y promueven la producción artesana de esta bebida y considera la rumba cubana como "una expresión de autoestima y resistencia" que contribuye a la formación de la identidad nacional. La delegación de Cuba dedicó este reconocimiento de la cultura y la identidad cubana a Fidel Castro tras su fallecimiento.

Una razón muy similar ha esgrimido el Comité con el merengue que, a su juicio, "desempeña un papel activo en numerosos ámbitos de la vida diaria de la población: la educación, las reuniones sociales y amistosas, los acontecimientos festivos e incluso las campañas políticas".

Los expertos reunidos en la capital de Etiopía también han valorado la extrema diversidad del arte cervecero en Bélgica, así como la intensidad con la que es consumida e integrada en la vida diaria y festiva de sus habitantes.

Bélgica cuenta con casi 200 fábricas de cerveza que producen 1.500 tipos distintos de esta bebida hecha con cebada fermentada, agua y lúpulo, muchas de ellas artesanales o cervezas especiales. En este país europeo, la cerveza se somete hasta a cuatro procesos distintos de fermentación: la espontánea, empleada en la cerveza lambic (única en Europa); la alta o ale; la mixta, propia de las cervezas tostadas; y la "baja" o lager, utilizada en la modalidad pilsner.

La declaración subraya que la tradición cervecera de los belgas, pese a sus variantes y preferencias locales, refuerza su identidad como comunidad, ya que se practica en todo el país. En cada provincia hay fábricas, clubes, museos (cerca de 30 en toda Bélgica), cursos, formación, eventos, festivales y restaurantes dedicados al este elemento líquido.

Hoy, la supervivencia de la tradición cervecera está a salvo gracias al conocimiento trasmitido por sus productores, que van desde pequeñas familias hasta comunidades de monjes trapenses y grandes empresas, subrayó la Unesco en su informe sobre esta elemento cultural. Pero hubo un tiempo, tras las dos guerras mundiales, en que la cerveza belga estuvo en peligro: la grave crisis económica y la desaparición de las fábricas a gran escala confinaron a esta bebida a un consumo marginal y poco apreciado.

Desde 1975, la cerveza ha renacido gracias a movimientos reivindicativos de esta festiva costumbre, al conocimiento artesano trasmitido durante generaciones, al aumento de consumidores y a los elogios de expertos extranjeros. Además de bebérsela, los belgas también utilizan la cerveza para cocinar, elaborar quesos lavados y acompañar determinados alimentos. "El elemento es accesible a todo el mundo, hombres y mujeres, y no se impone a nadie", es otra de las razones apuntadas para proteger a la cerveza belga.

 
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