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"Masque chicle, no plástico"

La Ruta BBVA llega a Tres Garantías, un municipio chiclero que ha hecho negocio de una tradición milenaria

Chiclero trabajando en la extracción de resina / Ángel Colina

Chiclero trabajando en la extracción de resina

Tres Garantías (México)

Manuel Pech Lugo tiene un compañero de trabajo que lleva 30 años postrado en una cama tras desplomarse desde un árbol. Conoce a otros que tuvieron la suerte de apenas fracturarse un brazo, pero algunos murieron por la picadura de una culebra. Manuel explica a los ruteros: “Si te pasa, lo último que tienes que hacer es beber agua, porque eso hace circular más rápido la sangre y llega más rápido el veneno. La mayoría no llega a tiempo a ver al hierbatero”.

Manuel es bisnieto, nieto e hijo de chicleros. Los suyos, de momento, estudian, pero le gusta su trabajo. Le encanta estar a alturas de casi 15 metros con su machete, sujeto a una cuerda y con sus chanclas viejas que le sujetan a los troncos con unas estructuras caseras de hierro.

Antes manejaban el negocio empresas extranjeras, pero ahora son los chicleros los que intentan comercializar su propio producto sin ‘coyotes’ de por medio. Los coyotes son los intermediarios que dejaban poco margen de beneficio a estos hombres que se juegan la vida cada día entre los meses de agosto y enero. “Prescindir de los intermediarios no fue fácil” recuerda Gerardo Ramírez, gerente de producción del Consorcio Chiclero. Aunque no quiere entrar en detalle, este ingeniero agrónomo que cambió el desierto del norte por esta tierra de oportunidades sí reconoce que hubo “amenazas”, pero se salió adelante.

Los chicleros vendían la materia prima, hasta que vieron que cada vez se compraba menos y decidieron intentar vender un producto final. No fue fácil y fue un japonés, Yusho Hashimoto el que les ayudó a ver que podían fabricar su propio chicle: el CHICZÁ. Hashimoto, que había sido director de producción de una de las principales empresas de chicle de Japón, vino a ayudarles. A cambio, solo pidió un billete de avión, el alojamiento y que le llevaran a pescar.El análisis de mercado que hizo, les demostró que “había muchos tipos de productos orgánicos, pero no chicle orgánico”, recuerda Gerardo Ramírez. Vieron la ventana de oportunidad, empezaron a trabajar y en 2009 presentaron en Londres CHICZÁ, su propia marca de chicle. Venden a 26 países, también a España, aunque el 50% de la producción la compran los alemanes. El resto viaja a Australia y Japón, porque el “mercado orgánico de Latinoamérica está en pañales”.

Una tradición que vuelve a los orígenes

El chicle era la manera que tenían los mayas de limpiarse los dientes y mejorar la digestión, pero la producción cambió con la llegada de la industria petroquímica. Ahora el chicle es un producto resultado de polímeros derivado del petróleo, por eso los chicleros de Tres Garantías dicen que el chicle que usted lleva en el bolsillo es “un plástico de menta o fresa”.

La producción de este chicle 100% orgánico es una esperanza para municipios como Tres Garantías. Aquí viven apenas unas 800 personas. Uno de los recién llegados es José, que acaba de dejar Cancún, donde  trabajaba en la hostelería, pero la inseguridad le llevó a volver a la tierra de sus padres. En Cancún empezaron a tantearle para trabajar con los narcos, pero él no quería ese futuro. A sus 25 años, espera encontrar trabajo y el chicle, para él, es la mejor opción.

Marisol Rojas

Marisol Rojas

Trabaja en la Cadena Ser desde 2007. Empezó madrugando en Hoy por Hoy y ahora trasnocha en Hora 25....

 
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